Psicología y Salud: El síndrome de las silla vacía, las ausencias en Navidad
Todo está en tí
La ausencia es más llamativa cuando ese hueco de la mesa no está ocupado, pero hay algunos 'tips' para sobrellevar mejor estos momentos en familia
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La época de la Navidad se acerca. Son, al fin y al cabo, momentos en los que hay muchas reuniones familiares. El síndrome de la silla vacía se suele dar en épocas como esta y aquí es donde más se nota la ausencia de las personas que ya no están entre nosotros.
La ausencia no tiene por qué ser solo por un fallecido, pues puede ser también por una separación, divorcio o un enfado con algún familiar con el que no vuelves a encontrarte porque no has arreglado ese conflicto, y te reúnes con la mayoría de las personas que solías hacerlo, pero falta alguno de ellos.
Aunque esa falta en la mesa sea por un duelo y se haya superado, ya no sea un duelo patológico, la ausencia ahora es más llamativa, ya que lo que decimos con el síndrome de la silla vacía es que están todos sentados en la mesa ocupando su lugar , y normalmente esa persona ocupaba un lugar concreto y ahora se hace más evidente esa ausencia o carencia de la presencia de la persona que no está.
Hay muchas personas que, cuando se van acercando estas fechas, se dan cuenta que no tienen ganas de que lleguen estos momentos. Es muy habitual y se ha visto que el estado de ánimo, sobre todo, en Nochebuena (quizás como es más familiar que Nochevieja), cuando la gente se encuentra triste porque echa de menos a alguien, ya puede ser porque haya fallecido o porque esté fuera de su ciudad y no haya podido viajar para estar con estas personas o por divorcio, entre otros motivos.
Una de las cosas que se puede hacer para sentir menos vacía la silla, aunque parezca una tontería, es cambiar un poco el escenario. Si la mesa se ha colocado de una manera concreta siempre puedes intentar recolocarlo de otra manera, cambiando incluso un poco la decoración y la organización de la mesa, todo con ánimo de que no recuerde tanto a la persona que falta.
Muchas personas creen que hablar de la persona que falta por fallecimiento nos va a poner más tristes. Si no hablamos de ella, no vamos a llorar, se dice; si bien es todo lo contrario, hay que dejar que sea un tabú el hablar de las personas que faltan porque lo hacemos de una manera más normalizada y, si hay que echar unas lágrimas pues se echan, pero que deje de ser un tema tabú y que se vea con total normalidad. Por ejemplo, decir: “X” -la persona que falta- seguro que habría hecho tal cosa de comida o seguro que estaría riéndose por tal cosa, con total normalidad.
Podríamos realizar ciertas acciones para intentar llevar este síndrome de una manera más liviana, como las que contamos a continuación.
Tiene que sentir, es decir, darte permiso a sentir esa emoción que quieres retener y que no quieres sentir, que es la tristeza, porque el síndrome de la silla vacía es la presencia de la ausencia de esa persona.
Es cierto que las personas responden de manera diferente ante este síndrome, no todos los familiares lo viven igual, en tanto que hay familias que deciden no celebrar la Navidad o cambiar y hacer un viaje o comer fuera de casa, actividades con las que no nos recuerda tanto a esa persona que ya no está en su hueco. Siempre es mejor afrontarlo que no intentar hacer como que no existe esa ausencia.
El dolor ni se puede ocultar ni se puede postergar. Hay que enfrentarlo. En el caso de los niños cuando están viviendo el síndrome de la silla vacía, ya sea por su madre, por su padre, por algún hermano o abuelo o abuela, ellos tienen una facilidad que es mucho mayor que la de los adultos, pues son capaces de pasar de una emoción a otra mucho más rápido. Pueden estar llorando y pueden estar enfadados y de ahí pasar a estar bien. Los adultos tendemos a querer ocultar nuestras emociones delante de ellos, pero ellos son muy sensibles y notan cuando el adulto está triste aunque quiera ocultarlo.
Lo ideal es que les expliquemos cómo nos sentimos si es que estamos tristes por la ausencia de un ser querido porque ellos se sienten mucho más inquietos y nerviosos cuando no les explicamos nada. Y es cierto que el hecho de tener niños pequeños o adolescentes, así en estas fechas, hacen que sean un poco más alegre y distraídas, ya que ellos hacen que por ellos tengamos que estar en la ilusión que ellos tienen por la Navidad.
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