Luz y sombras. Mayo. Al hermano Elías Palma

Crónicas de otra Huelva

Ponce pidió a su amigo que depositara flores en la tumba del joven Francisco Boza, alcanzado por disparos de la Guardia civil en la jornada previa al 14 de abril de 1931

El origen de la alocución “estómagos agradecidos”

Fotografía del interior de la sombrerería de Simón Vidosa, en el centro de la imagen, al fondo, de pie tras el mostrador. Ponce Bernal, sentado en el centro, mira hacia abajo. A su derecha, el diputado a cortes Luis Cordero Bel, y al lado de éste, Elías Palma. / M. G.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

06 de mayo 2024 - 06:00

La introducción

La simbología | El periodista poeta

El texto poético que hoy reproducimos se publicó en un destacado a toda página en Diario de Huelva en su edición del sábado 2 de mayo de 1931. Blanquiazul pedía a su amigo Elías Palma, corresponsal en Huelva del periódico madrileño El Socialista, que visitara la tumba de Francisco Boza y en su memoria depositara flores como ofrenda a los que habían caído en otros tiempos en la festividad del Día de los Trabajadores. No era un artículo más, era toda una oda a los “mayos pasados, sangrientos y marcados por la muerte”.

Ese muchacho fue alcanzado por disparos de la Guardia Civil en la jornada anterior a las elecciones municipales de abril que desembocaron en la proclamación de la II República. Los trabajadores de la Compañía de Riotinto habían celebrado una manifestación para pedir a la clase trabajadora la adhesión a su causa. A su paso por la céntrica Placeta se produjo una carga policial que alcanzó el cuerpo del joven de 16 años. La muchedumbre que celebraba el cambio de régimen aquel 14 de abril coincidió en la calle, a la altura del Ayuntamiento, con el cortejo fúnebre del chaval. Se sustituyó la bandera monárquica que cubría el féretro por una tricolor y todos caminaron juntos hacia el Gobierno Civil, donde se vivieron momentos de mucha tensión. Desde el balcón arengaron a las masas el nuevo gobernador civil, Ramón González Peña, los catedráticos Amós Sabrás Gurrea y Florentino Martínez Torner; y también fue invitado a dirigirse al pueblo nuestro autor, José Ponce Bernal, quien, tras decir que la República era “una matrona simpática de viril porte que hacía su aparición en las grandes crisis de la historia para elevar a los pueblos al imperio de la justicia”, apremió a ir a la prisión a liberar a los presos políticos.

Elías Palma fue a la tumba de Boza a depositar las flores con la bandera tricolor. A su vuelta mandó al diario una Carta abierta que se publicó el día 3, en la que admitía haber leído “repetidas veces” su misiva, agradado “por el lirismo” y por el “sentimiento” con que estaba escrita, “con mano maestra”. Afirmaba sentirse con el deber cumplido y le prometía a Ponce hacer lo propio cada año con estas palabras: “No olvidaré la lección y ten por seguro que mientras yo aliente esta hermosa fecha del 1º de Mayo, haré lo propio que he hecho hoy”.

Un Mayo nuevo… Galas de flores, cantos de pájaros, sol en las almas…

Pasa la vida… Y pasan los mayos, lo bellos meses sublimes y trágicos, paganos e idealistas.

Sol en las almas… Sol de la Naturaleza iluminando serenamente las sombras abatidas sobre las fuentes; poniendo irisaciones doradas en las cabezas llenas de nieve; trasladando alegría a los ojos tristes; sonrisas a los labios mustios; vigores a los cuerpos débiles; fuerzas para luchar a los espíritus vencidos; ímpetus de gigantes a los bellamente fuertes, a los sanamente alegres…

La magna Grecia, cuna del Arte, supo recoger y amar la gloria de Mayo, la gloria de la Primavera. Tuvo para ella símbolos, honores y fiestas. Flora se engalanaba bajo los pórticos, y los jardines de Academo sonreían, a través de las disquisiciones filosofales, a la hermosa Naturaleza.

¡Mayo, mes sublime y trágico! Mes de alegría, de luz, de colores, de triunfo de la vida. Mes también de convulsiones, de angustias y de luchas, ensombrecido por la visión lejana y horrenda de las horcas de Chicago.

Diario de Huelva, 03-05-1931. / M. G.

Hablaba de paz, de calma y goce a los espíritus, de solaz y bienestar al cuerpo, el mayo de la Primavera. Habla de dolores, de inquietudes, de sangre, de sacudidas y violencias el mayo de la sociedad. ¡Antagonismo amargo el que se establece entre la vida natural y la vida social!

Tuvo lo que en una es goce, en la otra dolor. Todo lo que en la una es luz, en la otra sombras. Todo lo que en la una es risas, en la otra lágrimas. Todo lo que en la una es libertad, en la otra esclavitud. Y los hombres, en este contraste doloroso, en esta lucha injusta, han de dejar sangre e ilusiones, días perdidos y energías estériles.

Un mayo nuevo… Un bello mayo de sol y flores, de vida y triunfo por el espacio. Un bello mayo en que los pájaros cantan y la tierra se engalana y el cielo es más azul y la existencia más amable… Un bello mayo que podría serlo en nuestra vida y en nuestras almas.

Pasa la vida, pasan los años. Crece la hierba sobre las tumbas; bórranse los recuerdos de nuestra mente.

Olvidamos los mayos pretéritos ante el goce y la angustia de los presentes y la esperanza de los futuros.

Crece, sí, la hierba sobre las tumbas. Sobre aquellas tumbas que se abrieron en un día de mayo, en que también había sol y flores, vida y triunfo por el espacio, aunque hubiese sombra y lágrimas en muchas almas.

Es magnánima la Vida al hacernos olvidar, al darnos el consuelo y la luz de la risa a través del llanto y las tinieblas del dolor. Es grande la Naturaleza al poder renovar los días, los años y las épocas. Tienen una y otra potencias excelsas e ilimitadas al reverdecer con hojas nuevas los árboles secos y al adornar con nuevas ilusiones las almas tristes.

Gracias a estos poderes suyos, gracias a este triunfo de su vida sobre la vida artificiosa, dura, egoísta y mezquina de la sociedad, el espíritu humano camina y prospera, teje coronas de ensueño y poemas de amor.

Crece la hierba sobre las tumbas… Las tumbas que se abrieron en mayos pasados y en mayos más próximos. Las tumbas que recibieron cuerpos acribillados y cuerpos quemados… Las tumbas que hablaron a los hombres, con muda elocuencia, de crímenes y de tiranías, de bellos gestos y de grandes dolores.

Podemos olvidar y olvidamos. Debemos olvidar y lo hacemos. Pero es preciso, también, que nuestro espíritu rinda un recuerdo, en este mayo presente y en los mayos futuros, a los trágicos mayos pasados; los bellos meses que fueron lúgubres en muchas almas.

Es infinita y eterna la vida, mas la muerte marca igualmente su paso. No es la muerte poética de las flores muestras, de las hojas que caen arrancadas por el viento de otoño. No es la muerte dulce y justa de la naturaleza, que destruye los seres y las cosas viejas.

Es la muerte amarga que troncha y abate brutalmente, que aniquila y destruye sin piedad, en nombre de leyes, de dioses y justicias que la ignorancia de los hombres crearon. Es la muerte horrenda que surge traidora al entrar en la vida, la muerte que crea la fatalidad social.

Y los que cayeron doblados por ella, las tumbas que se abrieron para recibir sus mortales despojos, merecen, en este mes, la ofrenda humilde y sincera de un manojo de flores, de un recuerdo de reconocimiento y piedad.

Hermano Elías Palma: Tú que eres el decano de los socialistas de Huelva, tú que eres un corazón grande, visita hoy la tumba de Francisco Boza y, como homenaje a su memoria y como ofrenda a los que cayeron en mayos pasados, deposita sobre ella un ramo de flores, un ramo hermoso que tenga colores de Justicia, que tenga colores de Libertad…

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 03-05-1931

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