Vigilante, sindicalista, carnavelero y árbitro
Vigilante de seguridad
Nació en Huelva pero se considera tharsileño de corazón, ya que toda su familia es de la localidad minera donde se crió y creció y de la que siente muy orgulloso. Fernando Malmagro trabaja como vigilante de seguridad desde hace 21 años, 18 de ellos prestando servicio en oficinas de correos de Huelva. Considera que es una profesión muy bonita, pero a la vez dura y peligrosa y con unos sueldos que no se corresponden con la actividad que desempeñan estos profesionales. Desde hace 19 años pertenece a un sindicato y en la actualidad al equipo de la dirección sectorial de la seguridad privada de la FES-UGT y es el presidente del comité de empresa de Esabe Vigilancia. Todo ese tiempo lleva luchando por los derechos de los trabajadores y vigilantes del gremio junto a sus compañeros de fatiga.
El Carnaval era un mundo desconocido para él hasta que conoció a su novia y actual mujer la cual le introdujo en este maravilloso espectáculo del color donde hay arte para rebosar. En 1994 se hizo socio de la peña El Pito Caducao 92, de la cual es ahora su presidente y en la que salió en dos murgas y en cuatro cuartetos. En esta última modalidad fue donde más a gusto se sentía y en la que más destacó consiguiendo premios locales y provinciales. También fue vocal de la Fopac del Carnaval Colombino durante dos años, aunque del último guarda malos recuerdos ya que por problemas diversos se tuvo que gestionar desde una junta gestora.
Fernando nunca se imaginó que llegaría a ser árbitro de fútbol. Había sido jugador, siguiendo la saga de su abuelo, padre y tíos que militaron en el Atlético Tharsis. Se inició en el Olimpic Onubense, equipo que junto al Recre dominaban el fútbol base provincial en la década de los 80. Después como jugador amateur militó en el San Juan del Puerto, consiguiendo el ascenso a Regional Preferente, en la A.D. Cartaya y en el San Fernando de Cádiz. La etapa de futbolista fue corta pero con 27 años retornó al mundo del fútbol como árbitro por sus conocimientos y convencido por algunos amigos. Estima que es una profesión difícil e ingrata, ya que hay que impartir justicia y tomar decisiones en décimas de segundo. Lo positivo para él es que también se hacen amigo.
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