En el centenario de la muerte de Antonio Mora Claros

Huelva de ayer a hoy

‘Modelo de ciudadano’. El 20 de noviembre de 1922 falleció Antonio Mora Claros siendo alcalde de Huelva, su despedida fue una de las mayores manifestaciones populares vividas hasta entonces

Monumento a Antonio Mora Claros, inagurado en 1926. / Eduardo Sugrañes

Hoy se cumple el centenario del fallecimiento de Antonio Mora Claros, “Modelo de ciudadano”, como refleja la placa del monumento que la ciudad de Huelva le dedicó junto a su casa palacio, en la confluencia de la calle Puerto y Cardenal Albornoz. Aquel 20 de enero de 1920 en el que falleció se produjo una gran conmoción en la ciudad, ocupaba en ese momento la presidencia de la alcaldía del Ayuntamiento de Huelva.

Placa conmemorativa como 'Modelo de ciudadano'. / Eduardo Sugrañes

Tenía 46 años y una larga lista de obras en beneficio de la ciudad. Un abogado, empresario y político que hasta ese momento lo había dado todo. En La Provincia, que era la competencia a su propio periódico, el Diario de Huelva, no se escatimaron elogios y en sus páginas se dejaba constancia de la labor desarrollada de “espíritu emprendedor y laborioso, lo que le llevó a acometer toda clase de empresas, arriesgando su capital y sacrificando su descanso, sus placeres y hasta su tranquilidad, proporcionando con ello ocupación a centenares de familias”. Así decía el periódico que “solo por ello era un rico que merecía serlo, haciéndose merecedor de la consideración y el respeto de sus convecinos”.

La ciudad lamentó su marcha: “El ilustre onubense ha sucumbido en plena juventud, cuando más cabía esperar de su actividad y de su inteligencia”.

Un homenaje de la ciduad, cuyo escudo aparece en el monumento. / Eduardo Sugrañes

Antonio Mora Claros está considerado como uno de los financieros y hombres de empresa que ponen los cimientos de la Huelva moderna e industrial. Promovió La Gota de Leche, el Servicio de Bomberos y fue el impulsor de la vuelta de los franciscanos a la Rábida. Había sido presidente de la Diputación, diputado del Congreso, miembro de la Junta de Obras del Puerto y de la Cámara de Comercio.

Entre sus acciones está el hecho de que promovió la llegada del servicio de agua y se encargó de conseguir los depósitos. Más tarde hizo lo mismo con el suministro de electricidad, tuvo una gran aportación para la Cultura local, con la apertura del Teatro Mora y siendo editor del Diario de Huelva, un importante periódico de principios del siglo XX.

Detalle de una de las esculturas en el basamento. / Eduardo Sugrañes

Sus méritos fueron reconocidos por el rey Alfonso XIII que le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Encomienda de la Orden de Carlos III y el Collar de la misma además de nombrarle Gentil hombre de Cámara; a la alcaldía de la ciudad accedió el 1 de abril de 1920. En su trayectoria política está la presidencia de la Diputación Provincial de Huelva, del 3 de diciembre de 1913 al 12 de mayo de 1916, miembro de la Junta de Obras del Puerto y de la Cámara de Comercio, fue también consejero del Banco de España y diputado del Congreso.

Antonio Mora Claros contaba con la fábrica de Electricidad San José y San Antonio, con la que surtía fluido a Huelva, Gibraleón, Trigueros y San Juan del Puerto. Hay hechos que hablan del perfil del abogado Antonio Mora Claros, en 1914 en plena primera guerra mundial la crisis carbonífera pone en peligro la marcha de la fábrica de electricidad y con ello la actividad en talleres y fábricas, además del alumbrado público. Antonio Mora Claros no dudó en talar de sus extensos campos más de encinas centenarias de su finca ‘El Partido’ de olivos de la de ‘San Antonio’.

Una de las obras sociales más importantes que impulsa es la creación de la institución para la lactancia infantil llamada ‘La Gota de Leche’, un proyecto que fue posible gracias a su empeño cuando era alcalde y para el que donó unos terrenos de su propiedad en el Paseo de la Independencia, hoy es sede del Centro Social del Ayuntamiento.

En la misma jornada de su fallecimiento, reunido el Ayuntamiento de Huelva en el que mostró su pesar por su fallecimiento, acordó rotular con su nombre la calle donde vivía, la antigua Botica.

Este homenaje se tradujo más tarde en el monumento que se le dedicó junto a su casa, inaugurado el Domingo de Ramos de 1926, aunque su placa conmemorativa tiene la fecha de 1925. Se trasladó con este motivo hasta el lugar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y fue el presidente del Puerto, Tomás Domínguez Ortiz, quien hizo entrega del monumento a la ciudad, con elogios hacia Antonio Mora Claros por su dedicación a la ciudad, recordando palabras del finado: “No dejen ustedes de trabajar por Huelva, que es buena y todo sacrificio se lo merece”.

Con la llegada de la II República, en la sesión municipal de 1 de junio de 1934, se acuerda retirar el busto para ser sustituido por la alegoría de la libertad. Pero pronto tuvo que ser restituido, el 10 de octubre siguiente así lo acuerda el Ayuntamiento atendiendo a la petición popular. Lo mismo ocurrió con su calle, que con la República fue sustituida por otro nombre en 1933, pero no hizo tampoco falta que terminara la Guerra Civil para que el Ayuntamiento republicano le restituyera su nombre.

Hoy su recuerdo es el del reconocimiento a una persona dedicada a Huelva, a la vez que reclamar una actuación en el monumento que integrado en el paisaje diario de la ciudad merece ser sometido a una restauración, al encontrarse afectada la piedra del mismo y sus esculturas.

Su despedida fue una gran muestra de dolor que llenó las calles, acompañado por autoridades, así como hermandades e instituciones y miles de onubenses que se sumaron al cortejo fúnebre, constituyendo una de las más grandes manifestaciones populares vivida por esta ciudad en reconocimiento a la labor de Antonio Mora Claros.

El monumento necesita de una restauración

Se inaugura el Domingo de Ramos de 1926, un homenaje a de la ciudad de Huelva a uno de sus más preciados hijos. Una obra que aparece firmada en el busto por Diego García Carreras, que en la actualidad necesita de una intervención por el deterioro de la piedra y de limpieza del bronce.

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