Madroños: Arbutus unedo
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El madroño árbol o los madroños fruto son una maravilla gastronómica poco conocida de nuestra provincia, sobre todo en la margen a levante del río Tinto y que compartimos con la provincia de Sevilla. El pueblo del Madroño que comparte con nosotros casi todos sus servicios es un pueblo sevillano.
Se trata de un arbusto de una envergadura entre los cuatro y los seis metros, con el tronco cubierto de escamas y ramas grisáceas y ramitas pardo rojizas con muchas hojas perennes lanceoladas y serradas, de color verde brillante por la cara y verde mate por el dorso.
Sus flores son inflorescencias con panículas (racimitos) colgantes, su raquis (eje) rojizo y bracteas (órgano protector) envolventes rojizas.
Su fruto es el madroño llamado también artebellaco o borrachín. Es una baya que tiene unos diez milímetros. Es globoso, tuberdulado y rojo a negro en su madurez, con semillas muy pequeñas, pardas y angulosas.
Su hábitat natural son los bosques mixtos con desfiladeros y cañadas fluviales, laderas, encinares o roquedales desde cotas a nivel del mar a cotas de ochocientos e incluso mil metros de altura, en suelos limosos, arenosos y bien drenados. Se encuentra en la región mediterránea y norte de África donde lo podemos encontrar además de su ambiente natural, formando parte de parques y jardines.
Su uso mas conocido es el culinario, sus frutos son comestibles y aunque tienen poco sabor son azucarados, se usan como fruta en postres, así como en confitería para la elaboración de mermeladas y en la cocina para elaboración de salsa; en el mundo de los licores son muy apreciados para la elaboración de licores por destilación o por maceración de sus frutos en aguardientes.
Y aunque hoy día no se emplea, en la antigüedad era materia prima para la obtención de azucares.
No obstante se deben comer en pequeñas cantidades, son muy indigestos y producen síntomas parecidos a la borrachera de donde viene su nombre latino; unedo significa comer solo uno.
Tiene en su composición arbusterina, taninos, licopeno y ácido gálico, un veinte por ciento de azucares y sus semillas tienen elevadas concentraciones de ácidos grasos por lo que se viene usando desde la antigüedad como diurético, astringente y antiséptico urinario y renal.
Por sus propiedades antioxidantes se le da uso para prevenir el exceso de colesterol y como protector de enfermedades cardiovasculares y el licopeno ayuda a reducir las inflamaciones de próstata.
Al tener taninos en su composición puede producir trastornos gástrico si se consume en cantidades, por lo que siempre es recomendable que su consumo sea responsable y en pequeñas cantidades.
Además en nuestra provincia son muy importantes las salsas que se elaboran en los pueblos de la Sierra; las de madroño son una exquisitez inaudita y magníficas para acompañar carnes de caza. Y los licores caseros son ¡una maravilla!
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