Las TCAE: las sanitarias que sostienen los cuidados de los pacientes en Huelva

Las técnicos en cuidados auxiliares de enfermería del hospital Infanta Elena irradian complicidad, simpatía y energía y, sin ellas, el hospital se para

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De izquierda a derecha: Maite Domínguez, Cinta Díaz, Esther Monje, Angélica Ríos, Lola Falcón e Isabel Garrido.
De izquierda a derecha: Maite Domínguez, Cinta Díaz, Esther Monje, Angélica Ríos, Lola Falcón e Isabel Garrido. / M. G.

El significado de las siglas TCAE es desconocido para muchas personas, pero lo cierto es que sin las técnicos en cuidados auxiliares de enfermería se para el hospital. Las sanitarias que sostienen los cuidados de los pacientes en el Infanta Elena de Huelva esparcen por cada rincón del edificio su complicidad, simpatía y energía, vehículos que hacen más confortable la estancia del hospitalizado.

"La palabra 'cuidar' aúna todas las labores que llevan a cabo las TCAE", coinciden varias de estas profesionales en una conversación con 'Huelva Información'. "Cuidar abarca todas las circunstancias que rodean al paciente, desde que entra por la puerta hasta que abandona el hospital", resume Cinta Díaz, una idea que complementa su compañera Angélica Ríos, quien subraya la importancia de la "complicidad" con el paciente y el familiar. Una actitud que no sería posible "si no hay una vocación. Esta profesión va de implicarse, con delicadeza y amor, en el paciente que, al final, es parte de ti, de tu familia", expone.

El paciente se ve "indefenso" cuando entra en el hospital, señala Lola Falcón. Arrojan dudas e incertidumbre y encuentran en las TCAE a sus mejores confidentes. "Somos las más cercanas a ellos", explica Esther Monje, al tiempo que pone de manifiesto el "terror con el que muchas veces enfocan su estancia en el hospital, sobre todo, aquellos que se van a someter a una intervención quirúrgica o a un tratamiento largo".

Arriba: Isabel Garrido, Lola Falcón y Maite Domínguez. Abajo: Esther Monje, Cinta Díaz y Angélica Ríos.
Arriba: Isabel Garrido, Lola Falcón y Maite Domínguez. Abajo: Esther Monje, Cinta Díaz y Angélica Ríos. / M. G.

Es ahí cuando brotan la empatía y el mimo con el que estas profesionales tratan a las personas. Les ayuda mucho la confianza que deposita en ellos Esther Monje, el cariño con el que se dirige a ellos Maite Domínguez o la capacidad habladora de Cinta Díaz, quien no esconde "lo parlanchín que soy. Les saco el DNI y en cinco minutos nos ponemos al día porque ellos vienen con ganas de contarte".

"Se confiesan y nos expresan el sentir que tienen", resume Isabel Garrido, que destaca "lo arropado que se sienten cuando te abres con ellos, te cogen la mano y de la aprietan". En este sentido, todas las TCAE coinciden en que el momento de mayor pudor es el del baño, "pues los pacientes se sienten incómodos cuando les asea una persona extraña". Es también "el momento de mayor confianza, en el que le transmitimos que todos somos iguales y en el que terminan de vernos como un apoyo que van a tener durante toda su estancia".

La enfermería, la psicología y la continua formación, tanto propia como a los pacientes y a sus familiares, trazan las aristas que definen la figura de una TCAE, que se convierte en un radar del paciente desde que este entra en la planta de hospitalización.

Un TCAE del hospital Infanta Elena con una paciente.
Un TCAE del hospital Infanta Elena con una paciente. / M. G.

Que Angélica Ríos se convirtiese en TCAE "fue una casualidad". Su hermana Belén, trabajadora social, se desempeñaba como voluntaria en el asilo de las Tres Ventanas en Huelva capital, lugar al que animaba a ir a Angélica. Pese a que al principio se mostraba reticente, un día acudió y le dio "un vuelco al corazón". "Se me rompieron todos los esquemas porque tenía un concepto muy diferente de lo que era una residencia", recuerda. "Mi hermana me dijo que yo servía para esto, para cuidar de los demás" y, pese a que ella tenía sus estudios como administrativa, decidió poner rumbo a una nueva vida.

Lo que más le gusta a Angélica de su trabajos es "cuando el paciente te mira, te sonríe y se aprende tu nombre". Le llena de satisfacción porque, además, "los pacientes son muy muy agradecidos, de hecho los pocos obstáculos que te puedes encontrar vienen más desde el entorno familiar, a quien le juegan una mala pasada el nerviosismo o el desconocimiento".

Para Maite Domínguez resulta muy especial "el hecho de que los familiares no se olviden de ti". Sostiene además que "si tú has escuchado y si has empatizado, nunca se olvidarán de ti".

TCAE del hospital Infanta Elena realizan un reparto de bandejas.
TCAE del hospital Infanta Elena realizan un reparto de bandejas. / M. G.

A Esther Monje siempre le apasionó el trato con las personas. Comenzó su trayectoria profesional en una residencia de mayores, lugar del que "me costó mucho irme porque me encantaban los abuelos. Disfrutábamos con ellos, les curábamos, les dábamos de comer, les proporcionábamos la medicina o le tomábamos la tensión...". La pasión que sentía por el cuidado de los demás le trajo al hospital Infanta Elena como TCAE.

Isabel Garrido no pudo entrar en Enfermería y emprendió un camino de ocho años como técnico de laboratorio. Sin embargo, no vio "la gloria misma" hasta que comencé como TCAE, rama en la que se introdujo "después de que mis abuelos necesitasen siempre mucha ayuda, lo cual me animó a ello". Años después de terminar sus estudios, expresa que "no tengo escozor por no haber hecho Enfermería, porque nosotras hacemos de todo".

Las sanitarias recuerdan también con Huelva Información su experiencia durante la pandemia de coronavirus. Lola Falcón echa la vista atrás y recoge en su memoria las llamadas con los familiares, que no tenían contacto con los pacientes. "Llegué a poner una funda de plástico en mi móvil para que personas hospitalizadas hablasen con sus familias, momento en el que estaban todos: padres, hijos, nietos etc.".

Cuidados de los TCAE en el hospital Infanta Elena.
Cuidados de los TCAE en el hospital Infanta Elena. / M. G.

Esther Monje recuerda que "los pacientes no querían que te marcharas cuando les llevabas la comida". Es más, prosigue, "se hacían los remolones para que estuvieras más tiempo con ellos". Aun así, los pacientes no eran los únicos con dudas e incertidumbre, las TCAE también. "Recuerdo mi primer día en la planta. Llamé a mi marido para que me dejase en el descansillo de casa una bolsa en la que meter mi ropa antes de entrar. Teníamos mucho pánico de contagiar a los nuestros", finaliza Isabel Garrido.

Lola, Esther, Maite, Isabel, Angélica y Cinta coinciden en autodenominarse como "profesionales todoterreno", pero "todoterrenos de calidad", subrayan. "Nuestro trabajo es cuidar, acompañar, dar confianza, empatizar, asistir, alimentar, asear...", funciones que no se entienden sin el corazón de una TCAE.

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