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De la Vega Larga a la calle San José

Huelva de ayer a hoy

La Vega y más tarde Vega Larga se le denominó al menos desde el siglo XVI; más tarde, y al menos desde finales del siglo XVIII, se le llama calle de San José

Aspecto de la calle San José con el fondo del edifico del colegio. / Roisin · Archivo Municipal De Huelva
Edurdo J. Sugrañes

02 de junio 2019 - 06:06

Hoy le damos la vuelta a la fotografía y ofrecemos una imagen complementaria a la del domingo pasado. Ahora es la visión del edificio de Pérez Carasa, en la esquina la calle La Palma, y como fondo el gran edifico del desaparecido colegio San José.

Es la calle, o mejor dicho, la Vega o Vega Larga que conectaba la entrada de la ciudad por la carretera de Gibraleón hasta La Placeta de los Mercaderes, llegando al kilómetro cero de la ciudad que entraba así en las entrañas de la misma ría. Arrancaba el extremo de esta calle desde el final de la calle Puerto.

Diego Díaz Hierro, en su Historia de las calles y plazas de Huelva, sitúa esta denominación al menos desde el siglo XVI. Era la Vega y luego la Vega Larga por la extremada longitud que siempre tuvo.

No destacó por su gran anchura, aunque sí fue una calle amplia con respecto a otras de la ciudad. Lo que sí siempre ha sido es una artería muy elegante, marcada por su altas palmeras. No sabemos cuando se empieza su colocación, aunque se conoce que en la ciudad que se prepara para la celebración de los actos de 1892 se colocan árboles en ella. Otra gran plantación o renovación se realiza en 1919. Cien años después el Ayuntamiento inicia ahora la reposición de las palmeras que se vieron afectadas por el picudo rojo y tuvieron que ser taladas.La calle tuvo su encanto por sus sencillas hileras de casas hoy convertidas en altos edificios que sobrepasaron hace ya mucho a las esbeltas palmeras.

La gran huella de lo perdido es la del colegio de la calle San José, entre La Palma y la de Isaac Peral. Se derribó en 1969 y la plaza que dejó nunca tuvo un diseño integrador con la propia calle, le falta la chispa que la convierta en una auténtica plaza y deje de terne un muro como fachada.

Aquellas escuelas se levantaron en 1900, como indica Díaz Hierro y así a principios del siglo XX se cuenta con un edificio con bastante empaque arquitectónico, que marcó el espacio de esta señorial calle. Ocurre como siempre en esta ciudad nuestra y es otro edificio que pasa a la lista de desparecidos.

Se dedicaron a escuelas públicas, aunque también se estuvo tentado al principio de cambiarle el uso destinándolo a albergue de la Audiencia Provincial, todo ello por la opulencia observada en su construcción.

De cualquier forma se abrió como escuelas públicas que en 1929 pasaron a denominarse Arcipreste González García, como homenaje a su dedicación por la enseñanza.

Un edificio público con empaque

La foto antigua nos presenta al fondo el edificio del colegio San José, inaugurado en 1901. Una magnífica construcción arquitectónica realizada por Manuel Pérez González, que atenderá a la población joven de la zona. En 1905 Francisco Monís interviene en el edifico municipal. En 1964 Ricardo Anadón realiza unas mejoras de conservación y cuatro años después, en 1969, se derriba.

Un mal ejemplo de ciudad

Las ciudades deben evolucionar y mejorar, cosa distinta es ir aniquilando el paisaje urbano que forma parte de la historia. Eso es lo que ocurre desde los años sesenta, cuando se vía a los edificios no con su valor histórico sino como algo viejo y en desuso. Es lo que hoy ocurre con otras edificaciones singulares. Dio paso a la Plaza de Lino y la pena es que el resultado es un espacio público sin personalidad alguna, ahora en reforma.

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