Verde esperanza tras la valentía de María
solidaridad
Cientos de personas piden en la Plaza de las Monjas justicia para las víctimas del doble crimen de Almonte
Huelva/Dicen que los investigadores del doble asesinato de Almonte se sobrecogieron al descubrir en sus análisis forenses que la pequeña María, con sólo 8 años de edad, no sólo no huyó de la casa al ver cómo atacaban a su padre sino que fue hasta la cocina, cogió un cuchillo y no dudó en hacer frente a quien terminó siendo asesino de los dos tras más de 150 puñaladas. Recordaba ayer su madre, Marianela, que durante el juicio destacaron que fue "la niña más valiente que haya visto nadie". Y con ese apunte emocionado a su valentía, referido en el acto en más de una ocasión, los familiares pidieron justicia, una vez más, arropados en esta ocasión por cientos de personas en la Plaza de las Monjas.
Hace algo menos de un mes, en el mismo lugar de Huelva, se organizó otro acto multitudinario en el que se reunieron muchos familiares de víctimas de menores muertos en acciones violentas estos últimos años. Entonces se defendía la continuidad de la pena de prisión permanente revisable. Ayer, con casi idénticos protagonistas, se volvía la mirada a un caso concreto, cinco años después, en el que los familiares de Miguel Ángel y María reclaman justicia.
No faltaron los apoyos de Ruth Ortiz y Adoración Cano; el abuelo onubense de Marta del Castillo; la madre palmerina de la pequeña Miriam, asesinada en Almería; y de nuevo las madres de la niña que apareció muerta junto a las vías en Pizarra (Málaga); de la niña asesinada en Arriate, también en la provincia malagueña; de la joven estudiante navarra Nagore Laffage; la madre de Lucía del Hoyo, asesinada en Cuenca; o el padre de la pequeña muerta en el doble asesinato de Bellavista, entre otros muchos familiares llegados de toda España.
Entre tanto dolor compartido, comprensión desde el lugar común de la pérdida de un hijo, las palabras de la madre de la joven canaria Yurena López, asesinada por su novio hace justo un año, expresaban una idea que planeaba en el ambiente: "Esto es sólo el principio de este momento en el que las madres salimos a la calle a pedir justicia. Y es una vergüenza que nos tengamos que echar a la calle para pedirla para nuestros hijos asesinados".
No fueron tantos los participantes como hace tres semanas, pero pasados ambos actos queda clara la sensación de que algo se mueve y promete llegar lejos, aunque los inicios sean modestos. Ese punto de inflexión que marcan las movilizaciones en la Plaza de las Monjas onubense lo remarcó el hermano de Miguel Ángel y tío de María, Aníbal Domínguez: "Hemos permanecido callados y respetuosos y así nos lo han reconocido en todas las instituciones a las que hemos acudido, a pesar de sufrir insultos y mentiras. Pero ahora es el tiempo de los valientes", aseguró de nuevo en referencia a la pequeña María. "Es el momento de alzar la voz", dijo, "con el afecto de la gente humilde que no debe tener temor a ser asaltada por monstruos en su casa".
En esta ocasión no hubo espacio para la polémica. Porque tampoco lo hubo para los políticos en primera línea. Sí estuvieron presentes entre el público la alcaldesa almonteña, Rocío Espinosa, y su teniente de alcalde, José Juan Díaz Triguero. Juan José Cortés, que llegó empezado el acto, optó esta vez por no subir al templete.
El de ayer fue el momento de la familia almonteña que sigue sufriendo un duelo aún sin final, clamando justicia, centrada ahora en la consecución de un nuevo juicio, sin jurado popular, en su apelación al Supremo por el ya celebrado con sentencia absolutoria.
Realmente fue el día de Miguel Ángel y María. El de ese "gran amigo, leal, prudente, de humor inteligente y noble". El de esa niña que amaba los animales y soñaba con ser veterinaria; la que aún lloran sus amigos alrededor de un pupitre vacío, imaginando sus historias del primer año de instituto o de ese primer novio que nunca tendrá.
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