La corona como signo de victoria

Antonio Dorado inicia el triduo de la coronación canónica diciendo "más que Tú, sólo Dios"

Antonio Dorado Soto presidió ayer el primer día del triduo a la Virgen de la Victoria en El Polvorín.
Antonio Dorado Soto presidió ayer el primer día del triduo a la Virgen de la Victoria en El Polvorín.
Eduardo J. Sugrañes/ Huelva

24 de abril 2012 - 01:00

El sol de la tarde iluminaba ayer toda la fachada de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en el inicio del solemne triduo con el que se puede decir comienza de manera oficial la coronación canónica de María Santísima de la Victoria.

La Reina del Polvorín lucía radiante en alta mayor, del que tuvimos una antesala en ese triduo compartido con la filial de Montemayor. Presidió el obispo emérito de Málaga, Antonio Dorado, quien acercaba la coronación llamándola "Virgen de la Victoria coronada". Concelebró con el vicario general del Obispado, Baldomero Rodríguez; el presidente del cabildo catedral, Juan Mairena Valdayo; y el párroco del Corazón de Jesús, Miguel Fuentes.

En su homilía habló de que "la Virgen nos acerca a Jesús y nos fortalece nuestra fe e identidad como católicos", a la que "desde antiguo se le ha coronado con corona de gloria". Reflexionó sobre el significado de una coronación canónica en el momento actual, no en el momento pasajero de una fiesta sino en lo que luego queda. Arrancó resaltando que "la Iglesia saluda a la Virgen María como Señora y Reina.

La corona, señaló, es un gesto de dignidad, "pero no sólo desde la piedad popular, sino que la propia Iglesia ha hecho un rito litúrgico". Una corona, que como destacó el obispo emérito de Málaga, "no es un adorno caprichoso". Es una iconografía del mensaje evangélico, porque "la Iglesia tiene a la Virgen coronada de Dios, como dice el salmo; es la mujer coronada de gloria".

El arte, además, la exalta con la corona, que es un símbolo de la realeza, como Reina y Madre. Se refirió al Apocalipsis, a la visión de la "mujer vestida de sol".

Antonio Dorado habló que María es la parte principal de la Iglesia porque nos conduce a Jesucristo, "nadie es más digna para ser coronada", de una "corona que es la traducción plástica del magnífica", de la alabanza que realiza de Dios. Una corona merecida porque "María es la mayor proeza de Dios" y utilizó las frases más populares en la que refiriéndose a María el pueblo dice: "Más que Tú, solo Dios". "Al hacer esta exclamación glorificamos a Dios que se ha lucido ne la obras más grande que es la Virgen", señaló.

En su homilía refirió que tras un esfuerzo realizado, una vida encomendada, "la corona es un signo de victoria" y así hay que entender la que recibe María, "que es una corona merecida" que viene a ser un motivo de esperanza, una insignia de honor y un signo de santidad.

Antonio Dorado habló de lo que significa una coronación en la sociedad de hoy, en la que se tiene que presentar a María "haciendo una llamada al candor", en la mirada a la sencillez, a la pureza de alma , a la fraternidad en la mirada de Dios y a una sociedad que viva "en claridad y transparencia, sin hipocresía".

Concluyó su homilía con una invocación "a la Virgen de la Victoria coronada para que siga bendición a esta junta de gobierno y a toda la ciudad".

Victoria, diario de la Coronación

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