Bella Mora y Nicolás Capelo, los onubenses premiados por investigar una célula clave del cerebro frente a enfermedades raras neurológicas

Los jóvenes investigadores de Huelva centran su actividad científica en conocer el funcionamiento de la microglía, que contribuye "más de lo que se sospechaba" a las enfermedades mitocondriales primarias

Abren una puerta a nuevas terapias que no estén enfocadas únicamente en las neuronas, sino también a la microglía

Los jóvenes investigadores onubenses Bella Mora y Nicolás Capelo. / M. G.

Huelva/Los onubenses Bella Mora -Cartaya- y Nicolás Capelo -Moguer- se han propuesto desentrañar los secretos de una célula clave en las defensas del cerebro frente a enfermedades neurológicas. Una célula, la microglía, que, según ambos integrantes del grupo Mecanismos de Mantenimiento Neuronal del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), "nunca se había llegado a estudiar con detenimiento, al estar puesto el foco siempre en las neuronas". Al menos hasta ahora.

La comunidad científica comienza a reconocer su importancia por ser una potente línea de defensa del cerebro y los dos jóvenes dedican su labor científica a comprender el funcionamiento de estas defensas específicas en enfermedades del neurodesarrollo en los niños. Un intenso trabajo que les sirvió para recibir este año el premio a los Jóvenes Investigadores del Ateneo de Sevilla, que reconoce el estudio con el que estos dos jóvenes onubenses demuestran por primera vez que la actividad mitocondrial de la microglía es esencial para el correcto desarrollo postnatal del cerebro.

Tanto Bella Mora como Nicolás Capelo centran sus esfuerzos en "aportar nuestro granito de arena" a la búsqueda de soluciones terapéuticas para niños que padecen enfermedades del neurodesarrollo, "las cuales afectan a los menores desde su nacimiento debido a mutaciones genéticas", señala a este periódico la onubense, quien añade que en su artículo científico premiado "nos centramos en las enfermedades mitocondriales primarias". Sobre las mismas hay una contribución de la microglía "mayor de la sospechada", un hallazgo que abre nuevas vías para dirigir terapias no solo a las neuronas, sino también a la microglía.

Imagen de la microglía.

El estudio de estos investigadores onubenses, publicado en la prestigiosa revista Nature Metabolism, recoge la relevante contribución de la microglía en el desarrollo de enfermedades raras ligadas a trastornos mitocondriales primarios, que tradicionalmente habían sido asociados en exclusividad a las neuronas. "Hasta ahora se pensaba que estas patologías tenían mucho -o todo- que ver con las neuronas, pero lo cierto es que la microglía tiene un peso relevante en las mismas", expone Mora. De hecho, "observamos que cuando la microglía presenta deficiencias desde el nacimiento, su capacidad para eliminar desechos cerebrales se ve reducida y, por ende, surgen defectos neuronales y cerebrales a gran escala", complementa su compañero.

Las enfermedades mitocondriales están catalogadas como enfermedades raras. Un ejemplo, explica Nicolás Capelo, es el síndrome de Leigh, que afecta a aproximadamente una de cada 40.000 personas y "presenta una amplia variedad de síntomas, desde problemas motores hasta dificultades en el habla, movilidad ocular, náuseas o cefaleas".

Pese a que no trabajan en primera línea con el paciente, "nuestro trabajo siempre lo hacemos pensando en él, están en el centro de nuestro trabajo", pone de manifiesto Bella Mora, quien distingue entre la investigación básica -en la que están ellos-, que estudia los mecanismos celulares y moleculares; y la investigación traslacional, enfocada en desarrollar tratamientos directos. "Ambas son igualmente importantes, ya que sin la básica no podría existir la traslacional", resume.

Miembros del Instituto de Biomedicina de Sevilla.

El origen de esta línea de investigación se remonta a 2021. "Proviene del director de nuestro grupo, Alberto Pascual, y del artículo que publicaron sobre la importancia de la microglía en la eliminación de proteínas perjudiciales en enfermedades como el alzhéimer", cuenta Nicolás Capelo. "Cuando nos presentaron el proyecto de estudio nos fascinó", añade su compañera, quien recuerda que, "durante la carrera, nos hablaban siempre de las neuronas, que son las más conocidas, pero la microglía apenas se mencionaba. Hasta que no me puse a investigar no comprendí su relevancia", explica.

Cuatro años después ve la luz el estudio de ambos investigadores bajo el título La deficiencia del complejo mitocondrial I de la microglia durante el desarrollo induce disfunción glial y letalidad temprana (Microglia mitochondrial complex I deficiency during development induces glial dysfunction and early lethality). Horas y horas de trabajo que se vieron recompensadas con la publicación en una de las revistas de mayor impacto del ámbito biomédico y con un premio del Ateneo de Sevilla, que "supone un reconocimiento y un impulso para continuar con nuestro trabajo", coinciden los dos investigadores.

Bella Mora en el laboratorio.

Más allá del impacto económico y científico, Capelo destaca la importancia de este tipo de reconocimientos para "acercar la ciencia a la sociedad, comunicando de manera sencilla los avances que se están logrando en investigación biomédica". Tanto, que sin estos reconocimientos, "muchas investigaciones podrían pasar desapercibidas, ya que a menudo la ciencia queda restringida al ámbito académico y no llega al público general", considera.

Bella Mora es biomédica y está comenzando su cuarto año en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), donde ahonda en el funcionamiento de la microglía como sistema inmune del cerebro. Su interés por la neurociencia aparece "cuando empecé a estudiar Biomedicina", expresa, al tiempo que señala que "me llamó la atención el cerebro porque, pese a ser el órgano que nos define, sigue siendo un gran misterio, en tanto que no comprendemos completamente su funcionamiento".

Tal es su pasión por la investigación que encuentra "extremadamente gratificante" la vida del doctorando, "aunque es exigente y demanda muchas horas de dedicación". "Me motiva el aprendizaje constante y la sensación de contribuir al avance del conocimiento científico. Para mí, no hay una profesión mejor", sentencia.

Nicolás Capelo, por su parte, es farmacéutico y óptico y realiza su cuarto año de doctorado en Farmacia, formando parte del mismo equipo de investigación que su compañera Bella Mora. Aunque se declara un "enamorado" de la carrera científica, también considera que "exige un gran sacrificio, no solo por el tiempo y esfuerzo invertidos -que también, sino por la frustración de que los experimentos no siempre arrojen los resultados esperados". De hecho, "la necesidad de reformular hipótesis y replantear investigaciones es constante e implica un gran desgaste psicológico y cognitivo", confiesa.

Nicolás Capelo en el laboratorio.

El impacto de la investigación biomédica en la sociedad es evidente con trabajos como el de Bella Mora y Nicolás Capelo, jóvenes investigadores que ponen de relieve la importancia de apostar por la ciencia básica como base para desarrollar los futuros tratamientos. Dos ejemplos -dicho sea de paso, onubenses- que muestran que el futuro en el campo de la neurociencia está en buenas manos.

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