Los agentes detienen al sospechoso ante el inminente riesgo de fuga
Caso Laura Luelmo
Bernardo Montoya estaba localizado desde el primer minuto de conocerse los hechos
Huelva/No estaba prevista. La propia actitud de Bernardo Montoya Navarro, de 50 años de edad, precipitó los acontecimientos. Al verse seguido por una patrulla de la Guardia Civil, salió de su vehículo y emprendió la huida campo a través; los agentes no tardaron en interceptarlo. Fue cerca de Cortegana, de donde es originario y donde cometió los hechos que le han llevado a pasar buena parte de su vida en prisión. Salió el pasado mes de octubre; si se confirman los primeros datos de la investigación, volverá pronto.
Con las primeras luces del día, la actividad en el kilómetro 166 de la N-435, en Traslasierra, donde a mediodía del lunes se produjo el macabro hallazgo del cuerpo de Laura Luelmo, los integrantes del Equipo Central de Inspecciones Oculares llegados desde Madrid regresaban a su actividad. Se rastreaba cada centímetro del lugar donde apareció el cadáver oculto entre unas jaras.
Casi simultáneamente, más agentes acordonaban los accesos a la calle Córdoba de El Campillo. La macabra casualidad quiso que el portal 1 y el 13 se encontraran uno frente a otro. En el primero vivía Luciano Montoya, hermano gemelo de Bernardo; en el otro la profesora Laura Luelmo, recién llegada a la localidad procedente de Zamora. En ambas residencias, el ruido de martillazos delataba un registro a conciencia.Se buscaba, como en el campo donde apareció, cualquier tipo de indicio que llevara hasta los sospechosos de una muerte violenta.
La Guardia Civil iba a tiro hecho; su número uno en la lista, estaba localizado desde el día en el que se denunció su desaparición.Ayer, fue él mismo quien precipitó su captura. Fuentes oficiales reconocieron ayer que “estaba localizado en todo momento desde el primer día”, por lo que su paradero era conocido por los agentes que seguían sus pasos.
Bernardo Montoya fue conducido a las dependencias de la Guardia Civil de Valverde antes de ser trasladado a la Comandancia de Huelva y comparecer ante la juez de la misma localidad que se ha hecho cargo de las investigaciones. Será ella quien determine los siguientes pasos, aunque todo hace pensar que decretará el ingreso inmediato en prisión tan pronto como comparezca ante ella.
Bernardo Montoya Navarro salió el pasado mes de octubre de la prisión provincial de Huelva, donde cumplía condena de 17 años y 7 meses por el asesinato de una anciana de 82 años en la localidad donde residía, según confirmó el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. Después del veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, la Audiencia Provincial de Huelva condenó al ahora detenido en noviembre de 1997 a 15 años de prisión y la prohibición de regresar a Cortegana durante un periodo de cinco años por un delito de asesinato; a dos años y 7 meses por obstrucción a la justicia y a dos meses de arresto por allanamiento de morada.
Los hechos que la Audiencia consideró probados, sostienen que sobre las 23:30 del 13 de diciembre de 1995, Bernardo Montoya provisto de un machete y con la finalidad de acabar con la vida de la víctima, penetró en el domicilio de ésta para impedir que pudiera declarar en su contra en el juicio que se iba a celebrar contra él, por allanamiento de morada y lesiones a la fallecida.
Bernardo Montoya entró en la vivienda de la víctima a través del hueco de una de las ventanas de la casa, cuyo cristal rompió de un fuerte golpe. Una vez en el dormitorio de la anciana, se agazapó tras la puerta y cuando la víctima iba a entrar en ella, le asestó una puñalada en la región dorsal y otras seis en el cuello que le causaron la muerte de manera inmediata. El detenido ingresó en prisión el 18 de diciembre de 1995 y sufría una fuerte adicción a la heroína y a la cocaína desde hacía varios años. Según el TSJA la sentencia se consideró cumplida en el año 2013, aunque permanecía en prisión por otros delitos de robo con fuerza. Su hermano Luciano, titular de la vivienda que se encuentra enfrente de la de Laura Luelmo, se encontraba en prisión en el momento de producirse su desaparición.
Un interno en el módulo 11 de mantenimiento
Bernardo Montoya tuvo un puesto de confianza dentro del centro penitenciario, en mantenimiento. Nunca estuvo en un programa de agresores sexuales, básicamente porque la planificación hace que poca gente pueda acceder a esos programas penitenciarios. Según ha podido conocer este periódico, el preso quería sacar un dinero de su paso por el centro penitenciario onubense, por lo que el módulo 11 donde estaba destinado es considerado uno de los mejores de toda la cárcel. En ella realizaba labores de mantenimiento y se paseaba sin problemas por la zona de seguridad dentro del penal.
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