Los alumnos que enseñan en la Universidad de Huelva
AULA DE LA EXPERIENCIA
La Onubense se adapta a los mayores a través del arte y la historia pasando por las nuevas tecnologías
Huelva/En la Universidad de Huelva los alumnos del Aula de la Experiencia sientan cátedra. Sabiduría de la vida que da lecciones de motivación, de participación y también de exigencia, “no perdonan que pierdas ni un minuto de la clase”, apunta uno de sus profesores, “venir aquí no sabes cómo te pone las pilas”, asegura otra de ellos.
Para Francisco, “cuando llegué aquí fue la rehostia”, dice en un inciso de su clase de Historia de España, de la Ilustración al tiempo presente. Es su primer curso pero no uno cualquiera, es el año en el que “vine por una cosa muy clara, por cumplir un sueño”. Porque él, de niño, “lo más cerca que estuve de un colegio fue cuando pasaba por allí” y al recordar el momento de atravesar el umbral de la Facultad de Ciencias del Trabajo y Relaciones Laborales se le humedecen los ojos. La emoción del objetivo cumplido, de ese sueño de cuando tenía 13 años hecho realidad a sus 72.
Cada uno encierra una historia que va con ellos por el Campus del Carmen, en el Aulario Galileo Galilei y en el José Isidoro Morales, donde se cruzan generaciones muy distintas, todas integrantes de la comunidad universitaria de la UHU y como tales comparten los mismos espacios. Una tarde cualquiera, Beatriz se asoma a la clase de Historia del Arte Contemporáneo y a través del cristal observa a su padre, que está dentro del aula, “se me cae la baba viéndole aquí”. Es donde da clase el profesor José María Rodríguez, que asegura que “ellos son los que saben”. Para estos alumnos, José María adapta el temario clásico a unos contenidos más didácticos y atractivos y el aula está llena. Repleta de “valientes” que se han matriculado en una asignatura “con mucha crítica social, religiosa, que incluye temas sexuales... Pero lo han asumido con más naturalidad de la que pensaba”.
Ana es una de sus alumnas y asegura que durante la clase “parecemos niños chicos, ni nos movemos”. Ama de casa durante toda su vida, recomienda vivamente el Aula de la Experiencia, que conoció cuando su marido se jubiló y le hablaron de esta opción cuando se apuntó al gimnasio. “¿Eso qué es?” fue su respuesta cuando él propuso que se matricularan. De todos estos años “tenemos nuestro grupito y nos vemos fuera de las clases; en la pandemia hablábamos por el ordenador”.
Para Estrella es su primer año y tenía en la universidad “una asignatura pendiente”, así que ahora que cuenta con más tiempo se ha matriculado también en Psicología en la vida cotidiana. “Los martes y los jueves (días de clase) los disfruto y además estoy descubriendo Huelva. Rincones en los que no me había fijado y que gracias a los ejemplos que me pone el profesor distingo los estilos cuando voy por la calle”.
Aunque la Historia es una de las asignaturas estrella, el programa es variado, como lo son los intereses de estos alumnos. El Aula de la Experiencia está destinada a personas a partir de los 55 años, uno de los sectores de la población más afectados por la denominada brecha digital. Precisamente para dotarles de estas competencias cuentan con asignaturas como Ícaro: el impacto de las tecnologías de la información en la vida de las personas.
Su profesor es Juan Carlos Infante Moro, que acude raudo a atender a sus alumnos, cada uno con su pantalla de ordenador. “De un año a otro hay una gran diferencia, vienen más preparados. Hace dos años la mayoría no tenía correo electrónico y ahora tienen todos y les dan uso”, explica. Este curso el Aula de la Experiencia ofrece un programa abierto sin tener en cuenta que las materias correspondan a 1º, 2º o 3º curso debido a que el año anterior se vio interrumpido por la pandemia.
María Dolores “llevaba un orden” porque cuenta ya con “13 o 14 años” en la Universidad, donde también “tenía una asignatura pendiente de la vida”. Ha desempeñado su labor profesional como formadora para máquinas de coser y ahora también participa como voluntaria “en muchos sitios”. Cuenta que “estudiar siempre me ha gustado mucho pero en mis tiempos no había instituto en mi pueblo y tuve que hacer el Bachiller Superior por libre”, así que ha pillado al vuelo esta oportunidad. “Yo animo y he traído a mucha gente” porque la socialización casi forma parte también del programa de estudios, gracias a eso ha hecho “amistades muy buenas”.
El punto de partida de Jesús García Hueto es que “algo hay que hacer”, es lo que se dijo a sí mismo cuando se jubiló tras décadas como periodista. Las mañanas ya las tenía ocupadas con el gimnasio y ahora cumple su segundo año en el Aula. Ha estudiado materias como la Ilustración o La cocina y la salud, mientras que este curso se ha animado con las nuevas tecnologías “a nivel de usuario”. Está “muy satisfecho” con la parte académica pero también, de nuevo, con las relaciones sociales. “Es una manera de tener una obligación, es algo que le vendría bien a mucha gente”.
Una afirmación que comparte su compañera Maica, que ha regresado tras estudiar hace años un curso completo. Ahora, ya reconectada, busca “llenar mi vida, me estoy reiniciando y estoy contentísima”. Como Juana, que enviudó y se encontró con tiempo para ocupar. Para tratar de ayudarla, su hija le preguntó sobre las cosas que le gustaban y su respuesta fue: “Me encanta la Historia”. Y eso es lo que está aprendiendo ahora, “hasta tomo mis apuntes”, dice sonriendo. También aprende de la suya propia, como homenaje a “mis antepasados mineros” el curso pasado estudió Progreso y desarrollo de la Cuenca Minera. Un curso en el que también trabó relaciones pero en el actual “no veo ni una”. Sin embargo, asegura que “me encantan los martes y los jueves y si hubiera más clases, más días vendría”.
Para Juana, María Dolores, Francisco, Maica, Estrella, Ana, Jesús y todos sus compañeros del Aula de la Experiencia nunca es tarde para aprender y esa es la lección que enseñan.
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