JOSÉ VILAPLANA BLASCO. Un episcopado marcado por la cercanía
Un repaso a sus trece años en Huelva cuando acaba de cumplir los 75
Le preocupa en lo espiritual la Diócesis, pero también las necesidades de la provincia
El obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, acaba de cumplir sus 75 años lo que le ha llevado a presentar ante el papa Francisco, como es preceptivo, su renuncia como prelado de la Diócesis. Siempre ha dicho que se ha sentido en Huelva “bien acogido, trabajando con ilusión”. “Me ha hecho sentirme formando parte de una familia, con sus retos y esperanza”, resalta.
Empieza ahora el tiempo para preparar la despedida que “una vez que se cumplen los años, no es bueno alargar una situación de provisionalidad”. Se siente, además, alentado por la carta recibida del Papa que se titula Aprender a despedirse. “En ella –asegura- me inspiro para este momento”.
No se sabe cuándo se recibirá el nombramiento del nuevo obispo y qué tiempo, por tanto, llevará esta espera. Mientras tanto, el obispo José Vilaplana en todas las celebraciones sabe que son parte de esa despedida.
Llegó en 2006 y dijo entonces al poco tiempo de estar entre los onubenses, sentirse como si hubiera estado siempre como obispo en Huelva. En estos trece años se ha comprometido con muchas acciones sociales y ha trabajado cerca de las distintas realidades de la Iglesia, pronunciándose en temas vitales para esta provincia como el medio ambiente o las infraestructuras. Opina que “el que seamos una provincia que está en una esquina, no debe dar motivo para ser olvidada”.
De manera anual ha conversado con Huelva Información ofreciendo su visión de la provincia y las preocupaciones que le mueven como pastor. Ese compendio de entrevistas, que se recopilan en un libro que se presentará el día 12, a las 10:00, en el salón de actos de la Fundación Caja Rural del Sur que lo patrocina, ofrece hoy un amplio recorrido gracias a sus titulares y respuestas que compendian el paso de José Vilaplana por Huelva.
Porque entiende que “la Iglesia sí tiene que hablar de temas sociales, de la vida y la solidaridad por la crisis”. Hay varios ejes principales que se reflejan como constantes de José Vilaplana en este tiempo el que “los bautizados sean creyentes, las parroquias centros de servicios y la Iglesia servidora”.
En este sentido, hay una preocupación latente como el seminario con el incremento de las vocaciones, el mayor compromiso de los laicos, atender mejor a los inmigrantes, la creación de la Casa de los Milagros de atención al necesitado y la educación.
Un problema que no ha dejado de tener presente es la crisis, pues asegura que esta “no termina mientras hayan familias que necesiten ayuda”. “Debemos ser solidarios no solo con las personas que están cerca de nosotros sino con todos los que necesitan nuestro apoyo, porque están viviendo situaciones más dramáticas”. Añade que “a través de las parroquias y fundamentalmente de Cáritas se está haciendo mucho por paliar las situaciones más dramáticas”.
Entiende, además, que la crisis debe llevar a la sociedad a unir esfuerzos, considera que “esta no es solo una crisis económica, sino también moral, de desconfianza institucional”.
Una de las iniciativas puestas en marcha por José Vilaplana es el Gesto Solidario de cada Cuaresma, para atender las situaciones más necesarias. “Es un gesto que además de indicar la unidad de toda la Diócesis a un servicio a personas muy vulnerable, se está consolidando y si continuamos así lo podremos prestar por mucho tiempo”.
Con estas ayudas se está manteniendo el nuevo proyecto de la Casa de la Iglesia en el antiguo colegio Santa María de la Rábida, una apuesta de este tiempo pastoral de José Vilaplana. Que cuenta con espacio para servicios pastorales de la Diócesis y otra para Cáritas de atención a personas enfermas inmigrantes.
Considera que la falta de vocaciones “es mucho más que un problema general de la Iglesia, porque si hay falta de fe, también hay falta de gente que quiera tener un compromiso ante la sociedad”.
Destaca, igualmente, la presencia de la mujer en la vida de la Iglesia que vive “con mucha naturalidad” y destaca las responsabilidades que va adquiriendo en distintos puestos dentro del Obispado” y, sobre todo, valora “el papel de la mujer en la transmisión de la fe”. Entiende que el tema de la mujer en la sociedad “la mejor manera de afrontarlo es liberarlo de las ideologías, valorar la feminidad, valorar las condiciones de la mujer, reconocerle los derechos que tiene”.
José Vilaplana ya consideraba nada más llegar a nuestra Diócesis el hecho de que el 70% de los padres pidieran Religión como un plebiscito.
Espera, igualmente, un mayor diálogo fe cultura en la Universidad, porque “la visión cristiana del hombre que tiene la Iglesia es bueno que entre en diálogo con otras del mundo actual”.
Le continúa preocupando que los asentamientos de inmigrantes sigan ardiendo, “la realidad es que necesitan mayor atención, es una situación compleja. Viven en condiciones infrahumanas, es una vergüenza para nosotros”. Entiende que la inmigración es un problema tan grave que “se debe tomar más en serio”.
Le preocupa la situación social de marginalidad en algunos barrios.
Defiende a la familia, porque “todos saben que cuando va bien y hay una relación armoniosa de padres a hijos, es una fuente de bendiciones, de posibilidades”.
Al mismo tiempo que ha querido expresar siempre su más apasionada defensa de la vida en todos su momentos, es “la defensa de la dignidad humana desde el momento de su concepción”.
La aportación del 0,7% de los impuestos a la Iglesia la entiende como “autofinanciación porque procede de la voluntad de las personas”. “La Iglesia depende de la gente, de sus apoyos, y eso es muy importante”. Aunque asegura que esa aportación no es suficiente, “ni la más relevante, hay otros ingresos de colectas y de los fieles”. Así, “la mayor respuesta a la X en el IRPF indica la confianza en la Iglesia”.
Resalta que “la Iglesia es libre de poder expresar sus convicciones de manera clara, sin que signifique imponer nada”. Mientras cuando se habla de la Iglesia en abstracto parece que hay una distancia, sin embargo Vilaplana duda “que haya una institución más cerca al pueblo que la Iglesia”.
Recordando a un profesor italiano, Andrea Riccardi, dice que “como en Europa muchas convicciones e ideologías han caído parece como que el árbol de la Iglesia es el que está manteniendo todavía sus raíces que conectan con nuestra cultura y, por eso, ese árbol molesta. No considero justo que los grandes medios de comunicación permanentemente digan de la Iglesia los defectos y silencien sus servicios”.
Apoya a las hermandades y destaca que en ellas han un gran potencial. Visitó a las juntas, los costaleros y las bandas de música. Resalta que “la Semana Santa va más allá de las procesiones, lo fundamental son las celebraciones litúrgicas”. A la vez que alerta de que no puede perder sus raíces.
Algunas cosas se han quedado en el camino como era el deseo de una nueva catedral. Por el momento la crisis ha ralentizado este proyecto hasta tal punto que nadie ha vuelto a hablar de ello.
Habla de futuro y asegura que hay que tener una atención muy especial a los jóvenes, “porque no son el futuro sino el presente”.
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