Condenado a 7 años de cárcel en Huelva por agredir sexualmente a su mujer un día después de divorciarse

La sentencia considera al hombre responsable de un delito de agresión sexual por el que, además de la pena de cárcel, le impone la medida de libertad vigilada de cinco años

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Audiencia Provincial de Huelva.
Audiencia Provincial de Huelva. / Alberto Domínguez

La Audiencia de Huelva ha condenado a un hombre a siete años de prisión por agredir sexualmente a la que había sido su esposa un día después de que ambos firmaran un convenio regulador de divorcio de mutuo acuerdo.

La sentencia considera al hombre responsable de un delito de agresión sexual por el que, además de la pena de cárcel, le impone la medida de libertad vigilada, de cinco años de duración, que se ejecutará con posterioridad a la pena privativa de libertad.

Asimismo, se le prohíbe aproximarse a la mujer a menos de 500 metros y a comunicarse con ella por cualquier medio por un periodo de ocho años; también se le inhabilita por 12 años para cualquier profesión, oficio o actividades, sean o no retribuidos, que conlleve contacto regular y directo con personas menores de edad.

En concepto de responsabilidad civil se acuerda el pago de una indemnización a la que fuera su esposa en la suma de 1.200 euros por las lesiones causadas, de 3.000 euros por las secuelas padecidas y de 6.000 euros por daño moral.

Hechos probados

La sentencia considera probado que el acusado mantuvo una relación sentimental con una mujer desde aproximadamente 2017; que contrajeron matrimonio en 2018 y que ambos residían en el domicilio de él.

En la mañana del 12 de julio de 2021 el matrimonio suscribió un convenio regulador de divorcio, de mutuo acuerdo.

Apenas unas horas más tarde, sobre las seis de la madrugada del 13 de julio de 2021, el acusado llegó al domicilio donde se encontraba la mujer dormida y comenzó a vociferar mientras que, con ánimo de satisfacer sus deseos sexuales, comenzó a bajarle la ropa interior y a quitarle la camiseta.

Ante esta situación, la mujer, para evitar discutir y dado que no quería mantener relaciones sexuales, se marchó al salón de la vivienda y se tumbó en el sofá, lugar al que acudió el acusado comenzando a insultarla y a amenazarla de muerte, mientras que insistía en quitarle la ropa.

Como el acusado no cejaba en su empeño de mantener relaciones sexuales pese a la voluntad contraria de ella, esta se levantó del sofá para marcharse del lugar, momento en el que él le propinó un empujón haciéndola caer en un sofá donde, volvió a amenazarla y comenzó a agredirla.

Acto seguido la agredió sexualmente pese a la oposición de la mujer, y cesó únicamente cuando escuchó la voz de su madre desde el piso de abajo, momento en que se marchó del lugar.

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