El acuerdo de Tánger y la política mediterránea

Crónicas de otra Huelva

Ponce Bernal: “Aun cuando son conocidas las intenciones de Washington con relación al poderío de los mares, una vez unidas cuatro potencias europeas interesadas, poco o nada nos ha de importar el desatado y furibundo imperialismo yanqui”

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Un grupo de personas contempla el puerto de Tánger. / David Canales (Europa Press)
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza

10 de marzo 2025 - 07:00

Analista Internacional

Las relaciones turbulentas

José Ponce analizaba preocupado la situación de Huelva, pero también la de España, la de Europa y la del mundo, queriendo con sus escritos hacer su particular y personal aportación. Se surtía de la prensa extranjera –de difícil acceso entonces- para afianzar su punto de vista sobre la política internacional. En el artículo de hoy reconoce la "grata impresión" que en las cancillerías europeas había producido el Acuerdo de Tánger, que colmaba la aspiración de nuestro país. Firmado entre las cuatro potencias: Francia, Inglaterra, Italia y España, este compromiso les procuraba poder colaborar "armoniosamente" en política y en intereses económicos.

Esa firma fue importante porque Tánger se convirtió en una zona internacional, lo que significaba que no estaba bajo el control exclusivo de ningún país, sino que varias naciones podían tener presencia y derechos en la ciudad. El objetivo era facilitar el comercio y la cooperación internacional, especialmente en un contexto de creciente interés europeo en Marruecos.

Ponce muestra una línea ideológica proeuropea y a favor de la colaboración entre las potencias mediterráneas, que considera beneficiosa y necesaria para resolver conflictos y promover la estabilidad del conjunto. Creía en la capacidad de Europa para resolver sus problemas a través de la diplomacia y la cooperación.

Hay una clara desconfianza hacia Estados Unidos, hacia la influencia del "imperialismo yanqui" que busca desestabilizar a Europa. Ponce ve la intervención estadounidense no solo innecesaria, sino también perjudicial para los intereses europeos, lo que sugiere un sentimiento de defensa de la soberanía europea frente a influjos externos. Al referirse a España como una "potencia esencialmente interesada", subraya el papel de España en la política mediterránea y su deseo de reafirmar su posición en el contexto europeo.

Lo que está ocurriendo en la actualidad nos ha llevado a elegir este artículo. Como simpre se hace necesaria la unión de fuerzas para enfrentar la defensa de la soberanía de Ucrania y para preservar a su vez la estabilidad de Europa frente a la constante incursión de Estados Unidos en los asuntos de otros países.

Virtualmente realizado el acuerdo sobre Tánger, hemos de reconocer, como potencia esencialmente interesada, y, como informadores imparciales, la grata impresión que en las cancillerías europeas ha producido este acuerdo.

Es una colaboración que colma la medida del deseo español la que llevan a cabo las cuatro potencias que firmarán el acta: Inglaterra, Francia, Italia y España. Armoniosamente pueden colaborar con grandes resultados, y, seguramente, resolver la cuestión amistosa en litigio entre París y Roma.

Dos puntos abarca esta cuestión: el punto de vista económico y cuanto se relaciona con la política general de los dos países.

Nosotros lo juzgamos así, y la mayor parte de la prensa francesa se felicita en términos parecidos a los nuestros. “Le Journal”, sobre todo, dice poco más o menos: “Ahora solo resta obtener la adhesión de todas aquellas potencias que firmaron el Estatuto de 1923 a este acuerdo, a fin de que sean introducidas las modificaciones derivadas de la negociación entre España y Francia, y, luego, las acordadas a favor de Italia”.

En cuanto a la actitud que adopten los Estados Unidos nos tiene sin cuidado a los españoles. Esta es cuestión Mediterránea, y aun cuando son conocidas las intenciones de Washington con relación al poderío de los mares, una vez unidas cuatro potencias europeas interesadas, poco o nada nos ha de importar el desatado y furibundo imperialismo yanqui. Pueden, por tanto, los Estados Unidos permanecer en su alejamiento.

Diario de Huelva, 8 de junio de 1928.

La práctica dice que el problema de Tánger está resuelto en forma tal que Italia obtiene un lugar suplementario en la Asamblea municipal tangerina, con lo cual serán ya tres los miembros italianos en este organismo; un puesto de administrador adjunto, encargado de las cuestiones jurídicas, y, por último, un cargo de magistrado en el tribunal internacional.

Así que Inglaterra, Francia y España, unánimemente , han accedido teniendo en cuenta las aspiraciones de Italia, y de acuerdo con los delegados de este último país a la creación de esos tres nuevos puestos: el primero, en el orden legislativo; el segundo, en el orden administrativo, y el tercero, en el orden jurídico. Italia queda, por tanto, al nivel mismo de la Gran Bretaña.

Comentando este feliz resultado, “Le Temps” se congratula, por considerar “que contribuye eficazmente a consolidar las relaciones que deben existir entre las potencias mediterráneas”.

Independientemente de su “alcance marroquí e internacional”, esta inteligencia en lo que a Tánger concierne, es del mejor augurio.

Cuando recaiga acuerdo sobre las cuestiones técnicas que quedan por examinar, se reconocerá que la solución del problema de Tánger constituye un éxito para la política de inteligencia y de colaboración permanente que se impone a las potencias mediterráneas.

“Le Temps”, y con él otros periódicos, se felicitan también del arreglo de la cuestión de Tánger, por estimar que favorece el desarrollo de una política de sincera colaboración entre París y Roma, y que refuerza los lazos que unen tradicionalmente a los dos países.

Estas consideraciones pesan mucho en la buena acogida que ha tenido en los centros parisienses la realización del acuerdo.

Sinceramente creemos que estos acuerdos sobre cuestiones mediterráneas son los primeros jalones para la obtención de una alianza que, en un futuro próximo, serviría de completa garantía para la paz del mundo, y haría imposible el desarrollo de la voraz afección de egoísmo que aqueja a los Gobiernos y a la gran opinión norteamericana, atenta únicamente a desbancar a la vieja Europa y a desposeer a los ingleses y galos de toda base naval y minar su grandiosa potencialidad marítima.

PONCE

Diario de Huelva, 8 de junio de 1928

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