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La declaración ayer por videoconferencia de Bernardo Montoya, arrojó sobre el tablero en el que se juega la investigación del asesinato de Laura Luelmo, nuevas hipótesis que ya no están fundamentadas en las declaraciones de lo que dijo a dos funcionarios de prisiones, sino que se han llevado a cabo en sede judicial, ante la magistrada que lleva la investigación del caso, por lo que pasan a formar parte de la misma. En esencia, se circunscriben a la participación de quien era su novia y a la implica en la comisión del asesinato.
No obstante, las pruebas recogidas durante los días anteriores a la detención, desmienten una a una lo señalado por Bernardo Montoya ayer en Valverde. El abogado defensor se fundamenta en esas manifestaciones para poner en entredicho el informe realizado por los especialistas del Instituto de Medicina Legal de Huelva y que, hasta el momento, ha servido para sostener la implicación de su defendido.
Según el informe de la autopsia adelantado por Huelva Información el pasado 12 de marzoHuelva Información, “el objeto que acabó con la vida de Laura de un golpe “ha de ir provisto de aristas para producir la patología lesiva encontrada”, por lo que los forenses concluyen que esta lesiones serían “compatibles en su génesis con haber sido golpeada con una piedra”.
Esta versión fue sostenida por Bernardo que manifestó que una vez que dejó a la víctima malherida en el paraje de La Mimbrera de El Campillo recordó que había olvidado una manta de su propiedad junto a ella, por lo que decidió regresar a la zona entre “las 3:00 o las 4:00” del día 13. Estaba lloviendo y, viendo que “estaba aún viva”, se dio “cuenta de que estaba sufriendo y cogí una piedra y se la tiré a la cabeza”.
Laura pretentaba un “traumatismo craneoencefálico con hundimiento del hueso temporal izquierdo que conllevó una fractura de la base craneal, lesión de las denominadas mortales de necesidad” que, además, hace pensar a los médicos que esta “es la última que se produjo y fue la desencadenante de la muerte”.
Una de las hipótesis que ayer lanzó Bernardo fue la pelea de Laura con su exnovia que golpeó a la profesora con el palo de una escoba. Este capítulo sí que es corroborado por la autopsia, cuando afirma que “otra de las heridas más llamativas es la fractura de la mandíbula”. A juicio de los expertos del IML esta lesión, de superficie “más lisa” que la mortal y con mayor longitud, pudo habérsele ejecutado al asestar un golpe “con un palo y/o una barra metálica”.
No obstante, la implicación de una tercera persona en los hechos queda descartada cuando los forenses aseguran que “sí han obtenido “una mezcla de perfiles genéticos” en la que son compatibles –como contribuyentes– Luelmo y Montoya. Concretamente”, sin que de citen expresamente la existencia de restos pertenecientes a otras personas. La Guardia Civil localizó “restos orgánicos de ambos en la fregona blanca y verde y en el pantalón vaquero negro con manchas de desteñido del cuarto de baño de la vivienda donde asaltó a la joven”.
Ayer Bernardo asegura que no violó a Laura y también en el informe forense hay suficientes elementos como para derribar esa hipótesis, ya que asegura que “se detecta ADN masculino en el lavado vaginal” practicado a la fallecida, lo que avalaría la tesis de la agresión sexual. Un ADN coincidente, tras el análisis de los marcadores específicos del cromosoma Y, “con el haplotipo que define a Bernardo Montoya (y a todos los varones emparentados con él por vía paterna)”.
No obstante “no se ha detectado la presencia de semen” en ninguna de las muestras. Esto coincide con la versión judicial de Montoya, quien dijo a la titular del Juzgado de Instrucción 1 de Valverde del Camino que “tengo un problema, que para hacer el amor tengo que tomar unas pastillas”, aunque también indicó que el paso de un coche por el camino de La Mimbrera le hizo poner pies en polvorosa de la zona donde había dejado a la joven, lo que interrumpió sus intenciones.
Tampoco el acusado cuenta con el favor del tiempo. Mientras que las imágenes de la gasolinera es más que dudoso que se guarden dado que han pasado casi cuatro meses desde que sucedieron los hechos, cualquier prueba que se encontrara ahora –el martillo– quedaría seriamente comprometida por permanecer a la intemperie desde comienzos de diciembre y que debería contener ADN de su exnovia para ser relevante.
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