Santiago del Valle: manipulador de manual y pederasta sarcástico

Los expertos del IML de Granada que lo han examinado en Albolote afirman que utiliza su enfermedad para cobrar la pensión y justificar sus acciones · Nunca ha requerido internamiento en centro especial

Rosa del Valle, a su llegada a la Audiencia tras su detención.
M. Rosa Font / Huelva

03 de diciembre 2008 - 01:00

Aparece cabizbajo y con la mirada esquiva cada vez que, en los últimos meses, ha tenido que rendir cuentas con la Justicia por su largo historial de abusos sexuales a menores. Quizá el presunto asesino de la pequeña Mari Luz Cortés, el pederasta Santiago del Valle, trate de interpretar el papel de víctima que ha ido representando a lo largo de su vida. Aunque en ocasiones lo consiguió, no ha logrado engañar a los expertos del Instituto de Medicina Legal (IML) de Granada que lo han examinado en la prisión de Albolote, donde permanece internado desde el pasado abril, pocos días después de su detención como presunto autor de la muerte de la niña.

El retrato psicológico Del Valle es el de un pederasta sarcástico y un manipulador de manual con un despego social extremo. De hecho, el informe del IML granadino, según ha podido constatar este diario, destaca su frialdad emocional en relación con el crimen de Mari Luz y el peso que en su comportamiento tiene la actitud "de víctima" que ha tomado desde siempre. También respecto a la muerte de la niña.

Del rosario de calificativos que los forenses emplean para definir al pederasta, el aspecto que más llama la atención es su táctica para manejar la enfermedad mental que supuestamente padece. De hecho, subrayan en más de una ocasión la "conducta manipulativa de su enfermedad" que utiliza a conciencia en dos direcciones. Una, como instrumento "con fines rentistas" (lo que es lo mismo, para cobrar la pensión no contributiva de la que vive desde 1995) y dos, para excusar sus acciones presuntamente delictivas.

Con un nivel intelectual medio, ha sabido manejarse para pasar de trabajar limpiando escaleras en la década de los 80 a buscarse la vida para cobrar, primero el fondo de asistencia social, y después una pensión no contributiva, al año siguiente de que le fuera diagnosticado (1994) un trastorno psicótico, psicosis maníacodepresiva con rasgos paranoides de personalidad y esquizofrenia paranoide.

La Junta de Andalucía concluyó entonces que Santiago del Valle tenía una minusvalía del 75% pero curiosamente, en la valoración, no se tuvo como referencia en exclusiva el supuesto trastorno mental por psicosis del presunto asesino de Mari Luz sino también un trastorno digestivo funcional y una enfermedad del aparato digestivo (enfermedad de Crohn), por lo que en entendió que tenía una discapacidad del 63%, a lo que se sumaron otros 11,5 puntos por factores sociales complementarios.

A pesar de un diagnóstico mental de estas características (esquizofrenia paranoide, psicosis maniacodepresiva con rasgos paranoides de personalidad y trastorno psicótico), en ningún momento a lo largo de 14 años desde aquel dictamen Santiago del Valle ha requerido ingreso en un centro psiquiátrico: no hay constancia de ningún internamiento.

Los expertos confirman además que el pederasta no ha padecido las ideas delirantes que son propias de este tipo de trastornos psicóticos durante años, tiempo en el que no ha seguido tratamiento farmacológico alguno y su nivel de cumplimiento terapeútico desde el diagnóstico ha sido prácticamente inexistente.

En cualquier caso, según los expertos, no tiene sus capacidades volitivas ni cognitivas alteradas, no padece ningún retraso mental ni síntoma alguno de depresión desde que ingresó en el centro penitenciario de Albolote y llegan a afirmar que el grado de repercusión de su trastorno en su capacidad para tener un adecuado juicio de la realidad es bajo.

Del Valle señala que fue a los 17 años cuando comenzó "a tener problemas por su inclinación sexual hacia menores", un impulso que -afirma- "es mayor que yo, no se puede controlar". "Veía a personas de medio cuerpo para arriba y me hablaban". Los médicos le diagnostican una parafilia del tipo pedofilia, con impulsos, fantasías y comportamientos sexuales con niñas prepúberes.

En las entrevistas con los expertos, el monstruo que lleva dentro Santiago del Valle sale sin que pueda esconderlo cuando se le recuerdan algunos de los abusos a menores que lo han llevado hasta los tribunales, comenzando por los abusos a su propia hija y, según afirmaciones de una de sus hermanas, también de ésta cuando eran pequeños y vivían en el domicilio familiar.

Cuando el pederasta trae a su memoria algunos de esos lamentables episodios realiza continuos movimientos de piernas y esboza una sonrisa, al tiempo que mantiene "una actitud socarrona y burlona".

Santiago del Valle mantiene una actitud tranquila durante la entrevista con los médicos y refleja tener conciencia de las consecuencias de sus acciones (sabe perfectamente los motivos por las que está imputado) e incluso se muestra preocupado por los acontecimientos.

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