Un dúo original en la cultura onubense
José Antonio López y Jesús Ciero, dos eminentes profesores del conservatorio de Huelva, ofrecían un programa titulado "El arte de la transcripción".
Por encima de todo, la musicalidad es el secreto de un gran concierto. José Antonio López y Jesús Ciero, dos eminentes profesores del conservatorio de Huelva, ofrecían un programa titulado "El arte de la transcripción": clarinete y órgano en partituras no concebidas para estos instrumentos. Sin embargo, la maestría de un intérprete logra siempre poner en cabecera la belleza artística. La velada celebrada el pasado sábado en la Catedral de Huelva se recordará como un hito camerístico.
José Antonio López es un clarinetista de técnica sólida, sonoridad brillante y agudos portentosos. Su incursión en los instrumentos primitivos al calor del Historicismo le lleva a tocar con un estilo más austero que recorta la dinámica en favor de la claridad melódica. Si en las primeras obras prefirió no centrarse en matices buscando la definición del sonido, luego se abrió certeramente, como ocurriera en la Elegía de Rheinberger, que nos interpelaba hasta lo más profundo.
Jesús Ciero es un organista que promueve este instrumento desde variados ámbitos. Alterna sus facetas de solista y acompañante con un criterio exquisito, según la época y el constructor. Proverbial su ejecución del órgano de la Catedral de Huelva, que data de 1976; deleitó al público con las registraciones de violón, flautado, octava y quincena en un repertorio que iba del siglo XVIII al XX. Gustoso en el acompañamiento y con aplomo tocando a solo; Wesley era un ejemplo, con su hermosa modulación y un expresivo bajo con la pedalera.
El concierto poseía un encanto particular al tratarse de obras íntimas y algunas de melodía pegadiza para el oyente; de hecho, el entorno de una iglesia es propicio para la música que seleccionaron en su programa. A esta premisa de un clima apropiado respondían las páginas de Elgar, Schubert y Fauré: el primero, con secciones muy equilibradas; el segundo, de texturas que en el arreglo sonaban flotantes, y el tercero, de ondulaciones mágicas.
Franck fue el mejor trabajo del dúo, con juego de planos sonoros que Ciero brindaba mediante sutiles cambios de timbre y unas variaciones cuyo inteligente fraseo se complementó con los inquebrantables sobreagudos de López. La sonata de Lefèvre llegaba al oído cristalinamente en un bellísimo discurso que ambos trazaban con suma naturalidad. Oración de Torres sorprendía en su escritura, donde el clarinete divaga elevándose y el ostinato del órgano es un borboteo.
Buena asistencia de público para un concierto de sábado, organizado por el Conservatorio profesional onubense y que contaba con la colaboración del Secretariado de Música sacra de la Diócesis de Huelva y la asociación "Amigos del órgano Hewitt de Sevilla". Por la calidad y la acogida esperamos que la programación cultural onubense tome este cauce próspero. Difundir la música selecta y con un valioso instrumento como el órgano de la Catedral de Huelva es una apuesta merecedora de aplausos
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