La cruz egipcia que abraza Colón
Tribuna de opinión
El autor reflexiona sobre el monumento de la Punta del Sebo, la inspiración de su escultora, Gertrude Vanderbilt Whitney, en sus viajes por el valle del Nilo para concebir este coloso
Los orígenes de la escultura cubista son tan diversos como los de la pintura cubista, resultantes de una amplia gama de influencias, experimentos y circunstancias, más que de una fuente. Con sus raíces que se remontan al antiguo Egipto, Grecia y África, el período protocubista (englobando tanto a la pintura como a la escultura) se caracteriza por la geometrización de la forma. Es esencialmente la primera fase experimental y exploratoria, en forma tridimensional, de un movimiento artístico conocido desde la primavera de 1911 como cubismo.
En nuestra ciudad de Huelva, enclavado en el complejo natural de la Punta del Sebo, se alza majestuoso el Monumento a Colón, una impresionante escultura dedicada al insigne navegante Cristóbal Colón. Este monumento no solo representa un tributo a uno de los personajes más influyentes en la historia del descubrimiento y de la exploración del Nuevo Mundo, sino que también alberga una serie de influencias egipcias que nos conectan con la rica herencia de la antigua civilización del delta del Nilo.
La relación entre el Monumento a Colón y la cultura egipcia se plasma en la profunda inspiración que la escultora estadounidense Gertrude Vanderbilt Whitney, mecenas, artista y uno de los iconos feministas de su época, encontró en el arte y la iconografía de Egipto al diseñar esta magnífica obra de arte. Whitney, conocida por su compromiso con la escultura pública monumental, fue comisionada para crear el monumento en 1929 a través de la Columbus Memorial Fund. como gesto amistoso de Estados Unidos con el pueblo español. El monumento, inaugurado el 21 de abril de 1929, a primera vista puede parecer una estructura neoclásica, el color de los materiales y la impresionante estatua de Cristóbal Colón hasta la cúspide. Sin embargo, una mirada más cercana revela una serie de detalles que remiten directamente a la antigua civilización egipcia. La inclusión de estos elementos reflejan la fascinación que la cultura del antiguo Egipto ejerció sobre artistas y diseñadores de la época, en un contexto histórico marcado por el auge de la egiptología en Occidente.
Estos hechos, los podemos constatar a través de los bajorrelieves localizados en la parte inferior del monumento, de una notoria influencia de los grabados egipcios. Estos relieves, forman parte de una estructura de pirámide truncada, también al estilo de las mastabas egipcias, primitivos monumentos funerarios de la cultura del delta del Nilo, cuyos sillares de piedra son también imitados con el material utilizado de las canteras de Niebla. Esto tendría mucho sentido, si recordamos que la artista norteamericana pretendía que en esta cámara se encontrará una escultura con los Reyes Católicos; además en las paredes interiores se refleja a modo de los grabados egipcios el viaje descubridor, así como los nombres de los marinos y de los mecenas del monumento. Sobre la misma, se levanta una imponente figura humana, que nos recuerda a los colosales monumentos a Ramsés II como los de Menfis. Esta hierática y monumental figura, sostendrá una cruz.
Mucho se ha escrito y elucubrado sobre la cruz que abraza el almirante en el monumento, llegando a proponer muchos historiadores e intelectuales su posible influencia franciscana, de la Cruz de Tau, debido a la ausencia de la continuidad con la cúspide. Esta versión se desmontará, cuando se comience a hablar del atuendo del ilustre navegante, haciendo referencia en ocasiones al hábito de monje, una versión equivocada ya que ellos llevan hábito talar y aquí la escultura deja ver las piernas, más propias de la vestimenta medieval del almirante.
Sin embargo, será una cruz la que se represente, pero no aquella de la que tanto nos han hablado, sino una que se valdrá de todo el conjunto del monumento para representar uno de los mayores símbolos de la cultura egipcia: la Cruz de la Vida. Este icono de la sociedad del valle del Nilo, también conocida como Ankh, es un antiguo símbolo egipcio que representa la vida eterna y la inmortalidad. Tiene la forma de una cruz con un óvalo o asa en la parte superior, que a menudo se interpreta como un símbolo de la llave de la vida. Será utilizado en rituales religiosos y funerarios en el antiguo Egipto y se consideraba un amuleto protector que otorgaba salud y longevidad. Su significado perdura en la cultura egipcia contemporánea, vestigios de la cual la escultora del monumento pudo estudiar y observar en los viajes que precedieron a la construcción del monumento. La cabeza del colosal monumento, no será nada más y nada menos que la cúspide de la cruz que tantas veces se dijo que faltaba, coronando la ya mencionada Ankh o Anj. El escultor francés McAristide Mian, colaborador de la escultora y supervisor del trabajo del monumento en la Punta del Sebo, en unas declaraciones a la prensa así lo viene a referir: “El brazo alto de la cruz no existe, y en su lugar se verá desde lejos, la cabeza estilizada de Colón, que se confundirá con el cuerpo de la cruz, simbolizando así la fe y el genio que lo guió en la gloriosa aventura”. La innegable influencia egipcia, es atestiguada por sus diarios y la obra ganadora del Premio Diego Díaz Hierro de 2018: El Monumento a Colon de Huelva, de Eduardo J. Sugrañes Gómez.
En resumen, el Monumento a Colón en Huelva es mucho más que una simple escultura conmemorativa. Es un testimonio artístico que rinde homenaje a Cristóbal Colón y a su legado, mientras que al mismo tiempo nos conecta con la fascinante cultura egipcia y su influencia en la mente creativa de Gertrude Vanderbilt Whitney.
Así lo refleja B.H. Friedman en la biografía de la escultora, tras el viaje que realiza en 1927, donde ya piensa en algo grandioso, faraónico: “Comenzamos a sentir, como Gertrude debe tener, el poder escultórico; la fuerza simplificada y estilizada de este gran arte. Lo que ella está aprendiendo en este viaje no se puede encontrar fácilmente…, pero se encontrará –refundido- más tarde en el Monumento a Colón, sobre el cual ella está constantemente pensando”.
Esta intersección entre la historia de la exploración y la antigua sabiduría de Egipto hace que el Monumento a Colón sea verdaderamente único y digno de exploración tanto desde un punto de vista histórico como artístico.
Ahora, tras la reciente restauración de mantenimiento del coloso por la Autoridad Portuaria de Huelva, se acababa de inaugurar este pasado martes las obras que remozan todo el entorno, devolviéndole el sentido egipcio que siempre tuvo el Monumento a Colón, en una península que recupera el espacio egipcio rodeado de palmeras.
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