Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Todo está en tí
¿Cómo nos vinculamos? Y, ¿desde dónde? Las relaciones son pura compensación. Si la manera de amar a otro es desde el/la salvador o el papi-mami voy a relacionarme con un niño, mientras que si mi comportamiento es el de un adulto, me relacionaré con un adulto.
Cuanto más centrado esté en mí, más fácil será el tener una relación sana, dado que no iré mendigando amor ni queriendo complacer a mis parejas. Como he aprendido a querer me voy a seleccionar con quien quiero y con quien no quiere estar. Los tres tipos de apego son los siguientes.
El primero es el apego ansioso. Suelen ser las personas a las que más les mueve el tema de pareja y expresan: "quiero tener una relación bonita, romántica etc...". Son personas que se vinculan muy rápido, personas sufridoras y que están muy sensibles a cualquier crítica o rechazo del otro.
La energía del ansioso va hacia adelante. "Quiero vincularme (porque detrás esta la herida del abandono), me desconecto de mí, me adapto al otro, no comunico mis necesidades y, como soy sensible a la herida del abandono, me abandono y no me doy derecho a comunicar lo que no me gusta", expresa. Al empezar la relación, la persona cree que es independiente y segura, pero aflora el apego ansioso porque es lo que no ha trabajado y entonces aparecen sus miedos. Vive dos historias: la que vive con su pareja y la que vive en su cabeza, en la que aflora lo siguiente: "me va a dejar porque no soy suficiente".
El juego es así: "Como no me da lo que necesito o quiero, me adapto, me conformo, no pongo límites y mi pareja se va poniendo por encima de mí y, por ende, mi autoestima se marcha. Solo veo que valgo cuando le doy al otro".
En el apego evitativo se evita el vínculo y te da la sensación de ser una persona muy segura de sí misma, pero no es así, pues les cuesta estar emocionalmente disponibles. No se abren al otro a nivel afectivo.
Primeramente, sienten mucho, pero les acaba entrando el miedo y empiecen a buscar defectos en sus parejas para no implicarse. Al alejarse de la pareja les dicen frases como "te echo de menos o quiero estar contigo", por lo que podemos decir que viven con subidas y bajones. También ocurre en el evasivo, que a veces van tan lento que no se implica la persona y señala que "a ver dónde me estoy metiendo", no se permite abrirse al amor. Es lo que mismo que, vulgarmente dicho, amigos con derecho a roce.
Al no querer implicarse tienden a querer controlarlo todo, no fluyen, evitan contactos íntimos con la pareja y tienen mucho miedo a que le hagan daño.
Hay tres grados dentro del apego evitativo. El primero es el denominado Peter Pan, es decir, nunca se vincula, no te lo deja claro o, lo que es lo mismo, "un rollito"; el segundo es el vendedor de humo, aquel que dice que quiere estar contigo, pero luego no se vincula, por lo que marea la perdiz; y el tercero es el más destacado, se queda en la pareja, pero no hay compromiso, no se vincula emocionalmente. Aquí no hay un desapego, pero sí que hay falta de compromiso y de intimidad efectiva.
En el apego seguro encontramos a una persona que sabe lo que quiere y es coherente. Cuando encuentra a alguien que tiene miedo no huye, sino que le da seguridad y demuestra que sabe lo que quiere. Hay absoluta claridad y comunicación, así como compromiso y vinculación. "Quiero esto y lo sé, se lo que me gusta y lo que no" es la frase en la que se resume.
Un ejemplo de una situación de como actuaría la persona segura el tipo de apego es la siguiente: "Queda conmigo, cenamos, pasamos un buen rato y no me vuelva a llamar en los siete días siguientes". El del apego ansioso dirá: "seguro que está muy liado, pobre necesita tiempo”; el evitativo sentirá: "ves como no me tengo que implicar, al final pasa lo mismo”; y el seguro dirá "adiós, paso de este tipo de parejas".
Como las parejas nos atraemos por compensación lo normal es que el apego evitativo dé con un apego ansioso y al revés. El seguro puede dar con alguno de los dos, pero como pone límites puede ser que se vaya o que cambie el otro, si bien el seguro nunca va a quedarse donde no este feliz porque se quiere. Por l lo tanto, será un amor que sume y correspondido donde le den paz.
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