La crisis social, política y económica en la España de 1930, males de “raíces hondísimas”

Crónicas de otra Huelva

Ponce Bernal: “La solución está en dejar paso franco a las realidades vivas de la nación, en no querer torcer con incomprensible torpeza el curso natural de la historia”

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Emisión de deuda del Banco de España. / H.I.
José Ponce Bernal / Felicidad Mendoza Ponce

Huelva, 28 de abril 2025 - 05:00

La Introducción

CRISIS Y ESPECULACIÓN

La devaluación de la moneda

José Ponce Bernal analiza en este artículo el momento delicado que atravesaba España por las consecuencias de la crisis de 1929. Los efectos del desplome de Wall Street llegaron a nuestro país provocando niveles altísimos de paro y un gran déficit del Estado. Aunque hace 90 años el mundo estaba mucho menos globalizado que ahora -no hay parangón- los efectos se dejaron notar en el resto del planeta.

La devaluación de la peseta, en caída “vertiginosa”, alumbraba el peor de los escenarios para una débil economía española sostenida por un gobierno inestable (en ese momento, la “dictablanda” de Berenguer). La referencia de Ponce a que la peseta se "asió a las salientes del derrumbadero" sugiere que la economía estaba en una situación muy precaria, al borde del colapso.

Como suele ocurrir con todas las crisis, aparece el peor actor: el especulador. El periodista refiere “maniobras descaradas” en el mercado especulativo, lo que afecta gravemente a la economía del país y, claro está, a las empresas y a las economías familiares. Esa especulación descontrolada y las medidas del Gobierno para frenarla son, a su juicio, insuficientes, provocando cambios superficiales que no penetran en la matriz de la crisis. El problema económico es de "raíces hondísimas" y no puede resolverse con soluciones triviales o medidas temporales, sino que requiere "remedios heroicos" y una intervención quirúrgica, lo que da idea de las proporciones colosales de la situación.

La dificultad de encontrar soluciones en un contexto político inestable, con debates sobre cambios de ministros y la necesidad de un organismo fiscalizador, sugiere que la crisis económica está vinculada a problemas políticos y de gestión. La incapacidad de la dictadura y de los gobiernos de transición posteriores para resolver los conflictos económicos y sociales condujeron al cambio de régimen que se produjo meses después.

Por cierto, la referencia a Zamora, como buen futbolero que era Blanqui-Azul, es digna de mención en nuestro comentario. Los grandes amantes de este deporte conocerán la historia. José María Zamora, conocido como Zamora, fue uno de los arqueros más legendarios del fútbol español. Jugó en El Español, en el Barcelona y en el Real Madrid. Se convirtió en un icono y en uno de los mejores porteros de la época. Participó también en competiciones internacionales con la Selección Española. Su estilo de juego y su presencia en la portería marcaron un antes y un después en la historia del fútbol en España. Y efectivamente sufrió una fractura en el omóplato durante un partido y, aún así, siguió jugando. Su legado perdura como uno de los grandes referentes en la historia del fútbol español.

La peseta se detuvo un momento en su descenso vertiginoso: se asió a las salientes del derrumbadero y escuchó ávida lo que hablaban en las alturas para salvarla.

Y al enterarse de la idea “genial” de que la providencia lograda consistía en sustituir a Pérez por Gómez en la cabecera de la enferma volvió a desmayar y a sumirse de nuevo en la peligrosa cima del descrédito.

No ha sido fácil, sin embargo, la experiencia.

En el breve espacio de unos días los españoles que, sin importarles un bledo el omóplato fracturado de Zamora, siguen con patriótico afán el curso de nuestro conflicto económico, han podido apreciar que, en efecto, había una descarada maniobra.

Recorte de la caída de la peseta. / H.I.

Y bastó que el Gobierno frunciera un poco el entrecejo y anunciara medidas excepcionales para que la ofensiva especulativa hiciera un alto en su inconfesable camino. Un alto ¡ay! demasiado breve, porque, como decimos más arriba, las extraordinarias medidas han consistido en una mutación de personajes.

Y no es eso lo que el problema requiere. Mal de raíces hondísimas no puede remediarse con compresas de agua caliente. Se precisa la intervención del cirujano, los remedios heroicos.

Se habla ahora en los círculos políticos madrileños de un posible cambio de Ministerio, respetando su actual cabeza.

Pero ¿es que si ello se llevara a efecto no haría adelantar un paso más en la solución del agobiante problema? ¿Es que con un gabinete a la antigua usanza con la agravante de carecer de un organismo fiscalizador, y con una pausa coaccionada, haría otra cosa sino hacer culminar la gravedad del asunto?

Entonces, ¿dónde está la solución del conflicto? ¿Es que nos hallamos ante un imposible, encerrados en un callejón sin salida?

No creemos eso, como tampoco lo creen los actuales gobernantes que se encuentran en su puesto cumpliendo –y ahora no es tópico- un penoso deber.

La solución está en dejar paso franco a las realidades vivas de la nación, en no querer torcer con incomprensible torpeza el curso natural de la historia.

BLANQUI-AZUL

Diario de Huelva, 18 de octubre de 1930

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