El Mercado de Santa Fe, un edificio "casi único" en el mundo
Las obras de conservación mantienen la estructura metálica y recuperan los sótanos cerrados
Visita a las entrañas del antiguo mercado de Santa Fe de Huelva
Las obras en el mercado de Santa Fe de Huelva recuperarán la imagen original del edificio
Máquinas, escombros y materiales de construcción ocupan ahora el amplio y diáfano espacio del antiguo Mercado de Santa Fe. Con más de cien años de historia, sus cuatro paredes albergaron originalmente un mercado de abastos cuya estructura metálica es a día de hoy el "verdadero elemento de valor" del edificio, que lo hace "casi único" en el mundo, tal y como señala Rocío Rodríguez, la arqueóloga municipal que trabaja en las obras iniciadas en mayo que lo convertirán en un espacio de uso cultural el próximo año.
Construida con hierro pudelado, este armazón estructural que no admite soldaduras sino atornillamientos se conserva "en bastante buen estado", indica Rocío. Por ello, uno de los objetivos de la remodelación es mantenerlo y únicamente "sustituir la cubierta y los elementos de la techumbre". Esta característica sustentación metálica se podrá contemplar desde todo el inmueble, ya que el proyecto contempla un espacio diáfano sin entreplantas.
Sin embargo, lo que verdaderamente singulariza a este edificio de más de 2.000 metros cuadrados es el sistema con el que se construyó su estructura, conocido como Polonceau, la forma "más sencilla y primitiva que hubo de construir en hierro". "La cubierta se soporta únicamente en los muros del perímetro y en los 12 pilares de fundición", detalla la arqueóloga municipal, que destaca que este sistema de origen francés no era habitual en “estructuras tan complejas de cuatro vertientes y con tres alturas”, sino más bien en naves a dos aguas como las de las estaciones de trenes. Esto hace al inmueble “casi único” a nivel mundial, pues “se han conservado muy pocos” de este estilo y magnitud.
Otra de las piezas estrella del antiguo mercado son sus sótanos, que tras los trabajos se recuperarán después de haber permanecido cerrados durante su última etapa como comisaría de la Policía Nacional hasta 2005. En origen, estos llamativos espacios con forma de bóvedas de medio cañón construidas con ladrillo visto sirvieron como lugar de almacenamiento y bodegas del mercado. Posteriormente, a partir de su etapa como comisaría, fueron empleados como taller mecánico para los vehículos de la policía, que accedían por una puerta de garaje abierta por el lateral de la calle Daoiz. Ahora, tras la rehabilitación y la retirada de los escombros que habían colapsado el acceso hacia arriba por las escaleras laterales, está previsto que funcionen “para usos diversos complementarios al centro cultural”, como los aseos o una cafetería.
Los problemas de humedad de este espacio subterráneo han sido hasta la fecha la principal dificultad a la que se han enfrentado los trabajadores de la obra. Estas tres naves en forma de U se construyeron aprovechando el desnivel existente entre el Paseo Santa Fe y la Plaza Dos de Mayo, sin embargo, "las filtraciones del terreno" originaron humedades que, según el control de movimiento de tierra, existen desde el origen del inmueble. "Se han detectado hasta tres capas de pavimento y rellenos drenantes superpuestos", detalla Rocío, que explica que una de las primeras actuaciones consistió en "romper el tapiado de las ventanas" para favorecer la ventilación.
Estos problemas de humedad guardan relación con el Cabezo del Molino de Viento que ocupaba este espacio antes de la construcción del actual edificio. A finales del siglo XIX, con la llegada de las compañías extranjeras del mineral, la ciudad comenzó a prosperar gracias a la actividad mineral y portuaria, lo que supuso la creación de infraestructuras que ganaban terreno a las marismas. Es aquí cuando "se desmontaron algunos cabezos", cuenta Rocío, como ocurrió con este, que desapareció para dar paso al actual Paseo de Santa Fe y su mercado de abastos.
Finalizado en 1903, los grandes autores de este céntrico edificio de estilo neoclásico fueron los arquitectos municipales Manuel Pérez González y Francisco Monís. El primero planteó en 1899 un edificio de planta cuadrada con cuatro fachadas monumentales de ladrillo visto que continuaba con la tradición de los mercados de abasto de la época. Arcos de medio punto, otros rajados o decoraciones en la estructura metálica evocaban al Mundo Antiguo y otorgaban tintes elegantes a este edificio que posteriormente sirvió como escuela de arte, de capataces de minas, biblioteca, museo de pintura o acuartelamiento militar a partir de 1919.
Un siglo más tarde, el actual proyecto plantea el inmueble como un futuro espacio de exhibiciones y acciones culturales cuyas obras, enmarcadas dentro del Programa 1’5% Cultural del Ministerio de Fomento, tienen un plazo de ejecución de un año y han supuesto una inversión de 3,2 millones de euros con una aportación municipal del 39,7% (1,32 millones) y ministerial del 60,2% (unos 2 millones). Así, los trabajos deberían estar concluidos para el próximo verano. De momento, la condición de Bien de Interés Cultural (BIC) declarada por la Junta de Andalucía en 2017 ha permitido comenzar un proyecto de conservación que ya ha supuesto la demolición de las instalaciones policiales y en los meses venideros ejecutará el refuerzo de las cimentaciones, la sustitución de la cubierta y la creación de un edificio auxiliar en la parte trasera.
Con el fin de respetar el estado original del inmueble, también se taparán las ventanas y puertas que se abrieron a posteriori, dejando únicamente las primarias, que son las que se sitúan en un nivel superior, así como los ojos de buey ubicados en las esquinas. En cuanto a las puertas, se mantendrán cuatro, una en cada lateral. También se conservará el nivel del suelo, para lo que se está apuntalando actualmente la estructura y se están levantando los pavimentos existentes hasta alcanzar la cota a la que se comenzará a construir la cimentación.
Lo que sí resultará una novedad será el edificio auxiliar que se alzará en la Plaza de la Piterilla, que servirá para instalar un ascensor de acceso y los equipos de aire acondicionado. Para ello, ya se está remodelando la zona y se han quitado las pérgolas que había en este espacio.
Lo cierto es que con la remodelación de este simbólico y antiguo edificio de la capital, el entorno del Paseo Santa Fe cobrará una nueva vida. Estas paredes con casi 120 años de historia ampliarán las opciones culturales de la ciudad ofreciendo un imponente edificio para usos diversos dirigidos a los ciudadanos porque, al final, “se trata de que el inmueble vuelva a ser lo que era, una plaza cubierta para actos de afluencia de mucho público”, concluye Rocío.
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