Los aspirantes a sacerdotes más jóvenes de la historia de Huelva cuentan sus emotivas experiencias en el Seminario

El rector del seminario junto a tres seminaristas.
El rector del seminario junto a tres seminaristas. / Josué Correa

El bonariego Juan Antonio García es uno de los siete nuevos seminaristas que acaban de comenzar sus estudios en el seminario onubense este 2024. Tiene 21 años. Su vida siempre ha estado ligada a la Iglesia y notaba que "algo sentía", que algo le llevaba a estar en contacto con Dios. "Llegó un momento que me dije, ¿Por qué no iba a poder yo oficiar una Eucaristía en un futuro?", revela. Juan Antonio pasó por distintas etapas hasta que decidió lanzarse a perseguir su sueño. "No siempre lo tuve claro. De niño es verdad que sí tuve mis momentos, pero después en la adolescencia la idea se me fue de la cabeza, ya que, como casi todos a esa edad, pasé por una etapa más rebelde, de diversión...". Sin embargo, tras pasar esa etapa y comenzar sus estudios universitarios de Historia, comenzó a acercarse más a Dios y a profundizar más en la fe, hasta llegar hoy día al seminario. "Me puse en manos del rector, confié en él y aquí estamos. Este primer año es todo nuevo y desconocido para mí, pero me siento satisfecho y reconfortado por todos mis compañeros que me rodean. Estoy tranquilo, dejando mis caminos en manos del Señor", afirma.

Juan Antonio García, seminarista de primer año.
Juan Antonio García, seminarista de primer año. / Josué Correa

Domingo Tejeros Díaz, natural de El Cerro de Andévalo, es alumno de penúltimo curso y asus 41 años es uno de los estudiantes más veteranos del seminario. Para él, la fe es importante siempre, "pero aún más hoy en día porque en este mundo que nos está bombardeando de muchas ideas y corrientes, nos ayuda a encaminarnos hacia un propósito, hacia una meta. Una meta que para nosotros es Cristo y llevar su mensaje a los demás". Domingo cree que la persona "tiene que mantener un equilibrio y Cristo da ese equilibrio que el hombre necesita". De los cuatro años de estancia que lleva en el seminario de Huelva resalta, por encima de los conocimientos adquiridos, el haber mejorado y crecido como persona. "Personalmente se crece enormemente en distintas dimensiones", confiesa. En su caso, siempre estuvo vinculado con la parroquia y pese a que con ciertas edades se sintió algo alejado, "un día Cristo apareció en mi vida y elegí seguir su camino". Sin embargo no fue así desde el principio. Antes de formarse para ser sacerdote cursó sus estudios e incluso tuvo una amplia vida laboral. "Pero no me encontraba bien, no estaba en paz conmigo, hasta que me di cuenta de que ir al Sagrario a buscar a Dios me daba la oportunidad de tener todas las respuestas que necesitaba dentro de mí".

Domingo Tejeros Díaz, seminarista en cuarto año.
Domingo Tejeros Díaz, seminarista en cuarto año. / Josué Correa

A su lado, Eloy Peñate, triguereño de 26 años, lo observa con entusiasmo. Es su segundo año y a diferencia de la promoción de este año, el pasado fue él único en comenzar el camino sacerdotal en Huelva. Por sus circunstancias especiales y por ser el único, desde el seminario optaron porque Eloy cursara su primer año en la Universidad Eclesiástica San Dámaso, en Madrid, junto a otros 3.000 alumnos como él de todo el territorio nacional. "Una especie de Erasmus que he disfrutado enormemente y que me ha permitido conocer a muchos compañeros con historias de vida diversas", cuenta. La historia de Eloy, quizá, es una de las más impactantes, ya que nunca se imaginó lo que hoy está viviendo. "Nunca en mi vida me hubiese imaginado yo estar en un seminario, ni prepararme para ser sacerdote", asegura. Creció en el Grupo Scout Jeyma de su pueblo, salía a menudo de fiesta con sus amigos e incluso tenía novia. Cuando estudiaba la carrera de Derecho y ADE en Sevilla, sin embargo, comenzó a sentir la necesidad imperiosa de ir a Misa cada domingo. "Recuerdo que una vez me confesé durante horas con un sacerdote y cuando llegué a casa no podía dormir, pensando en aquella conversación". El triguereño sabía en realidad lo que le estaba pasando y no niega que al principio sintiera vértigo, "como si estuviese saltando de un quinto piso". Anque tenía muy claro lo que Dios le estaba pidiendo, "no tenía tan claro que yo fuera capaz de darle un sí, porque obviamente no era mi plan inicial para nada, y claro, cuesta mucho renunciar a los planes propios para abrazar los del Señor", explica. Hoy en día, mira con ilusión y valentía su presente en el seminario de Huelva. Confía en que "cuando ves que eso es lo que Dios tiene para ti y que le da sentido a tu vida, que la completa y la perfecciona, sabes que estás donde tienes que estar y eso no merece la pena, merece la vida”. 

Eloy Peñate, seminarista de segundo año.
Eloy Peñate, seminarista de segundo año. / Josué Correa

Normalizar el oficio

Estos jóvenes pretenden "aportar normalidad" y mostrar con cercanía cómo es vivir el oficio del sacerdocio desde la cara más joven. Porque la Iglesia "también es libertad" y para ellos, el fin por el que estudiar y perseguir con determinación un objetivo por el que despertar cada mañana. "Yo creo que muchas veces desde fuera se nos ve con cierta ranciedumbre, sin saber o conocer nuestra verdadera realidad, lo que hacemos, lo felices que nos sentimos y cómo trabajamos por la sociedad", señala Eloy. "Tener una perspectiva un poco más espiritual y sobrenatural en estos tiempos parece que no encaja, cuando yo pienso que no solo tienen cabida, sino que nuestro testimonio podría inspirar mucho a la gente". 

Seminaristas a las puertas del Seminario de Huelva.
Seminaristas a las puertas del Seminario de Huelva. / Josué Correa
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