War Room: Desastres naturales y política

Las catástrofes provocadas por la naturaleza se convierten tanto en una oportunidad para el cargo público de demostrar su valía como para que todos vean sus errores

War Room: Desastres naturales y política / H. I.
Charo Toscano

13 de septiembre 2020 - 05:00

Los desastres naturales pueden favorecer, o perjudicar, la imagen de un político. En 2012, la buena valoración que realizaron los ciudadanos de la gestión de Obama durante el paso del huracán Sandy por Estados Unidos fue decisiva para conseguir los votos electorales que le hacían falta para su reelección en la Casa Blanca. En el polo opuesto, el matrimonio Trump protagonizó una sonora polémica en 2017 cuando Melania viajaba a Texas para comprobar de primera mano con su marido los efectos de huracán Harvey ataviada con chaqueta bomber verde militar, pantalones negros entallados, gafas de aviadora y tacones de diez centímetros. Tal fue el revuelo en torno al look de la primera dama, que al bajarse del Air Force One para inspeccionar el desastre lucía camisa blanca, chubasquero, pantalones negros, gorra y unas zapatillas blancas de la marca Adidas. Dos ejemplos de cómo los desastres naturales se convierten en oportunidad para el político o, por el contrario, es un escenario propicio para cometer errores a la vista de todo el mundo.

Las catástrofes naturales surgen de manera inesperada y ningún territorio está exento de padecerlas. El verano es el momento crítico para los incendios forestales. La provincia de Huelva ha padecido un devastador fuego, con unas 14.000 hectáreas quemadas y más de 3.000 vecinos desalojados. La política ha cobrado protagonismo, tanto en la gestión de la propia crisis como en el papel que han desarrollado los responsables públicos, muy especialmente los alcaldes, escenificando el lado más humano de la tragedia. La literatura de la comunicación política y las experiencias de gobiernos e instituciones demuestran que los efectos de una crisis serán menores cuanto mejor se gestione la comunicación.

Los desastres naturales siempre producen situaciones de vulnerabilidad e incertidumbre y es tarea de los gobiernos, además de la gestión de la propia catástrofe, ofrecer una comunicación orientada a minimizar el impacto, con información adecuada, a tiempo, que propicie la comprensión de los hechos para aliviar el drama humano y la tensión emocional.

En las crisis aflora el potencial de un líder, dejando a la vista sus carencias o sus fortalezas. El gobernante al frente de la situación tiene por delante una ingente misión en medio del caos: dar respuestas a los ciudadanos, ofrecer información a los medios, resolver la comunicación interna y gestionar otros muchos aspectos de manera coordinada con distintas instancias. De cómo sea su comportamiento así será posteriormente valorado.

Para el experto Antoni Gutiérrrez-Rubí, el dirigente “debe mostrar una actitud prudente evitando politizar el desastre, aprovechando los recursos a su alcance y estando donde debe estar en el momento en el que debe estar”. Éste último aspecto suele ser objeto de controversia en los desastres naturales de nuestro país, en un claro ejemplo de politización del desastre, con nefastas consecuencias para algunos de sus protagonistas.

La alcaldesa de Cartagena se vio obligada en 2019 a dar explicaciones por irse de fiesta en plenas inundaciones producidas por la gota fría más grave de la historia de Murcia. Ese mismo episodio meteorológico ocasionó la destitución de director general de Seguridad Ciudadana y Emergencias del gobierno regional por asistir a una función de teatro en uno de los momentos críticos de la catástrofe.

El fondo de la cuestión a efectos de liderazgo político no trata tanto de estar o no estar, sino de cómo estar. En opinión de Gutiérrez Rubí, “para un ciudadano ver a su alcalde con las mangas remangadas hasta los codos y las botas llenas de lodo recogiendo escombros y ayudando a las víctimas como uno más, tiene un gran valor. Es un momento sincero, inspirador, que genera en las víctimas y en sus familias, una sensación de esperanza y de cohesión social; de confianza, cercanía e identificación”. Por el contrario, recalca este experto, los políticos son “altamente criticados si no se muestran cercanos, no manifiestan su solidaridad y preocupaciones reales, interés o un liderazgo fuerte, liderazgo que es reclamado y exigible”.

Catástrofes en campaña

Cuando los desastres naturales y las catástrofes irrumpen en una campaña electoral, la gestión de esa crisis suele influir en los resultados de las elecciones. La percepción negativa que de la comunicación hizo el gobierno español de los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 está en consonancia con su derrota electoral. Por el contrario, los sondeos ofrecían un empate técnico entre Barack Obama y Mitt Romney, el paso de Sandy por Estados Unidos influyó en el voto del 42 por ciento de los afectados, más 60 por ciento de los cuales apoyó a Obama. La imagen del gobernador republicano de Nueva Jersey, Chris Christie, abrazando al presidente en plena campaña electoral terció sin duda en la percepción de las víctimas sobre la gestión de la crisis, y más aún las palabras del gobernador: “El presidente ha estado todo el tiempo pendiente y merece reconocimiento por ello, ha sido un apoyo increíble y muy útil para nuestro estado. Me importa un rábano lo que eso signifique para las elecciones”.

Un estudio de la profesora de Ciencia Política Rocío Medina demuestra que la gestión de la crisis que realizó el alcalde de Lorca sobre el terremoto ocurrido el 11 de mayo de 2011, en plena campaña electoral, influyó de manera decisiva en los resultados electorales, aumentando en tres escaños más la mayoría absoluta y mejorando los resultados que ofrecían los sondeos. La catástrofe supuso un momento crítico para la historia de la ciudad, con 9 muertos, más de 300 heridos y daños materiales en el 83 por ciento de las viviendas.

El alcalde, el popular Francisco Jódar, asumió la dirección de la crisis y se puso al frente del puesto de mando avanzado para liderar la coordinación de los efectivos. Según la investigación de Medina, los principios que inspiraron la estrategia de comunicación del consistorio fueron información, transparencia, accesibilidad, prudencia, coordinación y un alejamiento de la no respuesta. Los mensajes del alcalde se resumían en “tranquilidad, esperanza, sabemos lo que tenemos que hacer y lo vamos a lograr”.

El resultado de este dramático episodio, a efectos electorales, fue una subida de votos del PP que, según la profesora, se puede explicar por una adecuada gestión de comunicación de la crisis y una visión paternalista del ciudadano. Depositaron su confianza en los responsables políticos que actuaron “de modo adecuado”, y desconfiaron de un cambio de poder con vistas a la superación de la crisis y la recuperación de la ciudad.

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