Seis conductas inteligentes para salir del verano más feliz
Gente inteligente
Aquí te sugiero conductas concretas para entrenar las habilidades de la inteligencia emocional que mejor te ayudan a estar en equilibrio, para que empieces este verano
Qué es y cómo gestionar el secuestro emocional
Daría igual que estuviéramos ya en otoño, también es verdad, pero estamos en verano, y no quiero desconectar este mes de agosto sin recomendarte que te cuides de verdad. Por eso, antes de volver a la carga en septiembre, te dejo estas seis tareas que son seis conductas que te sugiero empezar a cultivar desde hoy mismo.
Te aviso desde ya que todas ellas fluyen por la todopoderosa comunicación, ya sea la que tienes tú contigo o, por supuesto, la que tienes con todas esas personas que te cruzas en la vida, por muy fugazmente que sea. ¿O no es fugaz ese improperio que te sale a veces al volante hacia alguien a quien ni siquiera le ves la cara? ¿Y cómo te quedas después? Quizás digas que tú, si el insulto es merecido, te quedas mejor. Pero no es cierto. El enfado te inunda las venas y tienes más papeletas para vivir peor todo lo que te pasa a continuación.
Así que, déjate de a mí es que estas cosas me parecen tonterías y dale una oportunidad a tu bienestar emocional entrenando estas seis conductas que, con el tiempo, te pueden cambiar la vida.
Las claves
- Busca el lado bueno de las cosas. Y no me digas que tú ves lo negativo porque eres realista. Sé, entonces, realistamente optimista. Porque la negatividad te mete en un círculo vicioso del que cuesta salir, por culpa de esa habilidad tan entrenada para ver todo lo malo que pasa o puede pasar. Y no digo que dejes de ser consciente de los contratiempos, sólo procura entrenar la habilidad de encontrar lo positivo igual de bien que tienes la de encontrar lo negativo. Así que, no te acuestes ningún día sin buscar al menos tres hechos de la jornada que fueron estupendos. El objetivo será llevar esta conducta a hábito. Y si ya creas esta costumbre en familia, sobre todo con los niños y las niñas de casa, verás los resultados muy pronto.
- Da las gracias todo lo que puedas. Aprovecha que en el ejercicio anterior estás identificando las cosas buenas de cada día para encontrar algunas más que merecen tu agradecimiento. Y verbaliza tus ‘gracias’ siempre que puedas a otras personas: gracias por ese abrazo; gracias por cocinar así de rico; gracias por dejarme pasar; gracias por quererme… Decir gracias, y sobre todo sentirlo, tiene efectos muy positivos en tu autoestima, tu empatía, tu actitud y tus relaciones. Que no se te escape ni una oportunidad este verano, sobre todo con tu gente más querida.
- Céntrate en el presente. Si ya sabes que la mente divaga de pasado a futuro y de futuro a pasado en formato defensivo, haz el esfuerzo de mantenerte en presente todo lo que puedas, para dejar de estar constantemente en alerta, que es muy cansado. Por eso, para desconectar de verdad, sobre todo si eso es lo que te cuesta, dedica algunos momentos a disfrutar sin prisas. Por ejemplo, escucha música sin más expectativas, o da paseos observando todo lo que ves sin juzgarlo, o si quieres, empieza a meditar o a hacer mindfulness, que es una forma muy efectiva de enseñar a tu mente a estar en presente con más facilidad.
- Practica algunos desapegos. Decide tú con qué has desarrollado apegos poco sanos. Mira que somos muy de apegarnos a las cosas y las personas, y no siempre eso nos viene bien. Quizás quieras dejar de consultar tus redes sociales tantas veces, o incluso desconectar digitalmente por completo a ratos. O quizás quieras decidir hacer limpieza en el armario… Libérate de la superficialidad y encuentra equilibrio en lo más simple.
- Haz actividades al aire libre. Aprovecha el buen clima del verano para cultivar el contacto con la naturaleza que tanto nos sana y tanto bien hace a nuestro organismo y a nuestra mente. Si esas actividades implican un poco de ejercicio físico, mucho mejor. Que no se te pase el verano en una tumbona.
- Y, cómo no te lo iba a proponer: dedica algunos ratos a conocerte tú a ti un poco mejor. Obsérvate. Identifica tus emociones. Encuéntrales sentido y escucha el mensaje que te traen. Decide si las estás gestionando como quieres y, si no, piensa cómo te gustaría hacerlo. Todo eso, o apúntate a algún taller de inteligencia emocional, que eso siempre te vendrá bien ahora que puede que sí tengas tiempo. ¡Hasta septiembre!
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