Treinta años después, Emilio Silvera

AYER se cumplían treinta años de una tarde importante en el historial de esta plaza.

No era la primera ceremonia de un onubense en la nueva etapa del coso ya que en ese año de 1984, el 5 de agosto, Miguel Báez Espuny le cedía los trastos de matador de toros a Sebastián Borrero Chamaco, en presencia de Paco Ojeda y con el toro de nombre Altatorre, perteneciente a la divisa de Gabriel Rojas.

No, no era la primera, pero ese 2 de agosto de 1986 a Huelva se le encendió el ánimo de una manera muy especial.

Dos años después de que reinaugurara La Merced, Emilio Silvera se convertía en matador de toros ante la afición de esta tierra. Alternativa de lujo con un padrino muy especial como fue José María Manzanares y un consagrado Paco Ojeda, ejerciendo de testigo de una ceremonia que frente al toro Arrumbador, de Gabriel Rojas, encendía de nuevo el impulso de una afición onubense embelesada en el toreo de este Silvera que abría las puertas de nuevo a la ilusión ante su prometedora carrera como novillero.

"Habrá momentos malos y buenos en todo este tiempo, pero no desesperes nunca y lucha por tus sueños", le dijo en aquel momento cumbre el inolvidable maestro alicantino.

Ayer tarde, treinta años después, comentando esa vida torera Emilio me habla del momento de hoy. Del hijo que hoy se presenta en Huelva con un vestido nuevo, azul cielo y oro. De las preocupaciones que se sienten detrás de las tablas o desde la meseta de toriles pensando en el lote de hoy, o de los escasos festejos, uno y en enero, que el novillero ha toreado. Una historia nada nueva, cuando él mismo se bajaba cada feria hasta la Merced, en la primera de cada año para poderle a dos Cuadri y darle otra página importante a su historia torera. Porque Silvera, entre otras cosas, ha sido de lo mejorcito que ha tenido esta Huelva vestido de torero.

Hoy, la historia de esta feria no se ha ido hasta fuente ajena para entresacar pasajes más o menos sepia de la Huelva taurina. Se ha parado ante la edición de Huelva Información de aquel día 3 de agosto para revivir esa imagen gráfica con la que los compases de la rotativa reflejaban la importancia del momento taurino. La impronta de un periódico que cada tres de agosto cumple años contando cosas de toros desde hace ya muchos años. De un Silvera a otro.