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El castillo a través del espejo (2019), de Tomo Taketomi y Mizuki Tsujimura, historia de Kokoro, una chica cuyas compañeras le dejan claro que en el instituto no hay sitio para ella

Abajo el telón

El castillo a través del espejo. jpg / M.G.
Gerardo Macías

18 de agosto 2024 - 06:00

El debut de la mangaka Tomo Taketomi en España fue The Mark of Watzel, volumen único en el que se habla sobre el cáncer infantil a través de la historia del actor Jason Toy, a quien se pide que ayude a una niña a pasar los meses de vida que le quedan de la mejor manera posible. Fue Milky Way Ediciones la editorial que apostó por este título y es también la que nos trae una nueva obra de Taketomi, El castillo a través del espejo, la adaptación al manga de la novela de fantasía y misterio de la literata Mizuki Tsujimura, cuya película de animación se estrenó en Japón en 2022. Serializada originalmente en la revista Ultra Jump de Shueisha, la serie consta de cinco tomos recopilatorios. El primero de ellos, nos traslada a un escenario de fantasía, fascinante y un poco inquietante por los muchos secretos que guarda.

La vida de Kokoro se convirtió en un infierno cuando comenzó a asistir al instituto y sus compañeras de clase empezaron a hacerle la vida imposible. Por eso, no se siente con fuerzas para ir a la escuela: se pasa los días en casa, pensando que en el mundo no hay lugar para ella. Sin embargo, cierto día, su espejo se ilumina y, cuando lo atraviesa, llega a un castillo de cuento a donde también han acudido otros seis adolescentes. A todos los recibe una enigmática niña, el señor Lobo, quien les dice que pueden cumplir sus deseos si acceden a una misteriosa habitación. Para ello, deberán buscar la llave que la abre… y solamente uno de ellos podrá pedir aquello que más ansía. Por otra parte, tendrán que respetar el horario impuesto por el señor Lobo para regresar a su casa si no quieren recibir un castigo.

En este primer volumen, nos adentramos en una historia que, con una atmósfera de cuento oscuro muy conseguida, nos habla de temas espinosos y actuales: a través de la protagonista, Kokoro, se nos muestran situaciones tremendamente complicadas. En su caso, los miedos, las dudas y la tristeza están plasmados a la perfección; todo lo que ha vivido tiene un reflejo no solo en su vida diaria, sino también en la nueva realidad que descubre al otro lado del espejo, pues no sabe muy bien cómo relacionarse con sus compañeros, si la aceptarán o no. En el tomo, se ahonda en sus emociones, bastante complejas. A medida que avanzamos en la lectura, vamos averiguando más sobre ella y su pasado, sobre lo que sus compañeras de clase le hicieron, y entendemos lo dura que es su realidad.

Pero este no es el único tema que se aborda en El castillo a través del espejo. Mediante la mirada y el sentir de Kokoro cuando empieza a conocer al resto de adolescentes del castillo, se nos plantea de qué forma nuestra libertad puede afectar a la de los demás e incluso, en ocasiones, coartarla. La historia nos propone líneas argumentales que suscitan interés. Pese a ello, por ahora, el tema de la llave y la habitación mágica, así como el resto de misterios que aguardan en el castillo, se mantienen en un segundo plano.

Con respecto al resto de adolescentes, en este primer volumen no se dice mucho sobre ellos: conocemos lo que le cuentan a Kokoro, vemos cómo se comportan con ella y algún breve retazo adicional. Podemos intuir que cada uno tiene sus propios problemas y que, de alguna forma, el castillo del señor Lobo es un refugio para todos. De momento, esas ligeras pinceladas nos hacen querer saber cómo han acabado al otro lado del espejo, y qué desean conseguir si encuentran la llave. Eso sí, es más fácil conectar con unos que con otros por su manera de comportarse con sus compañeros.

En cuanto al dibujo, Taketomi destaca sobre todo en las escenas que transcurren en el mundo del otro lado del espejo. El ambiente de cuento está logrado no solo por el argumento en sí, sino también por la forma en que se trasladan a viñetas las habitaciones del castillo, sus muebles y el señor Lobo, ese personaje tan enigmático, oculto bajo su máscara. De todas formas, Taketomi también es capaz de generar otro tipo de atmósferas mediante sus trazos y la disposición de las viñetas. Por ejemplo, hay determinadas vivencias de Kokoro que resultan opresivas, sobrecogedoras, algo logrado gracias a la utilización de las sombras, los detalles en los que se fija Taketomi y las expresiones de los personajes.

La próxima semana: Días Moscosos (2024), de Raúl Deamo y Jan, un anecdotario humorístico que desmitifica, en lo posible, la imagen de los funcionarios españoles.

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