Zelenski, el amante frente al tirano
War Room
El presidente de Ucrania hace valer su profesión de actor para ponerse al frente de un país y, sobre todo, para ganar la batalla del relato ante el mundo
Huelva/ El primer discurso que pronuncia Volodímir Zelenski una vez comienza la invasión de las tropas rusas lo hace ya vestido de soldado, queriendo demostrar que va a luchar como uno más. Y es que el conflicto de Ucrania se está librando también la batalla del relato, en la que su presidente, al que el mundo menospreció por su pasado de cómico, se ha valido precisamente de su dominio de la escena para plantear un conflicto de buenos y malos, donde Putin es el abusón y los ucranianos las víctimas. En esta historia Zelenski está interpretando diferentes papeles. No es vano, es actor.
La política se apoya en el relato para persuadir y para crear vínculos emocionales. Las narraciones políticas acuden al sistema de arquetipos, es decir, patrones o moldes de conductas que son símbolos culturales e imágenes grabadas en el inconsciente colectivo. El arquetipo no es un concepto nuevo. Procede de la antigua Grecia, aunque fue el psicoanalista suizo Carl Junk quien identificó los 12 arquetipos de la personalidad comunes en todo el mundo.
El presidente de Ucrania conoce a la perfección todos los entresijos de la comunicación y desde antes de que estallara el conflicto bélico con Rusia está utilizando la estrategia de los arquetipos para construir su propio relato y emerger como un líder que está asombrando al mundo por su autenticidad.
Los ucranianos conocieron a Zelenski por una serie de Netflix, una sátira política en la que el actor interpretaba a un profesor de Secundaria que acaba convirtiéndose en presidente de Ucrania. Profecía autocumplida, porque sólo unos años más tarde se presentó a las elecciones presidenciales de Ucrania por un partido que tomó el nombre de la serie, El Servidor del Pueblo, e impulsado por una ola de popularidad sin precedentes en este país ganó con el 73% de los votos. Por la singular manera con la que ejecutó la campaña electoral pareciera que algunos votantes lo habían confundido con su personaje televisivo.
Y es que casi todo en esta historia es sorprendente y extraordinario. La victoria aplastante que logró Zelenski no se debió a su ímpetu como candidato, ni a sus mítines, ni a sus debates, ruedas de prensa o entrevistas. Simplemente porque no existieron. Y, de hecho, otro de sus “logros” es que protagonizó la primera campaña electoral ganadora complemente virtual. Durante los cuatro meses de campaña, explotó al máximo su carácter de outsider de la política y no hizo nada de lo que es habitual en un candidato.
Cuando anunció su candidatura en un video de año nuevo de 2019, Zelenski ocupaba espacios en programas de entretenimiento de la televisión ucraniana. A diferencia de Donald Trump, que aun siendo una celebrity como él desplegó una intensa actividad política durante campaña presidencial americana, Zelenski se limitó a videos en Youtube e Instagram, viajó con su compañía de comedia, actuó en programa de variedades y produjo varios episodios de su serie de televisión. No fue hasta el último día cuando participó en un debate. Durante este tiempo, su mensaje fue vago e impreciso, basado en el descontento popular y en la corrupción.
Lo cierto es que entonces el actor se enfrentó al desafío de gobernar un país y ahora la guerra de Ucrania lo ha destapado como un líder.
Desprecio al actor
Zelenski no se está limitando a representar a un arquetipo, sino que su versatilidad como actor le permite adoptar varios papeles para “internacionalizar el conflicto”, en opinión del experto en storytelling, Liberato A. Pérez Marín. “Lo despreciaron por su pasado en televisión como actor, pero olvidaron que otro actor, Ronald Reagan colocó a la URSS entre las cuerdas. Además, Reagan cambió las formas de la comunicación presidencial”.
El dominio de las técnicas de comunicación le permite encarnar diferentes arquetipos en función del público al que desee dirigirse en cada momento. “Le han querido endosar el arquetipo negativo de bufón y él lo ha contrapuesto por el del hombre corriente, el hombre cercano al pueblo que ha pasado muchas noches animando la televisión ucraniana”, según Perez Marín. Este experto afirma además que “la invasión rusa le ha regalado el arquetipo de inocente con el que entierra cualquier exceso que se haya podido cometer por parte de los ucranianos en el conflicto del Donbás, porque sería infantil negar que en éste, como en cualquier conflicto, no se han cometido excesos por ambas partes”.
Sus apariciones en televisión y redes sociales vestido de combate, con una camiseta militar sencilla, sin galones, y con la barba descuidada, le otorgan el atractivo de quien no se refugia bajo la protección de una sala de mando y lo ensalza como un héroe. Pero es algo más que eso, afirma Liberato A. Pérez Marín: “es héroe, rebelde y amante. Es rebelde contra los rusos y contra la imagen que se espera de un comandante en jefe. Y también es amante por su atractivo; es un tipo joven, que marca un poco de músculo y que utiliza todos esos elementos físicos a su favor”.
La Eurocámara, los parlamentos británico y canadiense, el Congreso de Estados Unidos o el Bundestag. La agenda de Zekenski es frenética y en cada uno de estos foros sabe perfectamente a quien se dirige, y lo hace con un mensaje emocional y personalizado. En estas instituciones “nadie le discute el arquetipo de gobernante”. En paralelo representa la reencarnación de la resistencia en primera línea. “Es una persona que está ensalzando la moral de los ucranianos en una situación en la que Ucrania está en clara desventaja. Esto lo convierte en el mago que ha sabido aglutinar la resistencia de todo un pueblo”, subraya Pérez Marín.
La comunicación y el liderazgo de Zelenski son más llamativos y cobran mucho más valor porque encuentra en el presidente ruso su antítesis. Ambos representan dos arquetipos enfrentados. “Por un lado tenemos a Zelenski encarnando al héroe, el hombre corriente, el inocente, el rebelde, el mago, el amante y el gobernante. Y frente a él nos encontramos a Putin, que viste impoluto, se muestra distante y siempre está al otro lado de ese telón de acero que lo protege. Transmite un arquetipo de gobernante en su peor versión, que sería la del tirano”.
La figura de Zelenski es muy “completa”, recalca Pérez Marín, “tan compleja como todo el target al que intenta dirigir su imagen y su comunicación para cumplir su objetivo de internacionalizar el conflicto y pedir ayuda”.
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