Psicología y Salud: Las cinco heridas de la infancia y la adolescencia
Todo está en tí
Todos tenemos dentro un niño herido debido, bien a carencias afectivas durante nuestra infancia, bien a heridas de adolescentes
Psicología y Salud: La teoría triangular del amor
Huelva/Todos sentimos de una manera más o menos intensa alguna herida de la infancia y/o adolescencia. Todos nuestros cuidadores lo han hecho y lo hacen lo mejor que saben, si bien lo ideal sería preguntarles a dichos cuidadores acerca de cómo fue su infancia, lo cual explicaría mucho las formas en que ellos educan y expresan su amor.
Todos tenemos un niño herido, el famoso niño interior, debido a que, por sus carencias efectivas, unos cuidadores no han sabido hacerlo mejor; y a las heridas por la adolescencia, ya sea por exclusión o ansiedad social.
La primera herida sería el miedo al abandono. Las personas que han sufrido abandono en su infancia y/o adolescencia tienen a la soledad como su peor enemigo. La falta de afecto, de compañía, protección y cuidado les marcó tanto que se encuentran en constante vigilancia para no ser abandonados con un terror extremo a quedarse solos.
Esta herida de abandono hace que muestren esa carencia afectiva en sus relaciones personales y sociales. La máscara que utilicemos con cualquiera de las cinco heridas es la estrategia para protegernos del dolor de la herida. En el caso de la herida de abandono, sería la máscara de la dependencia emocional, es decir, tolerarán cualquier cosa por no quedarse solos. Y esto lo que va a repercutir es en que sus parejas se sientan asfixiadas ó que los trates muy mal porque estas personas sienten mucha inseguridad y miedo enfermizo y constante a que sus parejas se vayan.
Ante ese miedo hay veces que la persona, ante la posibilidad de que lo dejen, será ella misma la que lo deje por un mecanismo de protección por miedo a que pudiesen vivir la experiencia del abandono como en su infancia. Por lo tanto, evitarán buscar relaciones para no revivir dicha experiencia. Por eso, esta herida se trabaja pasando tiempo con nosotros mismos, haciendo cosas que nos gusten, o con el autocuidado sin necesitar a nadie.
Miedo al rechazo es la segunda herida. Este rechazo es hacia nuestros pensamientos, vivencias y sentimientos. El rechazo a nuestro propio amor, a nosotros mismos. El origen tiene lugar en la infancia-adolescencia, cuando no hubo aceptación por parte de las demás. Cuando el niño va creciendo y siente rechazo lo que va creciendo en su interior es el auto desprecio, pues cree que no es digno de que lo quieran ni de querer. Lo va haciendo suyo, interiorizando de tal manera que cualquier comentario ó pequeña critica le generará muchísimo sufrimiento. Lo que hará para compensarlo necesitará mucho reconocimiento y aprobación de los demás. Su mascara será la de personas que no quieren ser el centro de atención, serán huidizas. Son muy perfeccionistas para no equivocarse en nada o en lo justo, para no ser rechazados. Para sanar esta herida hay que trabajarla empezando por valorarse y reconocerse... también la terapia enfocada en sus inseguridades, aumentado la seguridad en uno mismo.
La herida de la humillación esto se da cuando has tenido personas en tu infancia-adolescencia que te han criticado o desaprobado mucho, afectando directamente a la autoestima. Suele haber mucha ridiculización. Se vuelven personas muy dependientes, harán cualquier cosa por sentirse útiles ó válidos. Esto hace que se sienta mucho peor ya que la autoimagen es dependiente de las demás. Su mascara será el masoquismo, que tendrá satisfacción cuando sufra. Se considera menos importante que los demás. Sienten que merecen ese maltrato de los demás porque creen que no son merecedores de nada buen y esto repercute en estar siempre complaciendo a los demás olvidándose de sus propias necesidades. Esta herida hay que trabajarla perdonando a las personas que nos hirieron, trabajando el pasado.
Herida de la traición es cuando en la infancia sientes que personas que te querían, no cumplieron alguna promesa importante. Esto genera sentimientos de desconfianza y aislamiento. Piensan que los demás tienen malas intenciones hacia ellos y son personas que suelen tener mucho rencor y muy posesivos hacia los demás. Hay que trabajar la paciencia y la tolerancia.
Por último, la herida de la injusticia se genera cuando en la infancia, en el cuidado, han habido personas muy rígidas con educación muy autoritaria. La máscara será la rigidez y les costará aceptar otros puntos de vista, serán absolutos en sus creencias y valores. Necesitan ganar poder e importancia y suelen ser muy perfeccionistas y ordenados, además de muy controladores y de èrsonas que no piden ayuda. La terapia será trabajando esa rigidez mental, tolerancia hacía los demás.
Basado en Las cinco heridas que impiden ser uno mismo Lise Bourbeau.
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