Cómo alcanzar acuerdos inteligentes y que se cumplan
Gente Inteligente
El estrategia ‘cerco’ es una herramienta perfecta para cuidar relaciones personales y para recordarnos los elementos indispensables a considerar en un acuerdo para que funcione.
Huelva/Hay una divertida frase, que se atribuye en las redes a mi admirado actor Robin Williams, que dice: "Lo siento, si tuvieras razón estaría de acuerdo contigo". Esta ironía tan propia de él pone de relieve lo más complicado de llegar a cualquier acuerdo entre dos o más personas, y es entender que no tenemos que llevar siempre la razón, no toda al menos. ¿Es usted capaz flexibilizar sus posturas para poder llegar a un acuerdo? Y todavía más, ¿consigue cumplir y que se cumplan los acuerdos que alcanza?
Aquí le traigo una estrategia para preparar y alcanzar acuerdos con una alta probabilidad de éxito. Se llama CERCO y, en su palabra, encierra los elementos que es indispensable considerar para llegar a un acuerdo efectivo, es decir, para alcanzar un acuerdo y que se cumpla.
Reconozco que cuando aprendí esta herramienta en mi formación en coaching con Francisco Yuste, no fui capaz de ver toda la utilidad que tendría en mi vida. Porque más allá de si los acuerdos se cumplen o no, siempre obtengo dos beneficios paralelos muy importantes. El primero es que la otra persona gana en autonomía y en capacidad para asumir sus propias responsabilidades. El segundo beneficio es que yo me descargo de culpa en todas las ocasiones. Creo que me entenderá mejor si acaba de leer este artículo.
Cinco elementos y un orden
La palabra CERCO es una sigla de los elementos fundamentales que debe usted tener en cuenta a la hora de llegar a un acuerdo. Indica también el orden en el que aplicarlos, que es justo el contrario al que discurren las letras en la lectura habitual. O sea, que el primer elemento a pactar lo encontramos referenciado en la última letra, en la ‘O’, y nos recuerda empezar por encontrar y consensuar un Objetivo claro.
Le sigue la segunda ‘C’ de la palabra, que nos recuerda, después de consensuar el objetivo, continuar por establecer unos Criterios concretos que nos ayuden a saber si nos acercamos o nos alejamos de él.
A continuación, siguiendo las letras en sentido inverso, tocaría revisar o buscar Recursos para avanzar, que es a lo que se refiere la ‘R’.
Y, por fin, la ‘E’ nos recuerda pactar y prever una evaluación equilibrada, para terminar con la primera ‘C’, definiendo las consecuencias negativas y positivas antes de empezar a caminar con el acuerdo. Ahora apliquemos uno a modo de ejemplo.
Qué espero yo de ti, qué esperas tú de mí
Recuerdo muy a menudo un comentario del propio Paco Yuste cuando me transmitió esta herramienta con su habitual maestría pedagógica: ‘si las parejas hicieran una estrategia ‘cerco’ antes de casarse, seguramente habría muchos menos divorcios’. Porque lo que hace un ‘cerco’, sobre todo, es facilitar que esa persona con la que usted quiere llegar a un acuerdo, tenga muy claro qué espera usted de ella. Y también, le deja a usted muy claro qué espera esa persona de usted. ¿No le parece eso eficaz para cuidar una relación?
Imagine que, en un cerco en pareja, el objetivo a consensuar es ‘aprender a escucharnos y comunicarnos de forma positiva’. Es, por cierto, el objetivo que trabajó en su cerco, en sesión de coaching conmigo, una pareja que recuerdo con mucho cariño.
Una vez propuesto el objetivo con flexibilidad, es decir, asumiendo que puede haber cambios y que no son ‘lentejas’, y una vez consensuado, toca identificar los criterios que podemos observar para saber si nos estamos escuchando y comunicando de forma positiva o no.
Las reflexiones para buscar esos criterios deben ir de la mano de preguntas como estas: ¿Qué elementos, situaciones o hechos deben darse para darnos cuenta de que sabemos escucharnos y comunicarnos de forma positiva? ¿Cómo me siento escuchado o escuchada? ¿En qué situaciones sé que me estoy comunicando de forma positiva?
Aquí, la pareja en cuestión decidió que iba a programar un tiempo cada día para conversar, y también que iban a evitar las discusiones poco productivas o fuera de tono. Así, establecieron como criterios, el cumplimiento de los momentos de conversación diaria y el número de discusiones fuera de tono. Fue necesario, además, idear un mecanismo de seguimiento de estos criterios. Esta pareja compró una pizarra magnética y creó una tabla en el frigorífico que actualizaba cada día.
A continuación, reflexionaron juntos qué recursos tenían para conseguir su objetivo, qué necesitaban que no tenían, qué podían aportar… Se prepararon de la mejor forma posible para cumplir los criterios que les acercaban a alcanzar el objetivo y, por tanto, a cumplir el acuerdo.
Y llegaron al momento crucial del cerco: establecer la evaluación y las consecuencias. Así, mucho antes de que fuera posible incumplir los criterios, definieron claramente quién evaluaría, cuándo se evaluaría, dónde se evaluaría... Decidieron que lo harían juntos viernes alternos, en la cocina, a las 7 de la tarde. Las consecuencias las tenían claras. Si no cumplían las conversaciones diarias o había más de 2 discusiones fuera de tono en esos quince días, él estaría un día entero ‘a las órdenes’ de ella y, otro día, ella ‘a las órdenes’ de él. Esa era la consecuencia negativa -yo aún lo sigo viendo bastante positivo, pero era su cerco-. La que definieron como positiva era cenar en un famoso restaurante que les gustaba mucho.
Estos dos últimos pasos del ‘cerco’, la evaluación y las consecuencias, encierran los dos secretos del éxito. El primero es la necesidad de cumplir la consecuencias, por muy dolorosas que sean – y, si no, que nos lo digan a las mamás conquistadas por una mirada de pena-. Y el segundo es la claridad que da a la personas sobre su propia responsabilidad, porque cuando se conocen las consecuencias previamente, nadie puede decir eso de ‘si lo hubiera sabido’.
Imagine ahora, por ejemplo, que una consecuencia negativa que pacta usted con su pareja es abandonar la relación si le es infiel. E imagine que llega el incumplimiento. Van a sobrar hasta las palabras. Seguramente ahora entienda mejor los beneficios que me gustan a mí del ‘cerco’: hace más responsables de sus actos a las personas y a mí me descarga de culpas y justificaciones.
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