La misión de 1952 con la Virgen de la Cinta y la creación de la diócesis de Huelva
Huelva de ayer a hoy
Con carácter de rogativa. La convocó el cardenal Pedro Segura, al igual que ahora lo hace el obispo Santiago Gómez para pedir por el don de la lluvia, en el santuario de la Patrona el día 14 de mayo
Las rogativas o misiones es una forma de predicación y oración que se ha venido celebrando en diversas ocasiones en Huelva y siempre tuvieron presente a la Virgen de la Cinta, como el rosario pidiendo por la lluvia al que ha convocado el obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra, para el próximo domingo día 14, a las 20:30, en el santuario de la Cinta.
A finales del siglo XIX hay referencias a unas misiones en marzo de 1895, con una salida de la Virgen de la Cinta desde la parroquia de la Concepción.
Más cerca en el tiempo están las misiones de 1952 que, como indica el arcipreste Julio Guzmán López, tendrían carácter “penitencial y de rogativa”. Al igual que la convocada por Santiago Gómez, aquellas fueron a iniciativa de otro prelado, el cardenal arzobispo de Sevilla Pedro Segura y Sáenz, en un momento en el que se quiere movilizar a toda la ciudad de Huelva perteneciente a la archidiócesis hispalense. Se decía entonces que se había prosperado mucho en lo material pero había que mirar más a Dios, se tratan de unas misiones muy espirituales.
Hay que destacar, igualmente, un aspecto muy significativo y es que desde 1851 estaba pendiente la creación de la diócesis de Huelva atendiendo al concordato con la Santa Sede, ya que se había constituido en provincia en 1821 y, definitivamente, en 1833. Se fue demorando y en 1937 cuando estaba todo ultimado la llegada del cardenal Segura lo vuelve a aplazar.
En 1951 al cumplirse los cien años de aquel concordato, el Estado español pide a la Santa Sede renovarlo, la firma definitiva no tiene lugar hasta el 27 de agosto de 1953. En este tiempo hay una cuestión importante y son estas misiones de 1952 en las que participa el propio cardenal Segura, que se ponen por su propio deseo “bajo la protección y presidencia de la Santísima Virgen de la Cinta”, que será quien como siempre convoque al pueblo de Huelva, acudiendo de manera multitudinaria como cuentan las crónicas y reflejan las fotografías como las que aquí se acompañan.
Pedro Segura que se había significado por su enfrentamiento con el dictador Francisco Franco, perfectamente podría haber seguido en ese aplazamiento sine die. Sin embargo, en estas misiones pudo sentir el pálpito de Huelva al amparo de la Virgen de la Cinta, su fe y fervor, su madurez en todos los aspectos. No había otro camino, la Patrona en ese tiempo en el que se elaboraba el nuevo concordato zarandeó no solo al pueblo de Huelva sino que seguro que iluminó al cardenal que algo, al final, tendría que decir al respecto.
A nuestra ciudad acudieron 24 padres misioneros diocesanos acompañados por el superior el padre Luis. Los centros misionales serán San Pedro con Las Colonias, La Merced y el Asilo. La Concepción, con la Milagrosa; Corazón de Jesús con la Colonia Agrícola, Cuartel Granada 34 y Prisión Provincial. Además de la visita a todos esos templos, la Virgen de la Cinta acude al Asilo de ancianos y al centro penitenciario.
El 20 de febrero de 1952 se traslada desde su santuario y por ese carácter de rogativa, que es “por voluntad del prelado, la Virgen vendrá sin lujo, en un paso pequeñito, sin más adornos que flores; se irá rezando cantando el Santo Rosario, sin bullicio de ninguna clase”, señala Julio Guzmán López.
En el pensamiento estaría lo que se entendía que llegaría pronto que era la creación de la diócesis onubense. La ciudad de Huelva en los cincuenta, superados los primeros años de la posguerra, iba prosperando como capital de su provincia y también debía hacerlo en lo espiritual, que le reconocieran su mayoría de edad, tenían que dejarla caminar sola como diócesis. Se puede ver entre líneas ese sentimiento, así Julio Guzmán habla de que es el momento de Huelva, lo refleja en uno de sus artículos en Odiel. El arcipreste señala: “Es la gran hora de Dios para la ciudad de Huelva, hora de propiciación y penitencia, de gracia y de perdón”.
A la llegada a las puertas del Ayuntamiento, el mismo día 20 en el que son recibidos los padres misioneros que acompañan en procesión a la Virgen de la Cinta, el alcalde accidental, Roque Borrero de la Feria, en su bienvenida habla de “cuántas esperanzas ponemos en los resultados de la predicación de las verdades eternas, que han de constituir vuestra misión”.
En este nuevo encuentro con los onubenses, “se había congregado inmensa muchedumbre que hizo a nuestra Patrona un caluroso recibimiento”, destaca Odiel.
Es un momento importante que se vive, previo a la creación de la diócesis un deseo que subyace de alguna forma en todos y quedará recogido en la bula pontificia Laetamur Vehementer de 22 de octubre de 1953. Huelva quería ser reconocida en su despertar. Las palabras de Julio Guzmán López son claves para entender ese momento, califica la misión de “especial” y exhortó “al pueblo onubense para que asista a ellas, puesto que su deseo ferviente es ver una comunión general de Huelva”.
Esa es la imagen que vería Pedro Segura y Sáenz en Huelva el 26 de febrero cuando acude durante toda la jornada a participar en las misiones, con una celebración eucarística en el porche de la iglesia de la Merced que preside la Virgen de la Cinta, es como un presagio de que luego se convertiría en sede catedralicia.
El cardenal Segura, destaca la gran participación de personas congregadas en la plaza, “puedo afirmar que representa al pueblo creyente de Huelva, ese pueblo que en medio de las vicisitudes de los tiempos ha conservado la fe”, reconociendo algunos momentos de “desvanecimiento”.
Las palabras de Pedro Segura y Sáenz resumen lo vivido al amparo de la Virgen de la Cinta, se podía esperar que sucediera lo que se deseaba de la nueva diócesis: “El Señor se ha servido de estos misioneros para que su voz vibrante resuene en todas las viviendas de Huelva, en las calles y en las plazas y esa voz ha impresionado a la ciudad. Estáis escuchando con tanto interés todos los días la voz de la fervorosa Misión. Yo también la oigo todas las noches para unirme a vuestras oraciones. Tengo motivos para fundamentar esa fe que tenéis a vuestra Madre procede de la Santísima Virgen de la Cinta. Ella ha colocado el entusiasmo en esa muchedumbre”.
Una misión la de 1952 que marcó un antes y un después en la vida diocesana de Huelva.
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