Cristo en la Prisión

Huelva de ayer a hoy

Celebración Jubilar. El Cristo de la Sangre acerca su amor al Centro Penitenciario, fue a abrir los corazones, como el papa Francisco hizo con la puerta santa ante los presos de Roma

Estudiantes escribe una página de oro en la historia de Huelva y de la Semana Santa

Galería Gráfica | Las mejores imágenes del traslado del Cristo de la Sangre al Centro Penitenciario de Huelva

El Cristo de la Sangre portado por los internos en el momento de despedirse.
El Cristo de la Sangre portado por los internos en el momento de despedirse.

23 de marzo 2025 - 06:01

Un vuelco dio el corazón al llegar el Cristo de la Sangre al patio del corredor de seguridad que separa el primer muro del que protege directamente los módulos del Centro Penitenciario de Huelva.

El Señor entre catenarias bajaba por la rampa de la enfermería, venía a sanar a todos los que lo desearan; es el viatico en este segundo Viernes de Cuaresma.

Cuando se descubrió tras la tela de damasco roja había una expectación de todos los que le acompañan, era como si fuésemos a ver por vez primera el rostro del Señor, como si entráramos en el taller de la calle San Cristóbal y el maestro León Ortega nos lo enseñase junto a los fundadores; que en ese cielo encapotado, tan propio de un Martes Santo, estaban preparados para el canto del ‘Perdón oh dios mío’ nada más que el Cristo cruzara ese alto portalón pintado de rojo sangre, chorreado de dolor...

Las mujeres de la hermandad portaron al Señor, la primera estación nada más cruzar y el padre Emilio incensaba al Cristo de la Sangre.

Dispuestos a portar al Señor doce internos, como los doce apóstoles… Uno de ellos me dice, yo soy costalero de la Virgen del Amor, luego supimos que habían otros costaleros no solo de Huelva sino de la provincia; solo ya con esto, los esfuerzos habían merecido la pena.

El Cristo de la Sangre portado por los internos pasa junto a los módulos del centro penitenciario.
El Cristo de la Sangre portado por los internos pasa junto a los módulos del centro penitenciario. / Josué Correa

El turiferario antecedía, el incienso sacralizaba el caminar por el patio procesionando acompañado de la Banda Sinfónica Municipal de Huelva, suena ‘Cristo de la Sangre’; todo es solemne con la misma sobriedad que siempre le acompaña. Los que están en el patio se detienen y miran, detrás del Cristo el pueblo le acompaña.

Los contrastes, las nuevas miradas, las imágenes inéditas, recorriendo con humildad ante el gran torreón que vemos desde lejos cuando llegamos a Huelva por la A49, aquí estamos ahora para sentir y compartir el dolor.

El Señor se refleja en la nueva Huelva, porque es el Dios de ayer, de ahora y de siempre. Su rostro queda captado en las fotos impreso en el gran mural que Manomatix tiene en un en el patio.

Continúa su procesionar, ahora solo con los internos y los priostes por el estrecho camino que le lleva a la puerta de entrada a la capilla. El incienso se entremezcla con el olor a pan recién hecho de la panadería del centro. El Cristo de la Sangre es el pan vivo que se ofrece a todos.

Dentro, el Señor es levantado por los internos en este Gólgota construido de tanto dolor. “Cuando yo sea ascendido en lo alto, atraeré hacia mí todas las cosas” (Jn. 8,32).

Al igual que el momento en el que murió, ahora el cielo se abre, el ruido atronador de una gran tromba de agua y es cuando se descorre como el velo del templo que rompe. En ese instante aparece Él, la emoción embarga a todos que lleva a un impulsivo aplauso con la gente en pie.

El Cristo de la Sangre alzado en este presbiterio donde en la tarde de los viernes se celebra la misa. Imponente su imagen, como nunca la habíamos contemplado, se muestra en la desnudez de su cruz desde el mismo suelo, esos casi cuatro metros de explosión de la belleza y la humanidad; mostrando su humildad y sencillez, alumbrado por dos blandones, con flores a sus pies.

El Cristo de la Sangre alzado donde todos los viernes se celebra la Santa Misa en el Centro Penitenciario.
El Cristo de la Sangre alzado donde todos los viernes se celebra la Santa Misa en el Centro Penitenciario. / Josué Correa

El padre Emilio sube e inciensa al Cristo de la Sangre, un momento de gozo y de oración, de vivencia interior, de silencios, de amor, de la gratitud de los hermanos de Estudiantes de haber querido compartir al Señor con quienes más lo necesitan. “Estuve en la cárcel y viniste a verme” (Mateo, 25).

Todo se había preparado con mimo, entrega y generosidad… Nada podía detenerse ante los deseos del papa Francisco. Él abrió la segunda Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, aquí se ha venido para que el Cristo de la Sangre abriera los corazones de los internos como un gran portalón del Año Jubilar.

De nuevo la Banda Sinfónica y se inicia el acto, con la solemnidad de la marcha ‘Soleá dame la mano’.

La meditación en el recorrido de la Pasión se dirige al deseo de que se corra para todos ellos la piedra, deje el sepulcro vacío y llegue la libertad de los días grandes del Señor.

El desgarro de la saeta en la voz dulce y hermosa de Verónica Silverio, de la Peña de las Colonias. Le rezó cantando al Señor muy cerquita de Él, tanto que sus palabras parecían un susurro a los oídos del Cristo; que es tan diferente que muere hacia su costado izquierdo, para señalar la mirada a su corazón del que late a borbotones el amor y la misericordia.

El rezo del Ejercicio de las Cinco llagas por los internos conmovió, traslada a cada una de las huellas de la Pasión en el cuerpo lacerado del Cristo de la Sangre. Una meditación directa, profunda e, igualmente, sencilla que calara sin perder la esencia de lo que relata.

Unas palabras del papa Francisco de lo que sintió al besar los pies del Cristo en la plaza del Vaticano vacía en la Semana Santa del confinamiento: “Besar los pies del Crucificado siempre da esperanza”.

Un interno se acerca al Cristo.
Un interno se acerca al Cristo. / Josué Correa

En ese momento, cuando suena ‘La Madrugá’, se forma un largo cordón de un rosario, uno a uno los internos, para subir al besapiés del Señor con verdadero sentimiento, todas las manos en sus pies acercándose al Dios del amor al que besaban.

La última oración la del padre Emilio, que arranca: “Amor con amor se paga…”.

Retornaba el crucificado portado de nuevo por los internos. Sentido el gozo que supone estar con el Cristo de la Sangre y vivido este acto jubilar, correspondía a nuestra la alegría, al anuncio de la Resurrección, del Dios de los vivos, la marcha ‘Corpus Christi’.

Parecía como si se anduviera más lento, como no queriendo que se fuera. Dejamos en ellos la alegría del Dios bueno esperando que para todos pronto recorran el camino de Emaus.

El Cristo se daba la vuelta al llegar al portalón abierto, el que los internos saben que no pueden pasar; les daba el adiós y les enseñaba el camino para cruzar el otro portón pintado de verde, de esperanza.

El papa Francisco lo dice: “¡No perdáis la esperanza, la esperanza no defrauda!”.

Volvieron las hermanas a portarlo. En ese momento todo se dispuso para la vuelta.

En la parroquia de San Sebastián solo con la luz que entraba por las vidrieras se destapaba, se le retiraba el paño de pureza que le había tapado su rostro y algunas hermanas cogían las sábanas blancas que le habían cubierto mientras la besaban como bálsamo suyo.

Se pidió en la asamblea, en la que los hermanos fueron generosos de este traslado, que se firmará un documento en el que la junta de gobierno se responsabilizaba del mismo. Lo que este Viernes de Cuaresma se firmó es el acta de uno de los momentos más importantes e históricos del Cristo de la Sangre, que rubrica el hermano mayor Pablo Marchena y son testigos la Pastoral Penitenciaria y Huelva Información. Servidor ha vuelto a coger la pluma como cuando era secretario de mi Hermandad de Estudiantes, para dar fe de lo vivido, que guardará por siempre nuestro corazón, y que los hermanos se encargarán de testimoniar esta alegría de generación a generación.

Por la noche, en la Eucaristía del 75 aniversario al ver al Cristo de la Sangre en su altar, en su humildad, parecía que nada hubiera ocurrido, cuando sin embrago se había escrito una página de las más importantes de la historia de Huelva y de la Semana Santa. La Eucaristía, la acción de gracias, como dijo el padre Cipriano nos reconfortó a un más en lo vivido; aunque se nos sigue haciendo un nudo en la garganta y afloran las lágrimas cuando hablamos entre los hermanos de lo experimentado y vemos que también se emocionan al escucharlo aquellos que no pudieron acompañarnos por medidas de protocolo de seguridad interna.

El Cristo de la Sangre en su infinita misericordia.

“Permanezca el amor fraternal… Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos” (Hechos, 13).

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