Huelva reclama herencia y posición
La situación de crisis y precariedad de la provincia de Huelva no había variado al enfilar el año nuevo. En muchos casos, había incluso empeorado. El paro seguía creciendo y los conflictos laborales se sucedían. Sectores como la pesca, en caída imparable por la falta de caladeros, los apresamientos y varios accidentes graves, o la ganadería, sobre todo la del cerdo ibérico , afectada por la peste porcina y la introducción de variedades precoces en detrimento del puro, vivían días de enorme incertidumbre. Pero era perceptible cierto aire de optimismo y un indudable ánimo reivindicativo generado a partir de la constante toma de conciencia de la entidad onubense, de su patrimonio, sus derechos y sus necesidades como integrante de una España que no podía seguir dejando a Huelva arrinconada.
Fue así como, ante la relativa inminencia de la celebración de los fastos del V Centenario del Descubrimiento de América, la Diputación y los ayuntamientos de Huelva, Moguer y Palos, anunciaban la creación del Patronato Provincial del V Centenario, que quedaría constituido en mayo y que trataría de defender el papel de Huelva en la conmemoración.
Sin embargo, el impulso de unidad institucional a nivel provincial no encontraba apoyo desde el Gobierno ni desde la Junta. Huelva seguía relegada y veía como uno a uno se iban entorpeciendo actuaciones y dinamitando proyectos, como las obras de la presa del Chanza y del puente del Terrón, ambas paralizadas en enero, o las deficiencias nunca solventadas en comunicaciones. La carretera N-435 aislaba más que unía a la Sierra y precisaba un replanteamiento urgente; la Huelva-Ayamonte era "intransitable" y el eje Huelva-Sevilla estaba considerado oficialmente como uno de los más peligrosos de España. Para colmo, las conexiones ferroviarias eran amenazadas con el desmantelamiento, primero la Gibraléon-Ayamonte y más tarde la Huelva-Zafra.
En la capital, los barrios trasladaban al Consistorio, muchas veces a través de las páginas de Huelva Información, las deficiencias con las que tenían que convivir. Barrios como Los Rosales o Nuevo Parque habían quedado en medio de zonas sin urbanizar frecuentemente anegadas por aguas fecales o usadas como escombreras, mientras que El Molino reclamaba infraestructuras y solución a las inundaciones -el Ayuntamiento, no obstante, seguía instalando estaciones de bombeo-, y en La Orden continuaban los problemas con las plazas escolares. Hasta el matadero municipal tuvo que ser cerrado por las condiciones higiénico sanitarias que presentaba.
Pero no todo eran malas noticias. La firme intención de recuperar el poco patrimonio que quedaba en la ciudad marchaba pese a algunos escollos, como el estancamiento de las negociaciones entre el Ayuntamiento y ERT para la adquisición de la Casa Colón. En abril, Huelva recuperó el Gran Teatro, y en julio, como había prometido el empresario José Luis Pereda, la Plaza de Toros de La Merced fue reinaugurada, tras su reconstrucción, con una fantástica corrida de Miguel Báez "Litri". Los toros volvían para quedarse.
En cuanto a conflictos, destacaron las protestas por la LODE, que llevó a los padres de alumnos de Los Maristas a protagonizar un sonado encierro; las huelgas de los profesores no numerarios y las manifestaciones de Astilleros, que luchaban contra la reconversión. También coleaban los choques del año anterior: en febrero, cuatro dirigentes de CCOO y el alcalde de Bollullos, Diego Valderas, pasaron tres días en prisión por cortar una carretera.
La alegría por la visita de la reina Sofía y las infantas al Rocío o el revuelo por la presencia de Julio Iglesias en La Rábida para grabar un programa de televisión, se vieron ensombrecidos por la tragedia del hundimiento del Islamar III en agosto, al que sólo sobrevivieron dos de sus 28 tripulantes, y sacudió la localidad de Isla Cristina.
Huelva Información, que cumplía con éxito su primer aniversario, creaba sus "Onubenses del Año", con los que aún hoy sigue premiando a quienes destaquen de forma positiva.
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