"No, no controlas: no eres una máquina y a esa velocidad no controla nadie"

pilar álvarez. fiscal delegada de seguridad vial

La primera mitad del año se cierra con un repunte de los siniestros con fallecidos pese al descenso de accidentes

La especialista analiza, en plena operación Salida, cómo somos al volante

"No, no controlas: no eres una máquina y a esa velocidad no controla nadie"
Raquel Rendón

01 de julio 2018 - 01:41

Su timidez le permite mirar directamente a los ojos solo a ratos , pero en ellos vislumbra uno a una mujer de carácter, expresiva, comprometida y sensible. En un año terrible por el volumen de víctimas mortales que deja el asfalto en tierra onubense, Álvarez rompe su silencio a petición de este diario para lanzar a los conductores un mensaje claro: "El coche es un instrumento peligroso".

-¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo como fiscal?

Hay que tener una especial prudencia a la hora de circular, cosa que lamentablemente vemos que no es así"

-Dar satisfacción a la víctima. Lo que pasa es que en seguridad vial en concreto es complicado. He celebrado algunos temas de homicidios dolosos que sí te reconfortan a pesar de que son temas muy duros. Y después de la Ley del Jurado mucho más. Muchas veces las víctimas te vienen a dar las gracias por cómo te has implicado en el tema, que es nuestro trabajo, pero eso te reconforta mucho. En seguridad vial no siempre se entiende la respuesta penal.

-¿Por el componente accidental?

-Sí. La víctima quiere que el culpable cumpla y pague con dureza su acción y, a su vez, algunos casos no dejan de tener un componente accidental que a veces es cuestión de mala suerte porque, como digo yo, hay muchas veces que todos nos despistamos.

-En otros son auténticos homicidios.

-Hay cosas que deberíamos erradicar desde el punto de vista de la seguridad vial, como el alcohol, las velocidades desaforadas o esa gente que conduce haciendo verdaderas barbaridades: eso es criminalidad vial. Eso habría que erradicarlo y sancionarlo duramente. En estos casos es un error hablar de accidente.

-¿Por qué eligió coordinar la Delegación de Seguridad Vial de la Fiscalía de Huelva?

-En el fondo me pasé a Seguridad Vial porque es una especialidad penal, pero a mí no me acaba de entusiasmar porque tiene un componente muy duro, de las víctimas, y de lo que tardan los procedimientos por mucho que se intenten agilizar. Hay juzgados que tienen un retraso endémico que es muy difícil de superar, hay otros procedimientos que sí que van más ágiles pero tardan, se anquilosan... En fin, es frustrante.

-Pero su papel es fundamental.

-Esta es una especialidad que muchos compañeros ven menor, porque consideran que los delitos contra la seguridad vial son menores. Pero tienes muchas más posibilidades de morir atropellado o con un conductor borracho que de cualquier otra manera. Tampoco hay mentalidad en la sociedad de no beber ni coger el coche.

-Algo se ha avanzado.

-Sí, pero muy poco a poco. El coche se considera que es un instrumento vital y que hay que usarlo en todo caso y para cualquier cosa. Se banaliza.

-Tan popular que se trivializa.

-Banalizar el coche, que es un instrumento peligroso, perdóneme la redundancia pero es muy peligroso. Lamentablemente el 90% de la población banaliza el coger el coche y lo que se hace con el coche. La gente te mira y, lo típico, te dice: "Es que ha sido solo esta vez, solo cogí el coche un momento, si solo fue para ir a...". Te peleas con todo el mundo porque dicen "total, para coger a tu hija y llevarla de aquí a allí pues que vaya un momento sin banqueta". Pero es que ese momento sin sillita puede ser el último momento, simplemente por el hecho de no llevarla. Si tienes una silla fabulosa pero no es adecuada para la edad y el peso del niño, el niño sale volando desgraciadamente. Y es solo un momento. Igual una salida de vía o un coche que a lo mejor no es tan grave, pero en el momento en que un pasajero sale despedido, las posibilidades de morir se incrementan. Muchísimo.

-El cinturón de seguridad también es clave aquí.

-Mucha gente sigue sin ponérselo. He tenido accidentes donde se salva todo el mundo pero hay gente que no lleva el cinturón y sale despedida, textualmente. Aparte de que la situación y el resultado son realmente desgraciados, es que te estás jugando la vida. Y es "un momentito que voy aquí y no me pongo el cinturón". He llevado muchos casos en los que, por no llevar el cinturón, el resultado ha sido mucho peor. Probablemente no hubiera pasado lo mismo, o no hubiera pasado tanto.

-¿Responden las compañías de seguros?

-Hay muy pocas que cumplan desde el primer momento y escrupulosamente. Dependiendo de la gravedad del hecho... es muy frustrante. Es decir, ver que pasan los años, que el procedimiento está enquistado en Instrucción, que no se pagan las indemnizaciones, que se discuten cosas que, al menos desde mi punto de vista, son evidentes, es muy frustrante. Entre los precarios medios de la Justicia, que te pasas el día dándote cabezazos contra la pared, y luego ya las piedritas que te van poniendo en el camino...

-¿Qué casos son los que más le han marcado?

-El más delicado fue el choque que hubo entre un autobús y un camión en la avenida Francisco Montenegro el 1 de octubre de 2012. El camión giró e hizo efecto abrelatas sobre el autobús. Ahí había muchas víctimas y fue un tema complicado. Yo tenía una visión jurídica que no todo el mundo compartía pero lo vi claro desde el primer momento: el camión se abrió un poco invadiendo el carril paralelo, pero eso lo tienes que tener previsto. El problema es que el conductor del bus iba totalmente distraído. El camión era, y así lo puse de relieve en el juicio, como un árbol de navidad. Entre las luces, los paneles y la carga... Y el conductor del autobús no lo vio. Cuando se abrió justo coincidieron, desgraciadamente, por el cúmulo de circunstancias que se dan en la carretera. Normalmente el accidente no lo produce un solo componente, sino que juegan varios, y cuanto más jueguen, peor el resultado. Fue un tema complicado. Hubo varios fallecidos, dos en concreto, y 24 lesionados. Fue un hecho especialmente llamativo. Pero el conductor fue absuelto.

-Ha habido más impactantes.

-Sí, carreras y piques en la carretera con la combinación del alcohol y la imprudencia, por ejemplo. Que, bueno, ya solamente el hecho de ir bebido y con influencia de alcohol determina que es una imprudencia grave. O muchos despistes continuados. Tuve uno también por la sierra que no vio la señal de curva peligrosa, no vio la señal de limitación de velocidad... en fin, iba con los amigos y no se dio cuenta. Pero ya tanto despiste tan continuado deja de ser un despiste. Luego hay dos casos que no llevo yo: uno de un inmigrante que quedó tendido en la carretera durante mucho tiempo. Otro que cruzó en la H-30 y cayó sobre un matrimonio que iba circulando... El problema es que el resultado es muy lamentable para todos los implicados, porque acaba marcando a todo el mundo. Los hechos más desagradables me han marcado más.

-Está siendo este 2018 un annus horribilis en lo que concierne a la cifra de víctimas mortales en nuestras carreteras.

-Llevamos menos accidentes que el año pasado, pero lamentablemente con mayor número de fallecidos. La muerte de tres personas en el accidente de la carretera de Lucena en febrero y la de los dos jóvenes del sábado 23 en la carretera de Almonte han provocado un repunte significativo.

-A ellos hay que sumar, entre otros, el del joven que se estrelló contra un árbol en Huelva o del repartidor que pereció en Isla tras un choque frontal. ¿Pero en qué momento un hecho accidental, con toda esa concatenación de circunstancias desgraciadas, se convierte en delito? ¿Dónde está el límite?

-Al ser el vehículo a motor un instrumento peligroso, el Tribunal Supremo ha dicho que la diligencia que se debe exigir a la hora de manejarlo no es la diligencia media, que es la que normalmente se exige para muchas cosas, sino que tiene que ser reforzada. Es decir, que hay que tener una especial prudencia a la hora de circular, cosa que lamentablemente vemos que no es así. A partir de ahí se habla de la imprudencia. Se han establecido tres escalones que son difíciles de delimitar: la grave, la menos grave y la leve. La leve la han sacado del Código Penal.

-¿Y usted está de acuerdo con ello?

-En principio sí lo veo bien, porque entiendo que no podemos criminalizar todas las conductas y que no somos máquinas, somos seres humanos y el despiste está ahí y existe. No se puede erradicar. Tampoco es bueno que conduzcan las máquinas. Así que sí estoy de acuerdo con que la imprudencia leve quede extramuros del Derecho Penal. El cobro se complica para las víctimas, cierto, pero entiendo que se deben establecer cauces civiles ágiles para que se consigan esas indemnizaciones, pero no criminalizar esa conducta y obligar a pasar por un procedimiento penal a víctimas y a responsables.

-Luego tenemos la imprudencia menos grave.

-Sí. Y me parece bien que exista porque hay imprudencias que a veces se discuten y que los tribunales han tratado de minimizar por aquello de que a todos nos puede pasar, que no deben ser leves ni tampoco graves. Lo que pasa es que las imprudencias menos graves solo se persiguen si hay resultado mortal o de lesiones muy importantes.

-¿Y la grave?

-Pues en ellos al cúmulo de descuidos hay que sumarle, por ejemplo, el conducir borracho, con exceso de velocidad punible, la conducción temeraria que produce una muerte... todo eso per se es imprudencia grave. El límite entre la infracción penal y la administrativa no siempre está claro. En el conducir sin permiso, por ejemplo, no hay límite. Aquí por vía penal no se persiguen cosas como tener el carné caducado o tener un carné extranjero no homologado y conducir en España. En la conducción temeraria para que entre en juego el Derecho Penal se exige un riesgo concreto para la vida o la integridad física de alguien. Tienes que tener un comportamiento claro, activo, que basta con que los policías actuantes lo reflejen y digan que un coche tuvo que frenar o una señora tuvo que saltar para no ser atropellada.

-Volvamos al alcohol.

-El alcohol, desde el momento en que se determina la influencia, es delito. Da igual la tasa. Hay gente que está equivocada y dice que si no da 0,60 no es delito. No es verdad. No da 0,60 pero das positivo y se determina la influencia del alcohol en tu cuerpo cuando sales del coche y no eres capaz de hablar o de andar con normalidad. Si no eres capaz de manejar tu cuerpo, ¿eres capaz de manejar un vehículo? Hay gente que no avanza y que te dice "bueno, si solo me he tomado una copita, ¿qué se puede hacer con esto?". Pues no coger el coche es lo único que se debe hacer.

-Los chicos del accidente mortal de Matalascañas no habían bebido nada, por ejemplo.

-Lo que pasa es que hay otros componentes, como el cansancio y el dormirse el volante, o las maniobras prohibidas. Que no digo que sea este el caso, porque todavía no tengo el informe técnico. La Guardia Civil de Tráfico, al igual que Policía Local en su ámbito, hace una labor encomiable y digamos que se implica mucho en los asuntos, los estudia y le da vueltas. Son los primeros que dan la cara por la seguridad vial.

-¿Qué papel juega la velocidad punible en los siniestros?

-Aquí hemos tenido pocos casos. La mayoría se dan en la A-66, la que va de Sevilla a Extremadura. Hay una parte que corresponde a la provincia de Huelva y hemos tenido algún caso de coches a más de 200 kilómetros por hora. A mí hay una frase que me hace mucha gracia en el tema vial que es la de "no, yo controlo". No es verdad. No controlas porque no eres una máquina y porque a esa velocidad no controla nadie. Bueno, a lo mejor Fernando Alonso, pero este lo hace en un circuito cerrado. La carretera tiene un montón de factores que influyen y de los que la gente no es lo suficientemente consciente. Sigues viendo gente haciendo el bruto. Hay que concienciarse más. Incluso soy partidaria de no dar el carné a los 18 años.

-¿Es muy pronto?

-No eres lo suficientemente consciente a los 18 del instrumento peligroso que llevas. Según vas ganando edad te vas volviendo más prudente.

-¿Qué edad sería la adecuada?

-Pienso que los 21 o los 23 años como mínimo. La mayoría de estudios dice que la madurez no se alcanza hasta los 25 años. Y para esto hay que tener un grado de madurez especial.

-¿Qué incidencia tiene el estado de las carreteras en un siniestro vial?

-Que incide en la seguridad vial está clarísimo, pero desde el punto de vista nuestro, esos asuntos no nos llegan salvo que sea un hecho muy grave. Otra cosa fundamental es el uso de los intermitentes. Y da la sensación de que los coches hoy en día no traen intermitentes de fábrica. El 90% de la gente no señaliza las maniobras.

-A las víctimas siempre les queda la sensación de que no se ha reparado el daño.

-La respuesta de la Justicia finalmente no tiene por qué ser la que uno espera. Una cosa es una muerte dolosa y otra una muerte imprudente, y eso también hay que graduarlo. Para determinadas víctimas la reparación es imposible. Nuestra posición es un poco intermedia: debemos aplicar la ley con todas sus aristas. Hay casos que son más delicados que otros, hay soluciones y soluciones.

-Y las penas, ¿son acordes a la gravedad de los hechos?

-Por ejemplo, la pena va de uno a cuatro años de prisión para el homicidio imprudente. Y eso no quiere decir que se le vaya a aplicar la máxima. Luego hay que tener en cuenta que la prisión tampoco siempre rehabilita sino que en ocasiones puede ser incluso contraproducente. El juego de las leyes y las normas no siempre satisface a todo el mundo. Normalmente casi nunca.

Una mujer tímida enamorada del mar y de Huelva

Tímida y poco amiga de la prensa, Pilar nació hace 49 años en Las Palmas de Gran Canarias, aunque se ha criado en Santa Cruz de Tenerife. Eligió estudiar Derecho "porque era una buena salida" y porque, aunque en el instituto dominaba las Ciencias, "me aburrían". Pensaba que en su familia no había tradición familiar hasta que hace un par de años descubrió que un primo de su padre es fiscal del Tribunal Supremo. Cuando acabó la carrera en 1992 se puso a preparar las oposiciones. Pensó que ser juez era una buena opción. "El fiscal no sabía ni quién era", confiesa. Pero el temario era "prácticamente el mismo" y la primera oposición que salió fue la de fiscal. La aprobó a la primera y con nota a pesar de que "pensé que era imposible: había 5.600 opositores para 53 plazas". Su primer destino en aquel 1997 fue el destacamento San Bartolomé de Tirajana, "pero siempre trabajé en la Fiscalía Provincial de Las Palmas, porque este no estaba montado cuando yo llegué". Poco después se fue a Tenerife, donde estuvo hasta que en 2006 su marido, también fiscal, y ella decidieron venir a Huelva, de la que ambos se enamoraron. He sido coordinadora de Discapaces y ha estado en la Fiscalía de Medio Ambiente, "un servicio precioso, pero me sacaron forzosamente y me pusieron a coordinar Civil y aquello no me gustó; cuando se fue la compañera que llevaba Seguridad Vial, lo pedí y desde entonces lo llevo, desde 2011". Tiene dos hijas, una de ellas onubense, y dedica su tiempo libre a leer, a escuchar música, jugar al golf y a la jardinería. El mar es imprescindible para ella.

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