Blanqui-Azul pedía una Huelva limpia, donde los niños pudieran jugar a la sombra de los árboles

Crónicas de otra Huelva

Ponce Bernal: “Los chicos saben vengarse del olvido marcando espléndido “goal” en la humanidad confiada del primer transeúnte que se aventure a invadir sus terrenos de juego”

Un llamamiento universal contra la guerra

Calle antigua de Huelva
Calle antigua de Huelva / M.G.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

21 de octubre 2024 - 06:00

La Introducción

LIMPIEZA EN LA CIUDAD

El cumplimiento del deber

Este es uno de los muchos escritos que conservamos de Ponce Bernal en los que relaciona el cumplimiento del deber de los poderes púbicos con el buen funcionamiento de la vida en la ciudad. Habla de la limpieza pública y del bienestar de los niños. Siempre preocupado por la infancia, pedía lugares donde los niños y niñas pudieran estar, sombra para protegerlos del sol y parques en los que expandir sus momentos de juegos. El que hoy reproducimos responde a esas características.

En el camino de casa al trabajo, Blanqui-Azul decía haber visto mucho polvo y mucha suciedad y lamentaba haber contemplado la escena de unos niños que jugaban envueltos en esa nube y sorteando los coches o los carros que pasaban. Reflexionó al respecto haciendo su papel de periodista reivindicativo y exigente, defensor de la gente (sobre todo de la gente pobre), amante de su ciudad, preocupado por la calidad de vida de sus vecinos y haciendo de portavoz de sus reclamaciones. Era una constante en su obra exigir al Ayuntamiento, en este caso, que cumpliera con su deber y se preocupase de la limpieza y la higiene públicas.

Huelva ha cambiado vertiginosamente, qué duda cabe. Ahora hay múltiples lugares para pasear y casi todos los barrios cuentan con su parque infantil, ese que no tuvieron nuestros abuelos, ni nuestros padres; ni siquiera nosotros. Pero, tampoco nos cabe ninguna duda de que la limpieza de las ciudades sigue siendo un motivo de disgusto y de exigencia ciudadana. Cuando tenemos la posibilidad de visitar una ciudad de otro país europeo nos damos perfecta cuenta de las carencias que en ese sentido aún sufrimos. Además de que los contratos públicos no parecen abarcar suficientemente las necesidades de las ciudades, es también una cuestión de educación. Lamentablemente seguimos presenciando a diario cómo hay personas que tienen comportamientos incívicos arrojando papeles y otros objetos al suelo.

La lentitud con la que avanzamos en muchos sentidos nos hará esperar décadas para ver lo que Ponce Bernal hubiera deseado. ¿Lo verán nuestros hijos? ¿Lo verán nuestros nietos?

El comentarista ha pasado por una plaza, luego por otra, luego por una calle estrecha, después por otras calles.

En estas plazas, en estas calles, ha visto mucho polvo, mucho sol, coches, carros, autos que pasaban.

En esas calles, en esas plazas, había corros de chiquillas, grupos de rapaces que jugaban y cantaban envueltos en el polvo, en el sol, amenazados constantemente por los autos, carros o coches que pasaban. Esas chiquillas, esos rapaces son los hijos de los pobres, o de los que sin poder llamarse pobres, lo son más que los otros…

Es ahora verano, son las vacaciones. La chiquillería goza el encanto de no ir a la escuela… (¿por qué odian tanto los chicos el ir a la escuela?).

En las casas, esas casas hediondas que hay en las calles pobres de la ciudad, no se puede vivir. Los chicos necesitan jugar, correr al aire libre. Y tienen que jugar y correr en esas calles sucias abrasadas por el sol.

Recorte del artículo.
Recorte del artículo. / H.I.

Es que en Huelva –ya lo decíamos ayer- todavía no hay sitios para que los chicos jueguen y corran.

Y los chicos saben vengarse del olvido en que se les tiene. Y por eso hacen bien en liarse a la pedrada limpia con los cristales, y en correr a los perros, y en jugar al fútbol, haciendo de cada calle un stadium y marcando espléndido “goal” en la humanidad confiada del primer transeúnte que se aventure a invadir sus terrenos de juego.

Si el comentarista, en vez de ser “chico de la Prensa” fuera otra vez chico de los otros, de los de verdad, ¡qué bien sabría buscar los cristales y las aceras y los perros de quienes no quieren preocuparse de procurarles sitios donde puedan jugar y correr, como es ley que lo hagan!

Esos corros de chicas que cantan esas cosas deliciosas que “solo saben” cantar la Infancia, en otros sitios es el mejor consuelo para los que se van sintiendo viejos, aquí es un grito acusador de abandono.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 09-08-1930

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