Retrato de la generación de los "incendios invisibles"
Daniel Blanco viaja a la España de los 50 en 'Los pecados de verano' La novela de ficción parte de un hecho insólito y real: la celebración del I Congreso Nacional de Moralidad en Playas
La puesta en marcha de una gran campaña nacional de decencia, la separación de sexos en los baños y la necesidad de poner coto a "la invasión paganizante y desnudista de extranjeros que vilipendian el honor de España y el sentimiento católico de nuestra patria" fueron sólo tres de las conclusiones del Primer Congreso Nacional de Moralidad en Playas, Piscinas y Márgenes de Ríos.
Celebrado en Valencia los días 11, 12 y 13 de mayo de 1951, la reunión fue organizada por la Diócesis de la capital, que invitó a prelados y autoridades de toda España a asistir a las ponencias, destinadas a mantener a los españoles a salvo de las relajadas costumbres de los extranjeros, que empezaban a interesarse por las costas del país, incluida la onubense, como destino turístico.
Este encuentro es el hito histórico sobre el que se asienta Los pecados de verano, la novela de ficción que acaba de publicar Daniel Blanco. El periodista y escritor moguereño introduce al lector en la vida de "una familia típica de los años 50 -con el señor, la señora, los dos hijos, la madre de ella y la criada- que viaja a la playa porque el padre de familia es uno de los ponentes del congreso". Ese nuevo escenario, con el mar y los turistas, los revoluciona a todos y, según advierte el autor, "hay un antes y un después" para estos miembros de toda una generación educada en la decencia y en la rigidez de unas normas pero que verá cómo las cosas no son como ella cree. Hay mundo más allá.
El congreso, un episodio curioso que desde la óptica actual puede resultar absurdo y muy desconocido, es "imprescindible para entender nuestro presente y el concepto de moralidad que tenemos ahora". En aquellos años, la España autárquica y con necesidad de divisas experimentaba una progresiva llegada de extranjeros que tenían "otra forma de vivir, otras creencias y otra forma de relacionarse". Así se produjo la entonces escandalosa irrupción del biquini en las playas.
"En una España tapada hasta el cuello aparecieron las suecas. Esto provocó, en primer lugar, el pavor de las mujeres que, en un momento en el que enseñar el codo y el hombro era impúdico, vieron a estas otras mujeres llegar con sus biquinis. Y también provocó el asombro y el babeo de los hombres, que descubrieron que existía otro perfil de mujer", comenta el escritor.
El Gobierno intervino en el asunto y tomó una decisión salomónica, a medio camino entre la promoción del turismo, que dejaba dinero, y la defensa de la moral de la época. Se convocó de forma urgente este Primer Congreso Nacional de Moralidad en Playas, Piscinas y Márgenes de Ríos, que determinó "la prohibición de estar fuera del agua sin albornoz", sanciones económicas y "la publicación del nombre de los denunciados por escándalo público en los periódicos en caso de acudir a la zona de baño con un bañador más corto de lo apropiado".
De este modo, la dictadura sometía, gracias a la policía de las costumbres, a "una vigilancia brutal a los españoles", aunque con los turistas "hacía un poco la vista gorda porque se dejaban aquí el dinero". Huelva, como provincia costera, también vivió esa "revolución íntima, moral y silenciosa".
A Blanco le interesaba este fenómeno desde el punto de vista privado, por lo que ha analizado cada personaje y el modo en que se enfrentó a un escenario diferente. "Nosotros, lectores del XXI, podemos conocer así a los habitantes de los años 50 y podemos entender más a nuestros abuelos y bisabuelos. Porque Consuelo, la protagonista, es cualquier abuela que en su juventud descubre que tiene algo dentro que no puede sacar", asegura.
Es lo que el autor denomina la generación de los "incendios invisibles", esa que siente un deseo interno que, aunque externamente no se manifieste, ya ha prendido y consume al que lo siente. De esta forma, Los pecados de verano es "una reflexión sobre la moral, sobre los límites de las pasiones y sobre el deseo". Si Blanco siente predilección por algo es por abordar estos sentimientos que "nos democratizan a todos" porque son universales y afloran en cada persona a lo largo de la vida.
La generación de sus abuelos estuvo formada, a su juicio, por "auténticos valientes", y no sólo porque sufrieron la guerra o persecución, sino por cómo gestionaron el ámbito de lo íntimo. Al fin y al cabo, "todos somos iguales, todos tenemos miedos, pasiones, deseos y hubo una generación que tuvo que aprender a gestionar todo eso de forma diferente por culpa de la dictadura", concluye el autor, que ha ganado más de una treintena de premios de relatos, poesía infantil y teatro y que en 2012 recibió el Premio Jaén de Narrativa Juvenil que convoca la editorial Montena (Random House Mondadori) por El secreto del amor.
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