Mari Carmen Vázquez Martín: La cuponera de la suerte
Gente de Aquí y Allá
En la calle Ancha de Punta Umbría, desde hace mucho tiempo, se escucha a diario un grito: “Llevo el número de la suerte”. Y allí está, siempre muy sonriente, Marí Carmen, deseando que el azar nos visite también a todos
Elías Hierro Gómez: carpintero artesano
La conozco desde hace mucho tiempo y, de vez en cuando, le compro los cupones de la Once que ella pregona y que, a veces, reparte suerte, aunque yo tengo que reconocer que a mí nunca me ha tocado nada. Pero la verdad es que con su sonrisa diaria me conformo.
Marí Carmen nació en Huelva al comenzar el verano de 1976, pero ella se considera de Punta Umbría. Su padre era de Aljaraque y trabajaba en las salinas de Aragonesas, pero no lo llegó a conocer porque desgraciadamente falleció en un accidente de tráfico cuando iba a trabajar. Su madre sí era de Punta Umbría y ella vivió siempre a su amparo, pues era una gran trabajadora que sacó a la familia hacia delante con gran esfuerzo y con su ayuda desde que era bien pequeña. Tan pronto como dejó sus estudios primarios empezó a trabajar haciendo de todo. Trabajó en una frutería en el mercado y también cuidando niños. Por cierto, mi hermana Charo tenía entonces cuatro niños pequeños a los que cuidaba ella, sobre todo a mi sobrina Carmencita, que era la más pequeña. Guarda muy buen recuerdo de aquella época, lo mismo que mi familia la recuerda con gran cariño. Pero además no dejaba de prepararse y estudiar y se hizo auxiliar administrativo y trabajó en una inmobiliaria. Después, cuando llegó aquí una notaria para ocupar provisionalmente una plaza, le ofreció irse con ella a trabajar a la Notaría que más tarde iba a ocupar en la provincia de Salamanca. Y no se lo pensó dos veces y allí, a tierras charras, se marchó.
Se casó con José Figueroa Sánchez, un buen muchacho de Punta Umbría, hijo del célebre farmacéutico, alcalde pedáneo y patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, don José Figueroa Agea, a quien yo siempre he considerado la persona más importante de este pueblo durante todo el siglo XX. Un gran hombre que hizo mucho bien y que es recordado con mucho cariño por todos los que tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo.
Cuando Mari Carmen tenía solo 38 años sufrió un ictus y perdió visión de un ojo. Le recomendaron que se apuntase en la Once y allí fue a pedir trabajo en sus oficinas, para lo cual estaba preparada. Pero le ofrecieron vender los cupones y tampoco se lo pensó, aceptó el reto, y eso que al principio le costó adaptarse a esta nueva situación en su vida. Pero ahora esta muy contenta y feliz por haber aceptado y confiesa que es lo mejor que le ha pasado en la vida. Con este trabajo habla y conoce a muchas personas, ha hecho muchos amigos y lo pasa muy bien hablando diariamente con todo el mundo. Y además está muy satisfecha con la labor tan importante que hace su empresa. Ella dice que la gente no sabe la importancia que tiene comprar un cupón de la Once, pues asegura que esa pequeña cantidad que cada uno aporta está muy bien empleada por los gestores en diferentes acciones de ayuda humanitaria.
Además, es verdad que reparte suerte, pues ha dado seis premios gordos. Uno de ellos, no hace mucho tiempo, fue de 240.000 euros, unos 40 millones de pesetas. Tiene tantas amistades que, cuando alguien se pone enfermo, va a su casa y le lleva el número que todos los días le compraba. Incluso a veces le encargan: “Ya que vas a venir, tráeme el pan de la tienda”. Es decir, que Mari Carmen es amiga de todos sus clientes. Yo mismo me considero su amigo, a pesar de no ser un comprador habitual.
El matrimonio, cada vez que puede, se va a hacer excursiones, pues son senderistas. No hace mucho hicieron el Camino de Santiago y lo pasaron muy bien, cosa que pude comprobar por un vídeo que ella me mandó. Además, él acaba de venir de subir al pico Mulhacén, el punto más alto de la Península Ibérica, con sus 3.479 metros y de gran recuerdo para los topógrafos porque, desde el vértice geodésico que allí hay se vivió la más importante epopeya topográfica al unir España y África.
Conozco a su marido desde que era pequeño y me consta que Mari Carmen y él se llevan a las mil maravillas, porque ambos son especiales y se ayudan mutuamente en todo. En definitiva, que forman una pareja entrañable y todo el mundo los quiere mucho. Y a ella, aunque no le vayan a comprar, siempre se paran a saludarla. La calle Ancha, sin ella, no sería mismo.
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