Psicología y Salud: La ira, la mala gestión del enfado

Todo está en tí

Si piensas que la ira es incontrolable no vas a poner ningún límite y esta ira se acaba adueñando de tus pensamientos y tu cuerpo

Psicología y salud: ¿Qué es el bienestar emocional y cómo se consigue?

Psicología y Salud: La ira, la mala gestión del enfado / M.G.
Emma García Mendoza

29 de octubre 2023 - 06:00

Una de las consultas psicológicas que se dan con alta frecuencia es la forma inapropiada de reaccionar a situaciones que generan malestar o frustración. Estas personas, a las que nos referimos hoy, suelen reaccionar con ira o de forma violenta verbalmente y, normalmente las personas que reaccionan así creen que son los demás los que hacen que ellas se comporten así o, lo que es lo mismo, que los demás son los culpables de sus reacciones.

Es importante identificar los motivos por los que te sueles enojar. Escribir y detectar qué situaciones te alteran te ayudará mucho, dado que estarás pendiente de dichas situaciones. Si uno piensa que la ira es incontrolable no va a poner ningún límite, y la ira se adueña de nuestros pensamientos y cuerpo y, por ello, no nos controlamos y sacamos toda la rabia hacia los demás. Enumeramos así las muy diferentes situaciones que provocan ira.

Una de ellas sucede ante situaciones en las que no eres capaz de decir que no. Aquí vas acumulando mucha rabia y hay un exceso de obligaciones cuando los demás delegan en ti muchas responsabilidades que no te corresponden. Aquí es fundamental el empezar a practicar la asertividad, una buena comunicación a través de las técnicas de comunicación. Es cuando tienes que empezar a decir a los demás que no puedes con todo, pues establecer límites de manera más frecuente te va ayudar a controlar el enojo.

Otra situación que nos provoca enfados la hallamos cuando nos sentimos intolerantes a la frustración, es decir, cuando tenemos un objetivo y no lo conseguimos. Somos niños llorando por el caramelo y si no lo consigo me enfado. La baja tolerancia a la frustración es un reflejo de un punto de inmadurez.

También sale esta reacción ante una crítica o comentario hacia nosotros de manera negativa. El enfado muchas veces aparece por la función de protegernos de aquello donde nos sentimos susceptibles. De hecho, el enfado en sí es sano cuando una situación lo requiera, como poner un límite a las demás o expresar nuestras necesidades o expectativas, pero cuando vamos acumulando enfados porque no los expresamos, acabas estallando y generando la ira. Ya la ira no es funcional porque nos perjudica en nuestras relaciones y lo que hace es distanciarnos de los demás. Nos lleva a sentirnos culpables y tristes.

También acumulamos enfados porque tenemos miedo, miedo a que si me expreso y digo lo que no me gusta, los demás me van a rechazar o se van a enfadar conmigo.

Por ello, esos jefes, por ejemplo, que no son líderes, imponen el respeto que no es respeto, es miedo. Aunque esa persona realmente lo hace así para defenderse, o por miedo a que alguien les haga daño o no cubran sus necesidades y usaron cualquier estrategia que les puede ayudar, aunque sean totalmente desadaptativas como: gritar, intimidar, romper cosas, insultar etc... Así la persona con ira cree que conseguirá que los demás hagan lo que la espera y quiere.

Sin embargo, esto no funciona, más bien todo lo contrario, pues le va a traer peleas con familiares, problemas gastro intestinales, pérdidas de amistad o aislamiento. Hay que trabajar, no eliminando la emoción del enfado ya que es necesaria y sana, pero sí la ira.

Hay muchas técnicas para manejar la ira, pero es cierto que lo más importante es la gestión de la emoción que esconde la ira. Estos miedos vienen desde la infancia y por la falta de autoconocimiento, ya que si nos conocemos podemos ver qué es lo que nos genera vulnerabilidad, ya que desde ahí voy a descubrir mis miedos y carencias. Por ejemplo, una ira ante una crítica.

Algunos pensamientos más recurrentes y que son “activadores de la ira” son el “yo tengo razón”, “todos se aprovechan de mi”, “tengo que defenderme”, "se están aprovechando de mi”, “a mi me respetas” o “siempre me sucede lo mismo”. Todos estos pensamientos van activando la ira hasta que explotas y después te sientes culpable.

Los efectos negativos que tiene la ira son la culpa, la frustración, los conflictos interpersonales, la tensión, la falta de control, el enfado o la soledad. Es muy importante aprender a controlar la ira para poder manejar los conflictos, en tanto que el enfado es adaptativo a la ira.

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