Psicología y Salud: Manual para dejar de evitar los conflictos
Todo está en tí
Las personas que temen el expresarse y se callan para no entrar en discusión se vuelven muy complacientes y se centran en agradar
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Las personas a las que les cuesta gestionar los conflictos se vuelven muy complacientes y con la necesidad de agradar para que los demás no se molesten o se enfaden.
Las personas evitativas o escaqueadoras de conflictos suelen temer o evitar el expresarse y se callan por si tuvieran un problema, aunque claramente tengan su opinión. Igualmente, acostumbran a hacer bromas en mitad del conflicto para quitar la carga que a ellos le genera esa situación, es decir, hacen bromas para desviar la atención del problema. De esta manera, la imagen que da la persona evitativa es de simpática y de graciosa, y así caerá bien a la mayoría de las personas, además de no tomar partido en el conflicto.
Estas personas reprimen los sentimientos, algo que les hace ir de un extremo al otro. De inhibidos o pasivos pasan a ser agresivos. No expresan lo que sienten y van acumulando tensión hasta que explotan de una manera agresiva y desmesurada.
Otra característica que tienen es que cambian de tema cuando ven que la situación se va poniendo tensa porque no quieren hablar de temas que les generen ansiedad. De este modo, dicen que "no pasa nada, ya se hablará del tema, no vamos a seguir que siempre es lo mismo". A su vez, evitan estar en desacuerdo con los demás, incluso cuando esa persona está en desacuerdo interiormente. Prefieren pasar desapercibidos por si alguien se enfada con ellos o discute y les dejan en evidencia.
Evitar los conflictos repercute mucho en nuestra salud, ya que se suele manifestar en el cuerpo negativamente. Dicen que el cuerpo grita lo que el alma calla. Además, una de las razones que genera mayor separación entre las parejas es la falta de comunicación, pues suele haber tendencia en algunas de las partes de la pareja en evitar hablar de los temas en los que no se está de acuerdo o a la pareja le molesta y esto puede llevar a conexiones no saludables.
Por ello, el problema no es el conflicto en sí mismo, sino la manera en que gestionamos dichos conflictos con las personas que queremos y que están involucradas.
Es cierta, como hemos mencionado, la ansiedad que a muchas personas les produce el involucrarse en situaciones que son incómodas o difíciles, algo que va a hacer que eviten cualquier situación difícil. A veces no es por la ansiedad, sino que es porque se sienten inferiores a la hora de discutir y de defender su punto de vista. O, también, porque han tenido experiencias de la infancia con padres con muchos conflictos entre ellos.
El problema de evitar los conflictos es que no solo no desaparecen, sino que también hace que la persona no pueda evolucionar y desarrollar más habilidades sociales para poder expresarse.
Las maneras en que podemos mejorar el enfrentamiento a los conflictos pueden ser varias. Una de ellas es conectar con el conflicto, es decir, conectar con todas las emociones que me está generando esa situación, ya sea rabia, miedo o vergüenza. Una vez que hemos sido capaces de identificar la emoción que me está generando el conflicto, podemos irnos a los pensamientos que estoy teniendo en dicha situación. Al conectar con el conflicto, te permites abrirte para poder buscar soluciones.
Factores que pueden influirte también a la hora de abrirte a manejar las situaciones difíciles suelen ser la inseguridad, la vergüenza, el temor al rechazo o al abandono. El hecho de que te enfrentes a dichos temores no significa que montes otro conflicto, sino que reconoces tus puntos débiles y buscas soluciones alternativas.
Otra de ellas es la asertividad, el arma más poderosa para la comunicación. De esta manera, siempre vamos a poder expresarnos y decir lo que sentimos y pensamos sin hacer daño al otro, aunque el otro pueda sentirse ofendido. Al expresar lo que sientes y lo que piensas te estás haciendo respetar y tomando en cuenta, además de mejorar tu autoestima.
Es importante, igualmente, replantear tus pensamientos y creencias sobre los conflictos, ya que esos juicios están haciendo que te sientas limitado y no puedas libremente expresarte.
Los conflictos siempre van a estar presentes en nuestra vida, pues forman parte de la relaciones personales y sociales, pero esto no significa que siempre sean negativos. Todo lo contrario. Suelen ser muy positivos. Podemos encontrarnos los conflictos latentes, aquellos que existen, pero las personas involucradas no son conscientes de ellos; los intrapersonales, que son nuestros propios conflictos interiores relacionados con los valores que cuestionan partes personales e íntimas; los interpersonales, aquellos que surge entre dos personas por la intervención de la tercera persona; y los intragrupales, cuando hay discordancia dentro de un grupo que hay subgrupos.
Tomar medidas entre los problemas que nos surjan es la mejor manera de resolver y mejorar nuestra vida social.
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