Carolina Marín reina en Oviedo con el primer premio Princesa de Asturias de los Deportes para Huelva

La onubense, visiblemente emocionada, recoge el galardón en el Teatro Clara Campoamor de la capital asturiana

Las cinco fortalezas que ven las marcas en Carolina Marín

Carolina Marín en el momento en que recibe el Premio Princesa de Asturias de los Deportes. / Ballesteros (EFE)

No importa el tiempo que pase. Da igual cuantos retos se le pongan por delante. Carolina Marín continúa haciendo historia y agrandando su leyenda. La onubense ha recibido el Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024 en su cuadragésimo cuarta edición haciendo justicia a una carrera llena de éxitos. Una ceremonia, celebrada en el Teatro Clara Campoamor de Oviedo, repleta de emociones y que sitúa a la volantista en el olimpo del deporte internacional.

Acompañados por la fanfarria 'Ayres for cornetts and sagbuts', del compositor inglés John Adson e interpretada por  la Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo, los galardonados subieron al escenario para ser distinguidos con uno de los premios más prestigiosos del panorama nacional, donde el Rey Felipe VI pronunció su discurso junto a la Princesa de Asturias, el primero que hace como mayor de edad.

"Carolina Marín lo ha ganado todo y en todo ha sido un ejemplo. Lo más importante no es que sus años de esfuerzo, entrenamiento y gran desempeño le hayan llevado a lo más alto en un deporte, el bádminton, que era muy poco conocido en España. Lo más relevante es que el valor no está solo en las medallas incluso de oro, sino que es su valor ante la adversidad lo que define a una gran deportista. Ella dice eso de que 'puedo porque pienso que puedo', y les aseguro que, para quienes estamos a punto de abandonar la adolescencia, son palabras muy valiosas", expuso la Princesa Leonor.

Así, Marín recoge el testigo del atleta keniano Eliud Kipchoge, bicampeón olímpico en maratón. De esta forma se une a un selecto grupo que conforman deportistas de la talla de Iker Casillas, Xavi Hernández, Fernando Alonso, Carlos Sainz o Teresa Perales, presidenta del jurado que designó a Carolina Marín como Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2024 en el mes de mayo.

Lo de este viernes ha sido el cúlmen a "una de las semanas más increíbles de mi vida", tal y como detalló la jugadora en sus redes sociales. El reconocimiento llega después de una extensa trayectoria en la que ha colocado al bádminton en el mapa español, siendo la única europea en romper la hegemonía de un deporte mayoritariamente asiático.

"Es un premio ya no solamente a mi persona, sino sobre todo también a mi deporte. Haber hecho que en todo el país se hable de bádminton, se sepa lo que es, y mucho más importante, que incluso también lo quiera practicar mucha gente", reconoció en los días previos.

Carolina Marín a su llegada al Teatro Clara Campoamor de Oviedo. / Jorge Peteiro (Europa Press)

Sus méritos son irrefutables. Campeona olímpica en Río 2016, ocho veces Campeona de Europa (2014, 2016, 2017, 2018, 2021, 2002, 2023 y 2024) y tres del mundo (2014, 2015 y 2018), consiguiendo su primer título intercontinental a la temprana edad de 21 años recién cumplidos. Casi nada.

Una condecoración que llega en un momento "importante" de su vida después de la grave lesión de rodilla que sufrió en agosto mientras tenía encarrilado el pase a la final de los Juegos Olímpicos de París 2024. Aunque en un primer momento quisiera "colgar la raqueta", le daría "mucha pena" que una lesión la retirase de la pista. Eso sí, necesita "tiempo" y no tiene "ninguna prisa" en volver.

Más allá de sus innumerables logros deportivos, su capacidad de resiliencia está fuera de toda duda. Tres operaciones de rodilla que le han hecho perderse citas importantes como el Mundial que tuvo lugar en Huelva, su ciudad natal, en el pabellón que lleva su nombre.

Aun así Carolina se levantó. Peleó contra viento y marea para llegar al objetivo que tenía entre ceja y ceja. París estaba en el horizonte. No pudo estar en Tokio. El oro en Río, por siempre en la memoria, ya quedaba lejos. Lo consiguió. No solo pudo estar en la capital francesa, sino que dio una lección de coraje, pundonor y competitividad.

Fue superando rondas. Acompañada de su equipo técnico, con Fernando Rivas (su entrenador desde que ella tenía 15 años) como alma máter, recuperó su mejor nivel. Todo se rompió cuando tocaba la medalla con la yema de los dedos. Huelva lloró aquel desafortunado 4 de agosto. Ahora sonríe viendo como una de las "suyas" recibe un galardón directo al corazón de todos los onubenses. Porque Carolina Marín se lo merecía. Y aún no ha dicho su última palabra.

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