MANUEL BÁEZ LITRI. Cien años del nacimiento de un mito
Huelva
Un día tal como hoy el joven Manolito se enfrentó por vez primera a un novillo en la Plaza de Toros de Huelva
La buena acogida por parte de los aficionados abre un abanico de ilusiones
La ciudad había participado de la gran fiesta del Corpus Christi de 1919, con su procesión desde la mayor de San Pedro, en la que se pudieron ver los pasos de San Sebastián, el de Santa Ana y el de la Virgen del Rosario; a la Custodia le adornaban claveles y magnolias y llevaba palomas.
En lo lúdico hubo también novillada con Salvador Alarcón, Eduardo Pérez y Francisco Alejandro ‘El Pirfo’. Aquellas fiestas del Corpus se completó con la apertura de la temporada de verano en la Plaza de las Monjas, con sus kioscos bares y el concierto de la Banda Municipal de Huelva, bajo la dirección del maestro Castillo. ¡Vamos, igualito que ahora!
Sin embargo, lo más importante para la historia del toreo estaba por llegar. En esta efervescencia de las fiestas del Corpus, que siempre fue una buena fecha para los espectáculos taurinos, tenía lugar el viernes 20 de junio de 1919 la aparición de quien se convertirá en una gran figura del toreo, en un mito de la tauromaquia nacional y en un símbolo de la ciudad de Huelva: Manuel Báez Litri.
Debutaba en la Plaza de Toros de Huelva y todo fue un delirio. Un nuevo ‘Litri’ en el albero. La crónica del Diario de Huelva así lo dice: “Nuevo torero. El hijo del ‘Litri’; el periódico La Provincia, por su parte, también hacía una importante reseña que firmaba P. P. Pinto titulando: “Un nuevo ‘Litri”.
La prensa nos sitúa: “Con asistencia de su padre y varios amigos, debutó como matador de novillos el joven Manolito Báez, hijo del valiente ex matador de toros ‘Litri”.
Para ellos era aún Manolito, contaba algo menos de catorce años, pero a pesar de esta juventud “se las entendió con un novillo de tres años”, hermano de los que se le lidiaron el día anterior en la novillada del Corpus e “impropio por su tamaño para tan pequeño torero”.
Francisco Tijeretas Gómez en su recopilación dedicada a Manuel Báez Litri, recuerda aquella tarde en sus inicios: “El chiquillo, que aún vestía pantalón corto y lucía sus pantorrillas, abrió un pequeño capote y con él dio unas verónicas superiores, que jalearon con entusiasmo los invitados”.
Todos estaban pendientes del joven onubense, muchas miradas cautivas, la de cuatrocientos aficionados que esperaban con inquietud qué iba a depararle la tarde al joven Manolito.
El toro resultó manso, “desluciendo la labor del diminuto torero”, dice el Diario de Huelva. A pesar de ello, “Manolito se mostró muy suelto con el capote; que manejaba con relativo arte; con la muleta toreó con mucha valentía, dando pases de buena marca, despachando el novillo de dos pinchazos y una buena estocada acertando al descabello”.
En la plaza pudieron apreciar que Manolito “es valiente y que maneja el capote con bastante soltura”, señala Pinto en La Provincia. La crónica ve unas resueltas faenas con el novillo: “En las dos o tres verónicas en que el bicho tomó franco la percalina, se estiró; mandó y templó superiormente siendo aplaudidísimo”.
Asegura Tijeretas que “el nene se mostró valiente y tranquilo. Con la muleta cada paso fue un revolcón, y siempre el muchacho se levantó sin detenerse a mirar si estaba herido, y cuantos más golpes recibió con más valor se fue a la cabeza del novillo”.
Era un luchador, tuvo que citar en repetidas veces al toro con la izquierda y en uno de los pases que logró que le arrancara, se le coló este, derribándole. “No se asustó de las varias caricias que le hicieron y procuró a que el bicho juntara las manos”, dice La Provincia.
Tijeretas dice que “a la hora de la verdad Manolillo se echó plante y metió todo el estoque en buen sitio”.
La crónica del Diario de Huelva, por su parte, se remata con buenos augurios: “Damos la enhorabuena al ‘Litri’ y deseamos al joven novillero mucha suerte”. Ya todos lo tenían como novillero.
El periódico La Provincia no reparó en elogios: “El chico fue ovacionado y su padre felicitado por el buen resultado de la presentación”, y aventura que “puede llegar a ser algo en el toreo, con el valor que posee y la afición que demuestra”.
Consiguió esa tarde “el visto bueno de un montón de buenos aficionados y de su padre”.
A partir de ese momento era soñar con una nueva figura del toreo: Manuel Báez Litri.
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