Juan Carlos Castro levanta el gran telón
Huelva de ayer a hoy
El juego de las emociones. El artista lo consigue, al entrar en la sala quedas envuelto en un cúmulo de sensaciones que hacen confluir la vista con el alma, es el arte con la pasión
Los días nuevos para vivir la primavera en las calles de Huelva
La exposición de Juan Carlos Castro Crespo te atrapa en todos los sentidos, es un juego de emociones. El artista lo ha conseguido, la obra debe conducir a un estado de ánimo y esta no hace que te sea indiferente.
Esta vez la excusa ha sido el Gran Teatro, bueno el Real Teatro del que ahora se cumple el centenario de que abriera las puertas. Juan Carlos Castro ya participó en su reinauguración en los faustos del V Centenario del Descubrimiento y/o Encuentro (así nadie se enfada) de América.
Y Juan Carlos ha levantado el telón con una obra muy especial que te seduce nada más acercarse a ella. No descubro nada nuevo porque así es siempre, como vimos en experiencias anteriores de sus bibliotecas, los conciertos dentro de esas catedrales a las que gusta dar una singular perspectiva que lejos de caerse a nuestra mirada le da movimiento creando un espacio único elevado en la mística.
Entiendo que esta es una exposición que sin buscarla resume un trabajo en el que Juan Carlos estaba inmerso en ese juego de la fantasía y el color, entre el arte y los sueños, desde la realidad y la ficción. A él le ha permitido salvar esos años triste de la Pandemia poniéndoles luz, y a nosotros ahora nos regala ese reencuentro de felicidad y amistad tan necesarios. La exposición es sobre todo eso, la cercanía de Juan Carlos con tantos y tantos amigos que no se cansan de darle al ‘me gusta’ en la obra que deja cada día en su redes.
Es una suerte esta exposición pues no hay nada mejor para visualizar lo que es el teatro que la obra en sí de Juan Carlos, que le da alegría, color, nos eleva al sueño de los actores, pero para él en lo artístico nada es inalcanzable, nos da ese guiño haciendo el pintor que entremos en su obra, no solo en la pictórica, sino en la representación teatral que recrea en sus collage o en el concierto y nos hace escuchar a Mozart a María Callas... o a su amigo Ara Malikian.
Bueno, aquí todos son amigos de Juan Carlos pues no solo te atrapa la belleza de la obra, sino también el bueno de este hombre tan grande que regala siempre amabilidad y afecto. Así que le vemos recorrer la sala con cualquier visitante, a los que deleita con todas las explicaciones y les lleva a ese mundo que él ha querido recrear en sus cuadros para disfrute suyo en ese estudio abigarrado de cosas, pinturas, maderas, papeles, cartones… para compartirlo ahora con la gente en este tiempo del resurgir de la vida.
Si atractiva es su obra que seduce por su fuerza, su color y, sobre todo, por la desbordante imaginación creativa del autor, lo que no es menos importante, y es un lujo que se complementa en esta sala en la que no se ha perdido prácticamente ningún día, ha sido el contacto con la gente -incluso desafiando a la Covid- en esas clases magistrales con las que ha sorprendido en una forma nueva y dinámica de presentar una exposición, recordando al profesor de Dibujo del instituto.
Juan Carlos ofrece así una obra viva en la que extiende sobre el papel la imaginación, los deseos, anhelos y también -hay que decirlo- las frustraciones de este tiempo incierto. Hoy es color y vida, así que quien llega a la sala cambia su estado de ánimo pues la obra te engancha con tanta sutileza que te introduces en sus conciertos, en las obras de teatros… Llegas a sentir la emoción de la música y se te van los dedos sobre el teclado de ese genial piano que desborda imaginación. Si quieres completar esta iniciación tienes el clarinete en ese concierto que recrea en una pieza de tamaño mural.
Tanto es el disfrute que es como si te arrancara los aplausos finales…
La obra de Juan Carlos tiene muchas miradas, la que observas desde lejos cuando con unas gotas de pintura o un trozo minúsculo de papel recrea a una persona, hasta acercarte y disfrutar de la desbordante imaginación, de fotos recortadas, elementos que incluso te regala una sonrisa por lo insospechado en ella y el efecto que tiene o una pequeña pieza de un ‘Tente’ o los pies grandes de sus personajes a los que algunos tiene el detalle de calzarlo con botas que toman relieve en sus collage.
Juan Carlos es, sencillamente, un genio… del arte, la imaginación y, sobre todo, de la amistad.
Tengo que confesar que por afecto y porque creo en su arte desde siempre pueda parecer que no soy objetivo en lo que hoy os relato. Para quien tenga dudas de lo que afirmo, tienen la última llamada para comprobarlo este lunes y martes, pueden todavía sumergirse en este gozo que es la obra de Juan Carlos Castro Crespo en la Casa Colón, a las 19:00 os recibe.
No puedo olvidarme de lo más importante, todo artista tiene una musa y ella es Charo, a la que con permiso del amigo le mando un beso entre estas líneas. Gracias a los dos por compartir tanto.
Sé que aquí no se echa el telón, sigue levantado en el ‘gran teatro’ de la vida.
Metidos dentro en la obra, un estímulo a los sentidos
Como el público que aparece en sus cuadros, los onubenses se siente perfectamente identificados con la obra de Juan Carlos Castro que también coge sus pinceles para quedar retratado entre ellos, como en esta pieza.
Metidos en ese mundo fascinante que crea es un estímulo a los sentidos; quedas impactado nada más entrar por su brillantez y perfección.
La clave es la pasión que le pone a lo que hace.
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