El despertar de los campanilleros
Aracena conserva una tradición, vinculada a la Virgen del Rosario, que se remonta al siglo XVIIl iniciativa Las coplas de los campanilleros hacen referencia a los misterios del Rosario
Los campanilleros es una de las tradiciones más ancestrales y queridas en Aracena, el canto de una treintena de hombres, tanto mayores y una renovada cantera de jóvenes, durante las madrugadas por las calles y barrios de la ciudad.
La festividad de la Virgen del Rosario está históricamente ligada a los campanilleros con el Rosario de la Aurora. La tradición es despertar a los vecinos para que vayan a la misa de las siete y media de la mañana en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, y a la Iglesia Prioral del Castillo durante el último domingo de octubre. Para ello el Rosario, previo a la misa, tiene lugar por diferentes barrios con el cántico de los campanilleros una hora antes. Y el propio coro canta sin la presencia corporativa de la hermandad horas antes para así recorrer todo el barrio.
Se trata de una devoción extendida por los frailes dominicos desde mediados del siglo XVI cuando se instalaron en el antiguo Hospital de San Sebastián, a la entrada del pueblo serrano por la carretera de Sevilla y actualmente iglesia de Santo Domingo además del barrio que lleva su mismo nombre, siendo de los más antiguos de Aracena.
En el siglo XVII destacó la figura de la Madre Trinidad, una de las monjas dominicas del convento de Jesús María, que promovió a los campanilleros como un reclamo para incrementar la devoción al Rosario. Algunas de las letrillas más antiguas se le atribuyen a ella, de ahí que la Cofradía del Rosario acompañe al coro durante el recorrido desde las seis y media hasta la misa del Rosario de la Aurora.
Las coplas de los campanilleros hacen referencia a los misterios del Rosario, reflejando el devenir del pueblo y sus devociones marianas. Por ejemplo la llegada de los servitas que popularizaron la advocación de la Virgen de los Dolores en el siglo XVIII. Entre los instrumentos que utiliza el coro de campanilleros se encuentran desde los más antiguos como las esquilas, sonajas hechas con platillos metálicos dispuestos en dos tablas en forma de cruz, el cántaro y la alpargata, el triángulo, y la carrañaca. Durante el siglo XX se introdujeron novedades en torno a la pandereta, el saxofón, la bandurria y la guitarra para terminar con la trompeta y los timbales. Tal como indica una de las letras de campanilleros "no le temen ni al frío ni al agua, ni a la malas noches que puedan pasar", puesto que más de una madrugada se ven inmersos en noches de frío e incluso alguna que otra llovizna. En los últimos años el crecimiento de Aracena ha provocado un mayor esfuerzo del coro que recorre todos los barrios, incluido los más periféricos.
La compañía de muchos vecinos a lo largo del recorrido, en especial el último día en la subida al Castillo con la misa ante la Patrona de la ciudad, Nuestra Señora del Mayor Dolor, es otra particularidad única. Muchos de ellos acuden el Rosario después de que el coro le haya cantado cerca de su casa y los haya despertado. Este año ha sorprendido la gran presencia de personas, mayoría mujeres, en el último Rosario de subida al Castillo.
La tradición escrita es clave para conservar las letras de los campanilleros. Destaca la figura de José Fernández Guerra conocido como Guerrita, el máximo artífice de los campanilleros de Aracena en las últimas décadas. Es el autor de la mayoría de las coplas que se cantan en las madrugadas del mes de octubre cebollero. Una ilusión transmitida a su familia, donde varios miembros pertenecen al coro, y en especial a su hijo José Ramón, actual director del coro.
La Asociación cultural Albuhera, de ámbito local, sacó un CD con la grabación en directo de las coplillas más conocidas de los campanilleros. En la web de la cofradía del Rosario de Aracena también se pueden escuchar los cánticos de los campanilleros.
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