La comunicación como estrategia para la ecología y la excelencia agrícola

El marketing colaborativo, una alianza estratégica para generar sinergias y la confianza, han sido las claves del éxito para conseguir desarrollar un producto agrícola basado en el diálogo con ecologistas. Es un caso de éxito situado en Bonares, donde se puso en marcha una acción conjunta entre diferentes actores locales para trabajar de forma coordinada tras años de desencuentros. Aquí destaco algunas claves del éxito, por si les inspira.

Confianza mutua

Un aspecto clave en los primeros encuentros fue generar confianza entre todas las partes. Desde el grupo ecologista se valoraba especialmente el registro y seguimiento de las reuniones, un factor que fomentó el interés en continuar. Sin embargo, surgió otra inquietud constante: ¿cómo involucrar eficazmente a los agricultores? Este desafío puso de relieve la importancia de un plan de comunicación interna elaborado conjuntamente, con cronogramas claros y conceptos consensuados que fueran accesibles para todas las personas. En este contexto, la excelencia agrícola parecía encontrar su reflejo en la armonización con la ecología.

Superar prejuicios: un trabajo conjunto

Los prejuicios, tanto de agricultores como de ecologistas, así como del entorno que dudaba de un posible entendimiento, fueron un obstáculo inicial. Por ello, era fundamental preparar un terreno común desde el principio. Esto se logró definiendo una misión y visión del proyecto aceptada por ambas partes.

En este sentido, las experiencias del sector han demostrado que las empresas de berries cuyos ingenieros técnicos actúan como portavoces seguros en las reuniones, suelen contar con departamentos de marketing activos. Esto subraya la importancia de la comunicación para alinear mensajes y consolidar una cultura de marca en la sociedad. En el proyecto de Bonares, los planes de comunicación basados en misión y visión fueron herramientas esenciales para construir un discurso consensuado y facilitar la adaptación de los conceptos compartidos.

Diagnóstico inicial y foco a los puntos en común

El punto de partida fue un sondeo de opinión que permitió diagnosticar percepciones, expectativas y posibles obstáculos. Este ejercicio reveló un respeto mutuo entre agricultores y ecologistas, estableciendo puntos de referencia comunes como la valoración del trabajo honesto. A partir de estas bases compartidas, muchas reticencias iniciales comenzaron a disiparse.

Los mensajes generados se alinearon con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, específicamente con los relacionados con una acción positiva y responsable en el medio ambiente. Así se incluían prácticas concretas como el manejo de especies invasoras o la integración de las plantas en los márgenes de las fincas con los cultivos, reflejando el compromiso de las empresas con la responsabilidad social.

Estrategias de difusión

La estrategia de difusión se basó en un cronograma cuidadosamente diseñado, aplicando mensajes diluidos en el tiempo pero efectivos. Los ingenieros de las cooperativas jugaron un papel clave en este proceso, actuando como enlaces entre el proyecto y los agricultores. Su labor diaria, valorada por el sector, permitió la transmisión de pequeños conceptos consensuados que facilitaron la adopción de dinámicas más sostenibles.

Más comunicación, más empatía

Enfrentar este desafío requería un compromiso con una comunicación más estructurada y vertebrada, fundamentada en la empatía y la previsión. Los planes de comunicación no solo generaron orden, sino que también establecieron el camino para un avance conjunto, demostrando que es posible unir ecología y agricultura en un marco de excelencia y sostenibilidad.

Desde esta experiencia, queda claro que el diálogo, el respeto mutuo y la planificación estratégica son pilares fundamentales para avanzar hacia un futuro agrícola más equilibrado y comprometido con el medio ambiente.