Punta Umbría, la diosa del mar
Huelva de ayer a hoy
Desde Huelva al atlántico. El viaje comienza en la canoa, llegando a la plaza de Pérez Pastor y subir la cuesta de la iglesia, adentrarse por Las Cadenas a la calle Lepanto hasta la playa
Esta Punta Umbría que a veces hoy se nos escapa, deja siempre una rendija para evocar un ayer muy presente. Los ingleses dijeron al instalar sus primeras casas que eran pabellones de un sanatorio. La verdad que Punta sigue siendo eso, un sanatorio para el espíritu. Siempre la vuelta a Punta es un tiempo único que desparrama en nosotros un estado de ánimo tan especial abierto a sensaciones una y miles, todas ellas de un gozo especial.
A pesar de que el tiempo y el espacio nos maltratan a todos, a pesar de los cambios, ese indeseable motivo de ocultación siempre encontramos esa bocanada de aire que deja encontrar a esa Punta Umbría de siempre, de la que confesamos nuestro amor incondicional.
Hay algo que sabemos que nunca cambiará y es la inmensidad de su playa, la arena blanca, la brisa de la mañana en una bajamar de paseo… la de los mariscadores con rastrillos para la coquina; lejos está la primera hilera de veraneantes a ese ritmo cual estuviesen bailando con sus pies moviéndolos en la tierra y con la llegada de la leve agua impulsada por las olas en la orilla nos descubre las coquinas más grandes.
Los toldos en familia, en esa fila interminable que era como un patio de vecinos solicitados para su arriendo de un año a otro. Hoy son sombrajos y hamacas de alquiler playa sin derecho a conocer al vecino.
A Punta Umbría se llega por la Ría, en la canoa desde Huelva. Es como si nada hubiese cambiado, atrapado en el sueño de la belleza, de lo sublime.
Desde la plaza de Pérez Pastor se extiende como una alfombra el camino a la playa. Antes el surco sobre la arena lo marcaban las losas de cemento para no hundirse.
Luego la torre de almenara, capitana de este enclave, nos marca un hito histórico que evoca el trasiego marítimo en estas costas para su defensa. Si aquí estaba la orilla en el siglo XVIII y hoy en La Canaleta, habría que preguntarse dónde se encontraba en 1492 cuando los marinos de este entorno de Palos soltaban amarras de ahí mismo y dejaban Saltés para adentrarse en el Atlántico por aquí, por la orilla misma de Punta Umbría.
En esta subida, la iglesia de Lourdes.
Las Cadenas que era el punto a donde llegaban los autobuses de Damas cuando el trayecto por carretera había que hacerlo por Cartaya.
La playa se intuye por ese camino de la calle Lepanto. Es un sendero de frescor, hermoso, que a ambos lados -aun cuando hay nuevas urbanizaciones- nos deja ver por la rendija de los sueños aquellas casas de los ingleses, o también los chalets de la compañía de Tharsis, las pistas de tenis en su trasera donde jugábamos a la hora de la siesta…
La brisa del océano nos despierta para entrar en esa inmensidad de arena blanca, aquí no hay problemas para colocar la sombrilla. Y buscando el frescor de la orilla miles de personas se refrescan, hemos llegado como siempre a esta entrada histórica a la playa, es como un cordón de afecto y fidelidad permanentes que unen Huelva y Punta Umbría con el Atlántico.
Punta Umbría es nuestra diosa del mar, Calypso.
Junto a Calypso
Siempre le hemos dicho el Calypso o la playa del Calypso, cuando en verdad deberíamos hablar en femenino, ya que Calypso es la diosa del mar de la mitología griega. Para nosotros es un lugar referente, de la Punta Umbría al quese llegaba entre los chalets de la Compañía RioTinto o la de Tharsis. Desde Huelva se sueña con esta orilla atlántica nada más montarse en la canoa, surcando los esteros la Ría de Punta nos acoge con amabilidad.
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