“Rezaba por no amanecer viva”

A. M. C., residente en Huelva de 53 años, sufre un cuadro depresivo desde la adolescencia

Pasó de meditar el suicidio a tener "ilusión" por vivir y “ganas de disfrutar la vida”

Imagen de archivo de una persona con un cuadro depresivo.
Imagen de archivo de una persona con un cuadro depresivo. / H. Información

Huelva/"Pasé de sentirme plena a vivir en una constante pesadilla en cuestión de segundos". Así recuerda A. M. C. el comienzo de su depresión a la edad de 16 años. Hoy, 37 años después, no está recuperada plenamente, pero asegura "querer vivir", una sensación que se disipó cuando esta onubense "rezaba por no amanecer viva" en los "momentos más duros" de su trastorno mental.

Con una adolescencia marcada por la "normalidad", A. M. C. explica a Huelva Información que no se produjo un hecho en su vida que desencadenase un episodio depresivo. Por ello, en un primer momento no pensó que se tratase de una depresión, sino de "un proceso temporal de tristeza de los que puede tener habitualmente una adolescente". Sin embargo, el cambio en su carácter y el vacío reinante en sus pensamientos se prolongó más tiempo del esperado, por lo que A. M. C. comenzó a achacar este episodio a "brujerías realizadas por una persona con la que no tenía buena relación".

Más de una década de "sentimientos muertos" y de una personalidad desprovista de "identidad" pasó hasta que A. M. C. aceptó su trastorno y decidió acudir a su médico de cabecera. "Era la primera vez que contaba lo que me sucedía, "antes me había dado vergüenza y miedo". De hecho, ni su círculo más cercano sabía nada al respecto, "únicamente sufrían a una persona a la que nada ni nadie le agradaba".

A. M. C.

"Al principio pensé que todo se producía por brujerías realizadas por otra persona”

A los 29 años comenzó a tomar medicación para anular su cuadro depresivo, la cual "me ayudaba, aunque no eliminaba mi sensación de vacío", si bien antes trató de enfrentarse a sus "miedos" con otras fórmulas, como una naturista o un curandero. Nada de ello surtiría efecto.

Las consecuencias más directas del trastorno mental lo sufría su pareja desde la adolescencia y actual marido. "Yo lo rechazaba continuamente. Me portaba mal con él a sabiendas de que lo hacía y, con mis actuaciones, me hacía daño a mí misma y a él. No sé como sigue conmigo", recuerda A. M. C., quien añade que, posteriormente, "sí que pensaba que no se merecía cómo me portaba con él, aunque reconozco que era un bucle de malos comportamientos".

A. M. C.

"Pasé una década de sentimientos muertos sin pedir ayuda a especialistas”

La motivación se ausentó en la vida de A. M. C. Ni el nacimiento de sus dos hijos (de 33 y 24 años actualmente) produjo cambios positivos en ella. "Ni el crecimiento de mi primera hija me daba ganas de vivir", explica la afectada. Tampoco le suscitaba ilusión por la vida su trabajo, pese a que pasó por múltiples oficios, "en los que nadie llegó a saber nada de mi enfermedad", véase peluquería, asistencia del hogar o comerciante. "Para mí ir a trabajar era cómo ir al colegio de pequeña, no quería, pero me obligaba porque tenía que hacerlo", expresa A. M. C.

La depresión que sufría A.M.C. también repercutió en sus relaciones de amistad. "Le di la espalda a todas mis amigas sin razón alguna", recuerda. "Fue especialmente doloroso perder la relación con mi mejor amiga", quien ha conocido recientemente el por qué A.M.C. dejó de tener relación con ella. "Por suerte, supo perdonarme y no me tiene rencor, aunque sé que lloró mucho por mí". En este sentido, A. M. C. reconoce la "importancia" de visibilizar las enfermedades mentales, así como de "apoyarse en el entorno de cada uno". "Yo no lo hice y, aún así, todo el que me quería me sigue apoyando. Si me hubiese abierto con ellos hubiera obtenido ayuda en todo el proceso y sé que habría contribuido enormemente en mi evolución", finaliza.

A. M. C.

"Rechacé a mi marido en numerosas ocasiones a sabiendas de que trataba de ayudarme”

Lejos de buscar ese apoyo tan "necesario", A. M. C. se "resignó a vivir así. Se me acabó el mundo y la vida" y, por ello, comenzaron a invadir su mente pensamientos suicidas. "Llegué a meditar el suicidio, incluso me informé de cuántas pastillas tenía que ingerir para ello. Tenía claro que quería morirme".

Poner fin a la propia vida, pese a ser un pensamiento ubicado entre el tabú y el olvido, no es extraño. En Huelva se contabiliza, como mínimo, un intento de suicidio al día, según confirmaron a Huelva Información la Unidad de Psiquiatría del hospital Juan Ramón Jiménez y la Federación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental en Huelva (Feafes). De hecho, el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España, además de ser la primera causa de muerte en los jóvenes de entre 15 y 29 años, por delante de los siniestros en las carreteras y el cáncer. Esta pandemia, cuyo avance es cuanto menos silencioso, se cobra diez vidas al día en el país.

A. M. C.

"Ni los nacimientos de mis dos hijos conseguían darme ganas de vivir”

Poco a poco, A. M. C. se fue deshaciendo de esta idea al encontrar un halo de esperanza en un tratamiento de estimulación magnética transcraneal, consistente en un procedimiento no invasivo que se emplea para tratar trastornos de salud mental. No obstante, reconoce que "no ha sido sencillo, pues tuve algunas recaídas durante el mismo".

Álvaro Moleón con la máquina de estimulación magnética transcraneal profunda Magventure X100.
Álvaro Moleón con la máquina de estimulación magnética transcraneal profunda Magventure X100. / Josué Correa

Al citado tratamiento se someten "pacientes con un cuadro depresivo severo, que han mostrado resistencias a otros tratamientos", expone el médico psiquiatra y coordinador de la Unidad de Estimulación Magnética Transcraneal del Instituto Andaluz de Salud Cerebral, Álvaro Moleón, quien atiende a A. M. C. en la Clínica del Carmen en la capital onubense. La mencionada técnica toma forma a través de la denominada Magventure X100, una maquina que permite profundizar en el estudio de las neurociencias, así como en el tratamiento de padecimientos y trastornos de personas en las que los tratamientos de psicoterapia y medicamentos no han resultado efectivos.

La sesión de estimulación magnética transcraneal profunda contempla la colocación de una bobina electromagnética -en concreto la Cool D-B80, específica para neuroestimulación profunda- sobre el cuero cabelludo del paciente, concretamente en la zona específica "donde están las estructuras cerebrales de la enfermedad mental a tratar", según explica Moleón. De este modo, el electroimán actúa sin provocar dolor para estimular las células nerviosas que se pretenden activar. Concretamente, A. M. C. llegó a la clínica con una depresión mayor y ansiedad, por lo que su tratamiento contempló 30 sesiones agudas, en las que se le colocaba la bobina electromagnética en la corteza prefrontal dorsolateral izquierda con impulsos a altas frecuencias para tratar la depresión y, posteriormente, en la corteza prefrontal lateral derecha con impulsos a bajas frecuencias para la ansiedad".

A. M. C.

"Sé que si me hubiera abierto con mi círculo más cercano no hubiera sufrido tanto”

Los resultados han sido "muy positivos", subraya Moleón, quien destaca que A. M. C. "ha podido recuperar su ritmo y encontrar la felicidad donde antes no la veía". Así, "ha vuelto a viajar, ha mejorado sus relaciones de amistad y de pareja y vuelve a estar motivada", resume su psiquiatra.

Sobre los beneficios, Álvaro Moleón explica que se trata de una técnica que "no es invasiva, que no requiere de anestesia y cuyo proceso tiene lugar en una consulta médica". Asimismo, no contempla efectos secundarios, a excepción de "dolores de cabeza en ciertos casos, que se eliminan con fármacos analgésicos como paracetamol o ibuprofeno". En total, desde el 1 de junio se han beneficiado de la misma medio centenar de pacientes de diferentes puntos de la geografía nacional, "consiguiéndose una gran efectividad en más del 70% de los casos".

A. M. C.

"Ir a trabajar era como ir al colegio cuando era pequeña, no quería, pero me obligaba a ello”

A. M. C. es una de estas pacientes y reconoce "volver a querer vivir". "Tengo ilusiones y ganas de disfrutar la vida", finaliza.

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