De la calle San José al Paseo de la Independencia
Huelva de ayer a hoy
Los alcorques vacíos volverán a recuperar las palmeras, perdidas hace años por la plaga del picudo rojo
Es el cordón umbilical que acerca la plaza de la Merced y la Vega Larga con el punto céntrico de la ciudad el que hemos llamado el kilómetro cero ubicado en La Placeta. El Paseo de la Independencia que tiene su placa en el lateral de la iglesia de la Merced avanza por este vial para darle la mano a la calle San José, llegando a estar tan unidas que a veces no se sabe cuando termina San José y empieza el paseo de la Independencia.
Eso se debe gracias al palmeral que se levanta en este entramado de la ciudad, que crea una zona agradable que con amplias aceras llegaba hasta la misma plaza de la Merced. Un lugar más de esparcimiento de la ciudad en la Huelva de principios del siglo XIX; paseos urbanos como el de Santa Fe, que ofrece elegancia y distinción a este entramado de viviendas, sin olvidar tampoco la avenida de Tomás Domínguez y la pescadería.
Aquella Huelva tenía otros puntos referentes para el esparcimiento de la ciudad en las plazas de San Pedro, la de las Monjas y la de la Merced, y los jardines del muelle. Los grandes paseos eran el de la Ría hacia la Punta del Sebo y el de El Conquero, ¡hacia La Cinta.
El palmeral de Huelva, que ofreció elegancia a sus calles se ha visto muy mermado en los últimos años por efecto del picudo rojo, aunque también por la caída de alguna de sus palmeras casi centenarias.
Ahora el Ayuntamiento va a reponer las palmeras en los alcorques que han quedado vacío para restituir la plantación original de entre 22 y 24 palmeras. Se trata de palmeras washingtonia robusta que sustituyen a la phoneix dactylifera, muy vulnerable al ataque del escarabajo que ha ido acabando con el palmeral de la ciudad, que se está controlando gracias a los tratamientos que cada 60 o 70 días viene efectuando el servicio municipal de jardines en todas las palmeras.
Con esta actuación del Ayuntamiento no sólo se recuperan las palmeras perdidas sino igualmente la concepción visual de un espacio de la ciudad siempre custodiado por las dos hileras de palmeras a las que más tarde se le intercalaron naranjos.
Una actuación como la que se realizó hace unos años en el paseo de Santa Fe, igualmente destrozado por el picudo rojo, devolviéndole la belleza al mismo. Otras actuaciones aunque de menor calado de nuevas palmeras washingtonia robusta se han realizado en la plaza de las Monjas, manteniéndose la mayoría de sus ejemplares. Una forma de conservar el paisaje urbano
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