El renacer de la arquitectura de principios del XX en el emblemático cuartel de Santa Fe de Huelva
Las fachadas de ladrillo del edificio reciben un tratamiento artesanal para recuperar su estado original.
Restauración documentada de la estructura metálica
La restauración del edificio de Santa Fe en imágenes
Huelva/La arquitectura de principios del XX volverá a florecer en la capital onubense con la rehabilitación de uno de sus edificios más emblemáticos, el cuartel de Santa Fe, una construcción que fue proyectada en 1899 como mercado por el arquitecto municipal Manuel Pérez y González, finalizando su construcción el arquitecto Francisco Monís y Morales en 1905.
La restauración de la edificación, cuyo objetivo es recuperar el estado original del inmueble, supondrá una inversión de 3.326.793, 26 euros, de los cuales, el Ayuntamiento de Huelva aporta el 39,75% (1.322.354,74 euros), y el Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, el 60,25% (2.004.438,52 euros), procedentes del programa del 1,5% cultural.
Las obras comenzaron el pasado verano en el interior de la edificación con los trabajos de demolición de las construcciones añadidas realizadas a lo largo de los años para los distintos usos que ha tenido el edificio. Fue en su origen mercado de abastos, luego Escuela de Artes y Oficios; Escuela de Capataces de Minas, Biblioteca Popular y Museo de Pintura. Su último uso fue cuartel de la Policía Nacional.
Tras esta primera intervención, se ha realizado una labor de consolidación a nivel de cimentación de los doce pilares que sustentan la cubierta y los trabajos se están centrando ahora en la recuperación de las fachadas así como de la estructura metálica de la cubierta.
Respecto a las fachadas de ladrillo se está llevando a cabo un tratamiento artesanal. Se ha terminado la fachada lateral de la calle Velarde y se está actuando en la posterior, la de la calle Dos de Mayo, y en la otra lateral, en la calle Daoiz. La arqueóloga municipal Rocío Rodríguez comentó que a la hora de actuar se ha tenido que hacer frente a las diferentes patologías que cambian en función de la orientación y altura de la fachada y que provienen de la humedad.
En la parte alta los ladrillos presentan una costra caliza fruto del agua de lluvia, la humedad por infiltración lleva también consigo la presencia de vegetación y de suciedad, aspectos sobre los que también hay que luchar. En la parte baja, las patologías vienen dada por la humedad por capilaridad, a lo que se unen los grafitis, que hay que eliminar, siguiendo un proceso específico para su retirada.
El edificio está realizado con el denominado ladrillo de Bonares, un ladrillo macizo. Algunas piezas han desaparecido con el paso de los años, otras están rotas y hay que sustituirlas, a lo que se une que el mortero está en muy mal estado, "está disgregado y se deshace con facilidad". El trabajo es muy artesanal, se realiza ladrillo por ladrillo viendo la patología que presenta cada uno de ellos, si está roto, disgregado, desaparecido... Un equipo de operarios ha sido formado para realizar esta labor por una técnico en restauración de bienes culturales así como por la dirección facultativa.
Este trabajo se realiza en cuatro fases. La primera consiste en la limpieza de la parte donde se va a actuar con agua a presión para un tratamiento general de la superficie, retirada de raíces y vegetación, cemento de arreglos recientes (parches), grafitis, cableado en desuso y todos los elementos añadidos.
En la segunda fase se incorpora el mortero (mezcla de arena y cal, con unas determinadas coloraciones y características técnicas establecida tras una serie de pruebas), y se procede a la reconstrucción de ladrillos con el mismo mortero, con la forma y color del ladrillo, o utilizando piezas de ladrillo, preferentemente reutilizadas aunque también se incluyen piezas de nueva factura similares a las existentes, y llagueado entre ladrillos.
En una tercera fase se procede a la limpieza del ladrillo para retirar el mortero sobrante, y la cuarta fase es la veladura, como acabado final que homogeniza la coloración, después de una serie de pruebas para obtener la coloración deseada.
La fachada posterior, la de la calle Dos de Mayo, está muy alterada, por la apertura de huecos para ventanas y puertas, que se están cerrando con ladrillo actual para posteriormente recubrirlos con ladrillos similares a los de Bonares para reconstruir el aspecto original del edificio. En la fachada de la calle Daoiz la principal problemática es la abundancia de vegetación. En las fachadas se mantendrán los azulejos de Mensaque Rodríguez con el nombre de las calles.
Se trata de aplicar un tratamiento ladrillo a ladrillo en cuatro fachadas de cuarenta y ocho metros de ancho por nueve metros de alto. En el interior de la edificación se volverán a enlucir las paredes y se pintarán con mortero.
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