Centros pequeños de Huelva que hacen grandes cosas
El colegio público rural Adersa 4 es uno de los nueve centros de la provincia donde un niño más o menos es vital para mantener unidades y con ello la propia supervivencia de pueblos amenazados por la despoblación
Huelva/Hinojales tiene una población de 330 habitantes, hace diez años eran 370 y hace veinte, 432. En Cañaveral de León son 396 vecinos, hace una década llegaban a 412, y a 501 en el año 2000. Se están vaciando. El futuro de estos dos pueblos depende de los sesenta niños que se forman en las dos sedes que componen la comunidad educativa del Colegio Público Rural (CPR) Adersa 4 junto a sus docentes y familias.
Mª Ángeles es parte de la historia de este centro, entró como alumna cuando tenía sede única en Cañaveral “y en 8º de EGB (1988) empezó a formarse el Adersa. Sólo en mi curso llegamos a ser casi los mismos niños que el total del cole ahora”.
Es madre de trillizos que cursan 6º de Primaria y activa miembro del AMPA El Chaparral de Cañaveral. “Aquí vamos todos a una, no sueltas a los niños en el colegio, estás tú en él” y aunque en su día se planteó marchar del pueblo “decidí quedarme porque me gusta más esta enseñanza, ofrece un trato más familiar y personalizado, eso de que en un cole rural el nivel es más bajo es un bulo”. Para ella, “lo que descubren mis hijos en una semana, a mis sobrinos les cuesta el curso, me parte el alma ver fotos de aulas con veinte niños, ¡esos pobres que les toca la última fila!”.
Sin embargo, “aquí no todo es bonito”, advierte el director, Raúl Parrillo, que, junto a la secretaria, Merchi Fernández, forman el equipo directivo. “Todos los contenidos hay que darlos por duplicado en cada sede, más el continuo kilometraje”, las idas y venidas por lo que él denomina “nuestro pasillo”, el de los seis kilómetros de la carretera que une los dos municipios.
Marian y Jesús son padres de unos mellizos que han entrado este curso en Primaria. Procedentes de Córdoba y residentes en Hinojales, apuestan sin dudar por el cole rural “por la atención personalizada”. Pero Marian también pide “más apoyo por parte de la Administración, necesitamos más recursos materiales y humanos para que todo funcione”.
En Cañaveral, este curso han formalizado una matrícula nueva y en el anterior salieron dos alumnos. “Más o menos nos hemos mantenido”, explica Merchi, que añade con preocupación que “un grupo de seis niños sale dentro de dos años” para seguir sus estudios en el IES San Blas de Aracena a partir de 3º de ESO. También maestra de Música, explica que “de un niño depende una unidad y si ésta se pierde, habrá dos docentes menos”.
Para Raúl, “un niño es la vida, cuando se vaya una generación amplia se cae una unidad”. Reivindica la escuela rural porque “es bondadosa, ayuda a la conservación de los pueblos”. Sin embargo, lamenta que “si se pierden unidades se agrupan más niveles y entonces algo se muere hasta cierto punto, desincentiva a padres que, por ejemplo, trabajen en Aracena y ante esa situación prefieran escolarizarlos allí”. “Eso”, concluye, “es el principio del fin, es la despoblación rural”.
Aurelio preside el Ampa de Virgen de la Tórtola de Hinojales desde hace tres años y lamenta que “cada año tenemos el problema de las unidades” y demanda que “si la Administración dispone un máximo de doce alumnos en cada unidad, nosotros pedimos que fije también un tope de niveles que se puedan agrupar a la vez”.
Organizar cada curso es un encaje de bolillos y para Marian el equipo directivo “lo hace fenomenal pero necesitan apoyo, su jornada no termina cuando toca el timbre y las clases con varios niveles a la vez supone un sobreesfuerzo que debería ser compensado”.
Valga el ejemplo de Hinojales, donde cuentan con una unidad del segundo ciclo de Infantil (de 3 a 6 años), otra en la que agrupan a niños de 1º a 4º de Primaria y una última desdoblada por una parte con niños de 5º y 6º de Primaria, y por otra con escolares de 1º y 2º de ESO.
Este aparente galimatías se afronta “con clases muy bien planificadas, los niveles agrupados no tienen por qué ser un handicap porque los pequeños se benefician y a los mayores les sirve de repaso”, explica Merchi. El director señala también que en Primaria “los contenidos son repetitivos, sí aumenta el nivel de dificultad pero lo que tenemos en cuenta es el currículum, no tanto el libro. Nuestras clases son sin tiempos muertos y la ampliación y el refuerzo son permanentes”.
Nani ha aterrizado este año como maestra en Hinojales procedente del CEIP José Oliva de la capital, un centro con alrededor de 500 alumnos. “Al principio parece fácil pero es otra metodología diferente, al agrupar varios niveles”. En ese momento, esta maestra imparte, a la misma hora, Biología a los alumnos de 1º de ESO y Física y Química a los de 2º, juntos en la misma clase.
¿Cómo se hace eso? “Alternas explicaciones a unos con correcciones a otros y si se puede, buscas puntos en común en las asignaturas” porque a pesar de estas dificultades, considera que “atiendes a los alumnos mucho mejor con esta ratio”. Nani acaba de encontrarse con una realidad educativa muy diferente que le ha supuesto “un reto enorme” y sin embargo, “le recomiendo a todos los maestros que pasen por una escuela rural”, afirma sonriente y con convicción.
Eso piensan también Vanessa, maestra de Infantil que asegura que “es una forma de trabajar distinta pero te organizas” o Sonia, que cada día cubre el trayecto al Adersa 4 desde Almonaster y “aunque podría estar más cerca me compensa, la atención es más personalizada y hay mucha compenetración con las familias, como trabajo aquí, en ningún sitio”.
Un día cualquiera del primer trimestre, en Infantil desarrollan el proyecto del mercado, aunque a la pequeña Paula lo que le interesa es el sistema solar, en la unidad de 6º de Primaria más 1º y 2º de ESO de Cañaveral estudian la divisibilidad a través de un vídeo. Martín tiene ganas de ir al instituto de Aracena con más compañeros aunque ahora está encantado con los de su pueblo, a los que conoce de siempre y con los que comparte la vida dentro y fuera de las aulas, y Lucas quiere ser psicólogo.
La escuela que forma a estos niños es pequeña, pero en ella la educación pública adquiere pleno sentido. El beneficio es a largo plazo, y es grande, el que se deriva de tener a ciudadanos formados en lugares donde, por ejemplo, al acceso a la mujer al mercado laboral aún le queda recorrido y la despoblación gana terreno.
Espacio de paz y sostenibilidad
El CPR Adersa 4 trabaja en torno al Proyecto Escuela Espacio de Paz, un marco al que se vinculan todas sus actividades, como la señalización, donde se trabajó junto a los padres en puntos donde un código QR daba acceso a vídeos y audios explicativos en relación con el Pacto contra la violencia de género. Ahora enfocan sus esfuerzos en convertirse en ecoescuela, que sería el nuevo paraguas bajo el que se uniría la programación escolar. Como preparación ya han emprendido el proyecto Recapacicla para poner en relación la lectura con el cuidado del planeta.
Les acompaña Ratolisto, la mascota de una biblioteca que quieren convertir en algo más que un lugar de donde llevarse libros. En este colegio no precisan de Aula Matinal ni servicio de comedor, la principal actividad económica es la agricultura y la ganadería y un gran porcentaje de las madres son amas de casa. Para las extraescolares, los alumnos cuentan con clases lengua extranjera de 1º a 3º de Primaria, el acompañamiento escolar para el refuerzo y las aulas deportivas.
Nueve centros con 22 sedes en la Sierra y el Andévalo
En septiembre entraron en las aulas onubenses 47.850 niños de segundo ciclo de Infantil, Primaria y Educación Especial. El conjunto de alumnos –hasta 2º de ESO– que asisten a clase en las 22 sedes de los nueve colegios rurales de la provincia apenas supera los 700.
Sin embargo, la labor de estos centros para que los niños reciban educación en sus municipios es fundamental, por cuanto evitan que la despoblación ya presente vaya a más. Según la comarca, están los pertenecientes a la Agrupación de Escuelas Rurales del Andévalo (Aderan 1, 2 y 3) y la Agrupación de Escuelas Rurales de la Sierra (Adersa 1, 2, 4 y 6). A ellos se suman los colegios públicos rurales Tresfuentes y el Valdelamusa-San Telmo.
Estela Villalba: “Un ejemplo de calidad educativa y de mucho arraigo en el entorno”
Para la delegada de Educación en Huelva, Estela Villalba, los nueve colegios rurales de Huelva constituyen “un ejemplo de calidad educativa en la provincia”. Unos centros ubicados en las comarcas de la Sierra y del Andévalo “muy implicados, con una comunidad educativa muy fuerte, muy arraigada en el entorno”.
Villalba resalta también su papel como líderes en ecoescuelas –un programa de ámbito internacional por el que los centros trabajan un proyecto integral de educación ambiental– y muy activos también en planes de atención a la diversidad y de convivencia. Destacan por “una metodología muy participativa en la que implican a toda la comunidad educativa y hacen un esfuerzo por que su alumnado valore el entorno sin dejar atrás la digitalización”. Llevan por bandera el lema de Centros pequeños que hacemos grandes cosas “y realmente es así”, concluye la delegada.
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