Cien años de la procesión marítima de la Virgen de la Cinta
Huelva de ayer a hoy
En enero de 1924 la Patrona de Huelva recorre las aguas de la Ría en el remolcador ‘Odiel’, en la fiesta del inicio de las obras de los Muelles Definitivos
En enero de 1924 tiene lugar un hecho muy extraordinario en la devoción a la Virgen de la Cinta, pues participa el día 27 en lo que se llamó la inauguración de los Muelles Definitivos, aunque en sí era el inicio de unas obras anheladas por la ciudad desde 1914 y que en diciembre de 1923 aprueba el Gobierno.
La Patrona de los onubenses siempre estuvo en todos los momentos importantes y gloriosos de Huelva, como lo fue intercediendo por los marineros descubridores en el viaje de Colón, lo que les llevó a darles gracias en su santuario en marzo de 1493. Ahora se entendió que debía bendecir esas obras que ponían proa al progreso de esta ciudad.
El 26 de enero de 1924 tiene lugar el traslado de la imagen procesional de la Virgen Chiquita de la Cinta siendo recibida en la Plaza de la Merced por las autoridades para continuar en procesión solemne hasta San Pedro, escoltada por un piquete de la Guardia Civil. En la presidencia su hermano mayor, Antonio Plata, junto a Manuel Siurot y Juan Cádiz.
La procesión desbordó todas las previsiones posibles y la Virgen de la Cinta era aclamada en enero lo mismo que en su festividad, con balcones y fachadas adornadas donde se podía leer: “¡Viva la Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva y de los Muelles Definitivos!”.
A partir de ese momento se vivirá un fin de semana muy intenso que lo envuelve en uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la ciudad y que hoy puede servir de referente en las demandas de infraestructuras que continúa reclamando Huelva.
Desde 1914 se venía exigiendo estos muelles por lo que no resultó extraño que la ciudad se echara a la calle y se contara incluso con la presencia del infante Carlos de Borbón, capitán general de Andalucía, y del arzobispo de Sevilla, Eustaquio Ilundain, que fueron recibidos con todos los honores. Acudieron a nuestro Puerto buques de la armada española y británica, el cañonero Vasco Núñez de Balboa y el almirante Coventry. En las actividades paralelas -que se diría hoy- de entretenimiento y agasajo por parte de las autoridades locales no solo se organizó una función regia en el Gran Teatro con la ópera Madame di Tebe, una de las piezas de mayor interés del momento, sino que aprovechando la presencia del buque británico hubo golf y se disputó un interesante partido entre el Real Club Recreativo y los marinos británicos. Cerrando las veladas nocturnas con bailes en los casinos de la ciudad, la Casa Colón y el buque británico e iluminación eléctrica en los muelles.
En la jornada del domingo día 27 se trasladó a la imagen de la Virgen Chiquita de la Cinta desde la parroquia de San Pedro hasta el Muelle Sur donde es embarcada en el remolcador ‘Odiel’, escoltada por los marinos del ‘Vasco Núñez de Balboa’. El muelle, engalanado para la ocasión con guirnaldas y gallardetes; y decoración esmerado en entrada con un bonito y artístico arco en el que se destacaban los escudos de España y de Huelva, con referencia también a la Marina y al trabajo.
Las autoridades habían llegado al muelle en procesión cívica desde la Plaza de las Monjas y la sede del Gobierno, en la calle Palacio. Junto a Carlos de Borbón y el Eustaquio Ilundain estaban el alcalde de la ciudad, Juan Gutiérrez Garrido; el presidente de la Junta de obras del Puerto, Tomás Domínguez Ortiz; y el ingeniero director Francisco Montenegro, los dos grandes impulsores de estas obras. En el recorrido recibieron los aplausos de la población que se echó a la calle de forma multitudinaria, como no se tenía precedente.
La procesión marítima se inició a los acordes de la Banda Municipal en el remolcador ‘Odiel’ con las autoridades, acompañado del ‘Vázquez López’, ‘Huelva’ y ‘Río Tinto’, donde embarcaron el resto de invitados, le seguían otras embarcaciones particulares y canoas automóviles.
Llegado a la zona marcada del futuro Muelle de Levante, se procedió a la bendición de las obras invocando a la Virgen de la Cinta. El arzobispo pronuncia una aclamación cintera lapidaria, quería que “la Virgen de la Cinta, que es el amor de los amores de Huelva”, bendijera estos trabajos: “Sea la Virgen de la Cinta para las obras que se inauguran su tutela y amparo; que preserve de todo mal a los operarios que van a trabajar en ellas y que ilumine las frentes de los Directores de esta obra trascendental”. Terminó su discurso con un “¡Viva la Virgen de la Cinta!” seguido por todos. A partir de ese momento empezó a funcionar la draga de estas obras entre aplausos y gritos de júbilo, pitos y sirenas de los barcos surtos en la Ría y las locomotoras del Puerto.
La recepción a las autoridades se realizó en la caseta del Muelle Norte, mientras la imagen de la Virgen de la Cinta tras desembarca a los sones de la Marcha Real retornaba a la parroquia mayor de San Pedro, donde tendría lugar en días posteriores un triduo de acción de gracias por estas obras. El retorno a su santuario tuvo lugar a las tres de la tarde del 3 de febrero después de una solemne función a primera hora de la mañana, previo a recorrer algunas calles del centro para seguir por el Paseo del Conquero.
Cien años después, el Puerto de Huelva está inmerso en la gran transformación del Muelle de Levante, tras dejar la actividad industrial en el mismo para convertirlo en el gran frente que lleve la ciudad a la Ría. El presidente del Puerto, Alberto Santana, así lo decía en estas mismas páginas de Huelva Información: “El proyecto estrella será la remodelación del Muelle de Levante, una actuación que marcará un hito en la historia de Huelva, ya que tras una completa remodelación configurará un espacio urbano de interacción entre el puerto y la ciudad de Huelva”.
Aquel acontecimiento de 1924 escribió en la historia un hecho importante como es la única procesión marítima de la Virgen de la Cinta de la que tenemos noticias históricas, hecho que sin duda debería conmemorarse. Una ilusión que se volviera a repetir, lo mismo que mantener permanentemente la presencia de la Virgen de la Chiquita bendiciendo desde el muelle las aguas de la Ría en un mosaico cerámico. Puestos a pedir y a hacer justicia con el recuerdo vuelvo a insistir en recuperar en la zona portuaria el nombre del presidente y protagonistas de estas obras, por su constancia hasta conseguirlas, a Tomás Domínguez Ortiz; bien estaría en la rotonda a la que desemboca la avenida de la Ría que llevó su nombre hasta que se hizo el barrio de Pescadería.
El recuerdo nos hace fuerte porque conocemos el pasado y le hacemos justicia en el presente.
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